Una laica católica, identificada como "María" por temor a posibles represalias, detalló cómo es la persecución contra los católicos en Nicaragua, país donde la dictadura ha prohibido el Vía Crucis y las procesiones de Semana Santa.
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Imagen referencial de mujer rezando. Crédito: Shutterstock |
La dictadura encabezada por Daniel Ortega y su
esposa, Rosario Murillo, no sólo ha encarcelado al Obispo de Matagalpa,
Mons. Rolando Álvarez, y condenado y deportado a católicos y miembros de
clero, sino que “ha prohibido el ejercicio de piedad popular
como es el Vía Crucis o procesiones”, lamentó la mujer.
“Ya
no salen de las parroquias a las calles como se ha hecho desde siempre”,
aseguró.
Según
su testimonio, los sacerdotes y fieles son vigilados por los agentes del
régimen, quienes llegan a las iglesias para “grabar las homilías”.
“Yo
formo parte de un grupo de oración que se reúne semanalmente, y en los últimos
días hemos sido vigilados por un paramilitar que claramente va armado con
pistola bajo la camisa”, relató “María”.
Sin
embargo, el miedo no los “paraliza”, porque existen las “fuerzas para
arrodillarnos y alzar nuestras manos a Dios”.
Otras
fuentes contactadas por ACN señalaron que la policía del régimen estaría
visitando cada iglesia para recordarles a las comunidades la vigencia de la
prohibición, con el fin de contrarrestar la religiosidad popular.
La
mujer también reveló que se tiene prohibido pedir públicamente por la libertad
de Mons. Álvarez, el cual estaría recluido en la cárcel “La
Modelo” tras ser condenado a 26 años de prisión acusado
de traición a la patria.
A
pesar de las prohibiciones, “María” señala que los fieles continúan buscando
formas de acceder a los sacramentos, rezar el Vía Crucis en los hogares y
parroquias y asistir a Misa los domingos.
“Nos
reunimos también en oración utilizando Zoom, WhatsApp o viendo predicaciones de
YouTube o de Facebook. Este pueblo sigue esperando en su Dios”, agregó.
ACN
informa que, por el miedo a cometer desacato, varios presbíteros están
limitando el tiempo de sus homilías o su actividad pública, especialmente en
las diócesis de Matagalpa y de Estelí, que estaban bajo la jurisdicción de
Mons. Álvarez.
Por
otro lado, a varias congregaciones religiosas se les ha prohibido recibir
donaciones y se les han revocado sus permisos de residencia. Además, el régimen
ha retirado la nacionalidad nicaragüense a misioneros que ya la habían
obtenido.
La
persecución contra las congregaciones ha quedado demostrada, entre otros
tristes ejemplos, con la expulsión de 18 Misioneras de la
Caridad el año pasado.
La
hostilidad del régimen se manifiesta en innumerables ocasiones. La más reciente
fue la arbitraria disolución de la Universidad Católica Juan Pablo II.
El
dictador, Daniel Ortega, admitió en diciembre de 2022 que nunca le tuvo “respeto a los obispos”,
a quienes en varias circunstancias ha insultado llamándolos “terroristas” o “demonios con sotana”.
ACN
indica que los católicos nicaragüenses viven esta situación con tristeza,
sufrimiento e impotencia, pero, pese a todo, aún siguen visitando las iglesias
y las capillas de adoración perpetua.
“A
pesar de los asedios a las parroquias, nuestra devoción continúa siendo muy
fuerte. Los nicaragüenses tenemos tres amores: Jesús en la Eucaristía, la
Purísima [devoción a la Virgen Inmaculada] y los pastores. Ellos tienen
nuestras oraciones”, agregó “María”.
“Estamos
seguros de que el clamor de este pueblo será escuchado por Dios”, concluyó.
Por Diego López Marina
Fuente:
ACI