La apertura a los laicos, la protección de la vida desde la concepción hasta la muerte, la atención a los últimos y el apoyo a las familias en dificultad
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Son las prioridades de los padres marianos por las que
el Papa Francisco les expresó su reconocimiento al recibirlos este 17 de
febrero en el Vaticano. Francisco les destacó tres rasgos de la espiritualidad
de su Santo Fundador, el padre Estanislao de Jesús María.
El
amor a la Virgen María, la oración de sufragio y la atención a los pobres. Son
los tres rasgos de la espiritualidad de los Clérigos Marianos de la Inmaculada
Concepción de la Bienaventurada Virgen María, que el Papa Francisco quiso
recordar al recibirlos en el Vaticano, con ocasión del Capítulo General que
celebran en el contexto del 350 aniversario de la fundación en Polonia (1670)
de su instituto.
El amor a María
Las
enseñanzas de San Estanislao, fundador del Instituto, sobre la devoción
mariana, dicen que “el principal culto a la Inmaculada es “la imitación de su
vida evangélica”. “Esto es importante”, les dijo el Santo Padre, “porque la
verdadera devoción a la Madre del Señor se alimenta y crece con la escucha y la
meditación de la Palabra de Dios: María es la Mujer del Evangelio”.
La oración de sufragio
Sobre
la oración de sufragio, que “caracteriza la dimensión escatológica” de la
congregación, el Papa recordó que San Estanislao, insertó en esta visión del
“horizonte último” una oración especial por dos grandes grupos de pobres de su
tiempo: los soldados caídos en batalla y los muertos por la peste. "Hoy -
dijo - esta es necesaria para los soldados". “Piénsese – continuó
indicando - que, en el siglo XVII, cerca del 60% de la población europea fue
exterminada por epidemias y guerras. Entonces era necesario rezar por las almas
de los difuntos y por el consuelo de las familias y las comunidades, marcadas
por el dolor y el luto por la pérdida de sus seres queridos”.
La atención a los pobres
Acerca
del tercer rasgo, la atención a los pobres, Francisco quiso destacar cómo los
clérigos marianos, particularmente en apoyo de los párrocos, contribuyeron a
dar respuesta a algunos graves problemas de la época tales como el
debilitamiento de la fe, especialmente entre las clases más humildes, la
escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas y el estado de pobreza de gran
parte de la población.
Responder “creativamente” a los desafíos de nuestro
tiempo
Recordados
estos tres rasgos de la espiritualidad y de la acción de San Estanislao, el
Pontífice animó a los clérigos a que sigan respondiendo “creativamente” a los
desafíos que también nuestra época presenta. No se desanimen – les pidió – si
encuentran oposición o dificultades. Y los invitó a pensar en “las grandes
pruebas que su familia religiosa afrontó a lo largo de los siglos”, por
ejemplo, cuando se redujo a un solo miembro a principios del siglo XX.
Promover la caridad y unidad entre religiosos y
fieles
A
la comunidad que hoy en día está compuesta por unos quinientos religiosos
presentes en diecinueve países del mundo, animó también a “mantener viva la
fidelidad a sus orígenes”, tal como lo hizo el beato Jorge Matulaitis, que
“supo revitalizar la comunidad actualizando sus Constituciones y promoviendo su
labor sin miedo, hasta el punto de tener que actuar en la clandestinidad y
arriesgarse a ser arrestado”, pero “sin renunciar nunca a promover la caridad y
la unidad entre los religiosos y los fieles”.
Tres advocaciones marianas para venerar a la
Inmaculada
A
propósito de esta última exhortación, el Papa expresó también su reconocimiento
por la labor que, al respecto, los clérigos han situado entre sus prioridades:
la apertura a los laicos, la protección de la vida desde la concepción hasta la
muerte, la atención a los últimos y el apoyo a las familias en dificultad. Y,
antes de despedirse y de impartirles su bendición, el Sumo Pontífice retomó
“tres advocaciones marianas con las que san Juan Pablo II les invitó a venerar
a la Inmaculada Concepción”:
“María "Sede de la Sabiduría", para que su
testimonio del Evangelio sea firme y sólido; María "Consuelo de los
afligidos", para que los hombres de nuestro tiempo encuentren en ustedes
amor y comprensión, y se sientan atraídos hacia Dios por su caridad y su
servicio desinteresado; y tercero, María "Madre de Misericordia",
para que sean ricos en compasión maternal por las almas redimidas por la sangre
de Cristo y que les han sido confiadas.”
No olviden el estilo de Dios - les pidió por último el
Santo Padre -: cercanía, misericordia y ternura. Así debe ser un sacerdote:
cercano, misericordioso - perdonar todo - , y tierno, no agresivo, con la
caridad paciente de todos los días.
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