La Conferencia Episcopal Española ofrece su opinión sobre la maternidad subrogada y consideran que con el "útero de alquiler", la maternidad se compra y se vende
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Di TatyanaMago|Shutterstock |
El secretario general de la Conferencia Episcopal Española,
monseñor César García Magán comenzaba su rueda de prensa tras finalizar la
Asamblea Plenaria de los Obispos con una consideración sobre la
nota que acababa de publicar la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y
Vida a propósito de la maternidad subrogada.
En esa consideración expresaba que la nota no se realizaba por
ningún caso personal ni público del cual en estos días se estaba hablando en la
opinión pública española.
Con estas palabras se estaba haciendo alusión a la polémica
suscitada tras la noticia mediante la cual Ana Obregón había podido ser abuela
gracias a la «maternidad subrogada». Difícil deslindar la nota de los obispos
ante la noticia que ha propiciado consideraciones política y sociales.
La nota explican los obispos se realiza, «ante tanta tiniebla
originada por las leyes injustas promulgadas contra la vida y la dignidad de
todo ser humano» y por ello recuerdan «con la mejor voluntad la enseñanza de la
Iglesia, siempre en favor del hombre y de su dignidad».
Recuerdan los documentos en los que la Iglesia se ha pronunciado
sobre la maternidad sustitutiva o gestación subrogada (especialmente la
Instrucción Donum Vitae y la Instrucción Dignitas Personae). Ante estos
documentos afirman que «la maternidad por subrogación es, inequívocamente, una
nueva forma de explotación de la mujer, contraria a la dignidad de la
persona humana, pues usa el cuerpo femenino, y toda su persona, reduciéndola a
ser una incubadora humana».
De igual manera explican que «hay una fecundación artificial
heteróloga que es contraria a la unidad del matrimonio, a la dignidad de los
esposos, a la vocación propia de los padres y al derecho de los hijos a ser
concebidos y traídos al mundo en el matrimonio y por el matrimonio. Recordemos
que el fin nunca justifica los medios y que toda persona humana es fin en sí
mismo».
Finalmente expresan que con el llamado «útero de alquiler» «se
convierte la maternidad en objeto de comercio, que se compra y se
vende. La mujer queda reducida a un simple instrumento, un útero a
disposición del contratante, abriendo el camino a la explotación y a la
comercialización de la persona humana. El contrato se culmina con la
entrega del niño».
En la nota hecha pública momentos antes de la rueda de prensa se
explica que una vida humana «es un don y no un derecho» y que «no existe un
derecho a la procreación» y por tanto un «derecho al hijo».
Terminan su nota mostrando la necesidad de buscar siempre «el bien
del niño»: «La vida de ningún niño nunca debe ser tratada como algo sometido al
tráfico y al comercio. Debería buscarse en primer lugar el bien del menor, y no
que éste quede supeditado al deseo de los comitentes y a su decisión. Por otro
lado, la posibilidad de abandono de niños (real, sucedida en algunos países por
partos gemelares, por patología o por preferencia de sexo), supone una grave
marginación que atenta contra el principio de no discriminación del menor o de
toda persona discapacitada».
Álvaro Real
Fuente: Aleteia