Signo de esperanza para que regresen los cristianos a Irak
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Convento de Dominicas en Irak. Dominio público |
Batnaya era
un importante núcleo de la vida cristiana en la llanura de Nínive, en el norte
de Irak. En 2014, unos 5.000 cristianos -casi todos católicos caldeos- vivían
allí, pero todos sus habitantes tuvieron que huir cuando los terroristas del
Daesh (Estado Islámico) invadieron la región en agosto de ese año.
El
grupo terrorista yihadista fue finalmente derrotado, pero los
edificios, entre ellos dos importantes iglesias, quedaron casi totalmente
destruidos y la población se dispersó: algunos
acabaron en campos de refugiados y otros emigraron.
Sin
embargo, las Hermanas Dominicas no estaban dispuestas a renunciar a
su pueblo y a su comunidad y, decididas a regresar a
Batnaya, primero se instalaron en una casa que les prestó un generoso vecino.
Eso fue antes de que se construyera su nuevo
convento de San José, lo cual ha sido posible en gran
parte a la ayuda económica de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia
Necesitada (ACN).
Transformar el desierto en un paraíso
En
su intervención en la ceremonia de consagración del nuevo edificio, el arzobispo
Paul Thabet de la archidiócesis caldea de Alqosh señaló
que el nuevo convento es algo más que ladrillos y cemento, pues infunde vida y
esperanza en la comunidad de creyentes.
«La
consagración es una llamada a través de la cual Dios construye el reino de los
cielos. La
llegada de religiosos puede convertir el desierto en un paraíso, y la presencia
de las hermanas y su llegada a esta aldea empobrecida y demolida es un signo de
gran reconstrucción. No sólo estamos reedificando muros,
estamos recomponiendo la humanidad», dijo el arzobispo.
«La
presencia de las religiosas en este pueblo es un signo de aliento para que
también regresen todos sus habitantes. En medio de la destrucción vemos signos
de verdadera belleza, la belleza del alma que queréis construir. Por eso, la
presencia de religiosos y religiosas y de la Iglesia es un signo de aliento
para los habitantes de este pueblo. Los cristianos de Irak tenemos una
herida profunda; esta herida debe ser curada por la fe, y vosotras sois una
señal visible de esa fe», les dijo a las numerosas religiosas
reunidas en la capilla del convento para su consagración.
Si las raíces se secan, las ramas
morirán
Ahora,
añadió el prelado, ha llegado el momento de que también regresen los demás. «Vuestro
nombre e identidad están en Batnaya y vuestras raíces están en Batnaya, no en
los lugares a los que habéis emigrado. También os animo a
que apoyéis a la aldea y estéis presentes en ella en las ocasiones importantes
porque, de lo contrario, esas raíces se secarán, y si eso ocurre, las ramas
seguramente morirán. Debemos tener fe para reconstruir este pueblo».
Hablando
en nombre de la comunidad dominicana, la Hna. Huda Sheto dio
las gracias a todos los que han contribuido a la construcción de su nuevo
convento, mencionando explícitamente a ACN. Las religiosas, subrayó Hna. Huda,
están en Batnaya para «acompañar a los creyentes y para vivir
su fe, compartir sus oraciones, sus vidas y sus necesidades, y para prestar
tantos servicios espirituales como sea posible», incluida la
educación de los niños en la guardería del convento.
En
la consagración
del nuevo convento participaron muchos vecinos del pueblo, así
como las autoridades locales, los miembros del clero y el representante de ACN
en Irak. Las mujeres de la localidad lanzaron los tradicionales
gritos de júbilo cuando el arzobispo Thabet cortó la cinta de la entrada al
recinto y
bendijo la estatua de San José frente al convento. Tras el
acto, todos los presentes compartieron un almuerzo para celebrar que la vida y
la fe hayan sobrevivido al terror y estén retornando a Batnaya.
ACN
está profundamente comprometida a restablecer la vida cristiana en el norte de
Irak y ha contribuido a financiar numerosos proyectos de reconstrucción,
también en Batnaya. Además, la fundación
pontificia ha lanzado un llamamiento a la comunidad internacional para
que ayude a Irak a alcanzar la estabilidad y el desarrollo económico que
necesita, a fin de favorecer la raigambre de la población y evitar que los
iraquíes emigren al extranjero en busca de una vida mejor.
Fuente: ACN/InfoCatólica