El Papa Francisco advirtió sobre el peligro del “espíritu de la derrota, espíritu del pesimismo” en la vida consagrada y pidió cuidar la vida de oración, evitar el individualismo y fomentar los estudios teológicos.
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Papa Francisco bendice a una religiosa. Crédito: Vatican Media |
“Hoy, la vida consagrada no puede dejarse desanimar por la falta
de vocaciones o por el envejecimiento. Esto sería una tentación, un desánimo:
‘Pero ¿qué vamos a hacer?’. Este es el desafío. Los que se dejan atrapar por el
pesimismo dejan de lado la fe. Es
el Señor de la historia quien nos sostiene y nos invita a la fidelidad y a la
fecundidad. Cuida de su ‘resto’, mira con misericordia y bondad
su obra, y sigue enviando su Espíritu Santo”, afirmó el Papa.
En esta línea, el Papa Francisco destacó la importancia de la
Palabra de Dios en la vida para poder vivir “el futuro con esperanza” y añadió
que “la vida religiosa
solo puede entenderse por lo que el Espíritu hace en cada una de las personas
llamadas”.
“Hay quienes se centran demasiado en el exterior (estructuras, actividades...)
y pierden de vista la superabundancia de gracia que hay en las personas y en
las comunidades. Por lo tanto, aléjense
del espíritu de derrota, del espíritu de pesimismo: esto no es cristiano.
El Señor no dejará de estar cerca del pueblo, lo hará de una u otra manera,
pero lo importante es Él”, dijo el Papa.
Además, el Santo Padre subrayó que “la vida consagrada no puede faltar en
la Iglesia y en el mundo” y recordó que San Antonio María
Claret repetía la frase de Santa Teresa -que San Juan Pablo II también citó en
una exhortación apostólica- “¿Qué sería del mundo si no fuera por los
religiosos?”.
Por ello, el Papa agradeció por la ayuda que este Instituto de
Teología ha brindado en el ámbito de la formación de la vida religiosa “según
el espíritu y la misión de San
Antonio María Claret, que tanto hizo por apoyar y promover la vida consagrada
en sus diversas formas”.
“Han suscitado en la Iglesia el deseo de estar cerca de las comunidades
de vida consagrada y de ayudarlas. La contribución de los Misioneros
Claretianos a las familias religiosas, mediante el acompañamiento espiritual,
la iluminación doctrinal y, sobre todo, el asesoramiento jurídico, es conocida
en todo el mundo. Prueba de ello son sus publicaciones y revistas, algunas de
las cuales tienen más de cien años”, reconoció el Santo Padre.
En este sentido, el Papa Francisco recordó su primera experiencia
como Obispo en el Sínodo de 1994 porque influyeron en forma “positiva, siempre
abierta, quitando miedos que no tenían fundamento”.
Asimismo, el Santo Padre invitó a los consagrados a “subrayar el
valor de la fidelidad en el seguimiento de Jesús según el espíritu de los
Fundadores, a prestar atención a la vida comunitaria” porque “en una época en la que el
individualismo está tan extendido, ¡estén atentos a la vida comunitaria!”.
“Los exhorto a vivir la interculturalidad como camino de
fraternidad y de misión, y a promover el encuentro entre las distintas
generaciones en la vida consagrada, en la Iglesia y en la sociedad”, dijo.
No abandonar a los ancianos
De este modo, el Papa remarcó que los jóvenes deben estar con los
ancianos para conversar y aprender de ellos y pidió “por favor, no dejen que los viejos mueran sin
soñar: es parte de una misión. Los jóvenes lo harán. Dejen que
los jóvenes atiendan a las personas mayores y que los mayores atiendan a los
jóvenes”.
Por ello, el Santo Padre lamentó que “en un momento dado, después
del Concilio, hubo una mentalidad de reestructurar las cosas: algunas
congregaciones trasladaron a los ancianos a un hogar para ancianos. ¡Por favor, esto es criminal!”
y añadió que “ciertos religiosos -pienso en un caso concreto- ancianos
religiosos, que trabajaban bien, después de dos meses en la residencia de
ancianos se fueron al otro mundo. ¡Por nostalgia, por tristeza! Los ancianos
deben morir soñando, y los que hacen soñar a los ancianos son los jóvenes, que
deben ocupar el lugar de los ancianos. No olviden esto”.
Por último, el Papa Francisco recordó “San Juan Pablo II ya
advirtió del peligro que supone para la vida consagrada la disminución de la
consideración del estudio” porque “descuidar la teología, la reflexión, el
estudio, las ciencias, empobrece el apostolado y fomenta la superficialidad y la
frivolidad en la misión”.
“Los
problemas de la actualidad exigen nuevos análisis y nuevas síntesis.
Sus institutos, ustedes profesores, ustedes estudiantes, tienen una gran tarea
por delante”, concluyó el Papa quien invocó la intercesión de la Virgen María,
del Espíritu Santo para que los asista siempre en el servicio que realizan.