El matemático y clérigo británico William Oughtred fue el primero en utilizarla en 1631 para simplificar los signos de esta operación
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Aunque Oughtred
estudió Filosofía y Teología, las Matemáticas fueron su gran pasión y a pesar
de no tener estudios en esta disciplina, dedicó gran parte de su vida a su
práctica y enseñanza.
Aportaciones a
la Matemática
Además de
introducir el uso del aspa (×) como signo de la multiplicación, entre sus
aportaciones sobresale también el empleo de la letra griega π, con valor de
3,1416, para expresar el cociente entre la longitud de la circunferencia y su
diámetro.
Las
abreviaturas sin y cos para las funciones trigonométricas
del seno y el coseno fueron también una invención suya que aún hoy usamos.
Regla de
cálculo
Asimismo, es
conocido por la invención del instrumento de la regla de cálculo, ya que diseñó
varios modelos (lineales o circulares) con distintas escalas numéricas.
Esos aparatos
facilitaron la realización rápida de operaciones aritméticas, en una época en
la que no existían las actuales calculadoras. Y es una herramienta tan útil que
aún hoy sigue utilizándose en trabajos industriales muy específicos y también
en navegación marítima y aérea.
Párroco y
profesor
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Dominio público |
En esa época
Oughtred compaginó su labor en la Iglesia con la dedicación a su otra
pasión: parte de su tiempo lo empleó en ampliar sus conocimientos matemáticos y
en enseñarlos de manera gratuita a todos aquellos estudiantes interesados.
Algunos de sus
alumnos llegaron a ser personas importantes en el mundo de las ciencias,
como John Wallis (criptógrafo y participante en la invención del
cálculo), Sir Christopher Wren (célebre arquitecto, astrónomo y
fundador de la Royal Society), Richard Delamain que trabajó en el cálculo
regular y en los relojes de sol o John Wallis que diseñó el símbolo del
infinito (∞).
Estudio
nocturno
Durante su
etapa universitaria se acostumbró a utilizar el horario nocturno para ampliar
sus conocimientos matemáticos, algo que hacía de manera autodidacta. Y cuando
se ordenó como sacerdote, y para poder cumplir con las obligaciones al frente
de su parroquia, siguió estudiando por las noches.
Varios libros
sobre Matemáticas
Su interés por
la materia hizo que escribiera varios libros durante su vida que influyeron en
los matemáticos de la época.
Aquellas obras,
escritas en latín, incluían muchos signos matemáticos que el propio
Oughtred había inventado y diseñado.
El primero lo
escribió en 1628 con el fin de enseñarle a uno de sus alumnos todo lo referente
a la aritmética y álgebra. Fue publicado en 1631 con el título de Clavis
Mathematicae, y era un resumen de todos los conocimientos que Oughtred había
adquirido gracias a su formación autodidacta.
Uso del aspa
En este libro
el autor utilizó el aspa de la cruz de San Andrés por primera vez como signo de
multiplicar (×). La propuesta tuvo una buena acogida entre los matemáticos,
pero no de un modo general.
Hubo algunos,
como el alemán Gottfried Leibniz, que preferían usar como signo un punto (∙) o
un asterisco (*) en medio de los dos factores, aduciendo que la cruz en aspa
podía confundirse con la letra equis (X x), que representa la incógnita en una
ecuación.
Al final, las
propuestas del inglés fueron aceptadas mundialmente y aún hoy en día son
utilizadas por los matemáticos.
Cruz de San
Andrés
Esta cruz en
forma de aspa tiene dos ángulos agudos y dos obtusos, y es llamada también cruz
decussata.
Es una cruz muy
usada en heráldica y en vexilología (estudio de las banderas). De hecho, muchas
banderas nacionales o regionales la incluyen y probablemente la más popular es
la de Reino Unido, que combina la Cruz de San Jorge de Inglaterra, la Cruz de San Andrés de
Escocia y la Cruz de San Patricio, para Irlanda.
Martirio del
Apóstol
San Andrés era
uno de los apóstoles de Jesús, hermano de San Pedro y murió martirizado en
Patras (Grecia): lo ataron a una cruz en forma de aspa, pero sin clavarle manos
y pies.
Allí estuvo
padeciendo durante tres días, hasta su muerte. Y durante su tormento aprovechó
para predicar e instruir en el cristianismo a todos los que se le acercaban.
Merche Crespo
Fuente: Aleteia