Capítulo 17:
DEL AMOR FERVOROSO Y VEHEMENTE DESEO DE RECIBIR A CRISTO.
1. Con suma devoción y abrasado amor, con todo
el afecto y fervor del corazón, deseo, Señor, recibirte en la comunión, como lo
desearon muchos Santos y personas devotas que te agradaron mucho con la
santidad de su vida, y tuvieron devoción ardentísima.
¡Oh Dios mío, amor eterno, todo mi bien, felicidad
interminable! Deseo recibirte con el deseo más vehemente y con la reverencia
más digna, cual jamás tuvo ni pudo sentir ninguno de los Santos.
2. Y aunque yo sea indigno de tener aquellos
sentimientos devotos, te ofrezco todo el afecto de mi corazón, como si yo solo
tuviese todos aquellos inflamados deseos. Y cuanto pueda el alma piadosa
concebir y desear. Todo te lo presento y te lo ofrezco con humildísima
reverencia, y con entrañable fervor. Nada deseo reservar para mí, sino
ofrecerme en sacrificio con todas mis cosas voluntariamente, y con el mayor
afecto.
Señor, Dios mío, Criador y Redentor mío, con tal
afecto, reverencia, honor y alabanza, con tal agradecimiento, dignidad y amor,
con tal fe, esperanza y pureza, deseo recibirte hoy, como te recibió y deseo tu
Santísima Madre la gloriosa Virgen María, cuando al ángel que le anunció el
misterio de la Encarnación respondió humilde y devotamente: He aquí la esclava
del Señor; hágase en mi según tu palabra.
3. Y como el bienaventurado San Juan Bautista,
tu precursor, y el mayor de los Santos, cuando aún estaba encerrado en el
vientre de su madre, dio saltos de alegría en tu presencia con gozo del
Espíritu Santo; y después, viéndote Jesús mío, conversar entre los hombres, con
devoto y humildísimo afecto decía: El amigo del esposo, que esta en su
presencia y le oye, se regocija mucho al oír la voz del esposo: así deseo yo
estar inflamado de grandes y santos deseos y presentarme a Ti con todo el
afecto de mi corazón.
Por eso te ofrezco y dedico los júbilos de todos los
corazones devotos, los vivísimos afectos, los embelesos espirituales, las
soberanas iluminaciones, las visions celestiales, y todas las virtudes y
alabanzas con que te han celebrado y pueden celebrar todas las criaturas en el
cielo y en la tierra: recíbelo todo por mí y por todos los encomendados a mis oraciones,
para que seas por todos dignamente alabado y glorificado para siempre.
4. Recibe, Señor, Dios mío, mis deseos y ansias
de darte infinita alabanza y bendición inmensa, los cuales te son
justísimamente debidos, según la multitud de tu ineffable grandeza. Esto te
ofrezco ahora, y deseo ofrecerte cada día y cada momento; y convido y ruego con
instancia y afecto; a todos los espíritus celestiales, y a todos tus fieles,
que te alaben y te den gracias juntamente conmigo.
5. Alábente todos los pueblos, todas las tribus
y lenguas, y engrandezcan tu santo y dulcísimo nombre consumo regocijo e
inflamada devoción. Merezcan hallar tu gracia y misericordia todos los que con
reverencia y devoción celebran tu altísimo Sacramento, y con entera fe lo
reciben; y ruegan a Dios humildemente por, mi, pecador. Y cuando hubieren
gozado de la devoción y unión deseada, y se partieren de la mesa celestial muy
consolados y maravillosamente recreados, tengan por bien acordarse de este
pobre.
Fuente: Catholic.net