Español de origen, don Luis ha bautizado a más de 4.000 niños en Estados Unidos
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Jesús Abrego. |
Luis Urriza Tres nació en Lerín, Navarra (España), un pueblo muy
bonito en la montaña. Vivió 70 años en Estados Unidos como
sacerdote y con más de 4.000 bautizos realizados.
Ahora ha regresado a su madre patria, España, después de cumplir
100 de años de vida, pero dejó atrás una nube de amigos y feligreses de Beaumont,
Texas.
Hoy en Móstoles (España), no quiere descansar, sigue con
deseos de seguir confesando y celebrando la Eucaristía.
Jubilado a su pesar, se podría decir, pasa momentos orando,
rezando, mirando la televisión…
-¿A qué edad le llega la vocación
sacerdotal?
Era un joven de 12 años.
-¿Cuál es su orden religiosa?
Los Padres Agustinos.
«Mi madre fue quien me dio la
vocación»
-¿Desde los 12 años entró con los
Agustinos?
Sí, señor. Yo no pensaba en esas cosas, yo pensaba en jugar. Pero
un día mi madre por la tarde me dijo: «Luis, mañana vamos al seminario». Y sin
decir más me fui con mi madre, un día 14 de septiembre de 1936. Mi madre fue
quien me dio la vocación, mi madre que era muy religiosa. Fue de su
inspiración.
-¿No fue difícil para usted?
No. Estudiábamos y teníamos rato de juegos.
-¿A partir de qué edad usó el habito?
En el noviciado, a los 15 años.
–Le
ha tocado vivir varios hechos históricos.
Así es. Me tocó vivir la guerra civil española (1936-1939) a la
que varios compañeros seminaristas fueron llamados. Afortunadamente todos
volvieron.
-¿Cuándo lo ordenan sacerdote?
Un día 18 de junio de 1944 en Pamplona. Fue mi madre la que avisó
al superior que había ordenaciones en Pamplona y nos llevaron.
-¿Qué significó para usted ese día?
Un día muy grande para mí.
-¿Cuándo se va a Estados Unidos?
Yo no tenía intención de ir a Estados Unidos. En el seminario yo
estaba muy cansado y le dije al superior que necesitaba ir al doctor, al
especialista. Me dijo que tenía que pedir permiso al padre provincial. Cuando
lo vi le dije:
«Yo tengo este problema, tengo que asistir al especialista porque
me duele mucho la espalda». Y me dijo: «Sí, hijo, cuando vayas a León».
Finalmente me dijeron que fuera a León (España), que estuviera
unos días y que regresara.
Un agujero en el pulmón
Fui al especialista, me miró y me dijo que tenía un agujero en el pulmón y
que por ahí se me salía el aire y eso me hacía tener ese dolor tan terrible.
Entonces me dieron medicina y hasta hoy no me ha dolido más, y de eso hace más
de 60 años.
Dios estaba también ahí, quería
curarme, porque después de ir al doctor tuve que ir al servicio
militar y me mandaron a Astorga a hacer dos años de servicio militar ya siendo
sacerdote. Pero en realidad no hacía nada de instrucción militar. Solo
celebraba la misa los domingos y así me pasé dos años.
Para ser organista en Texas
Una vez que terminé, había un padre que estaba empeñado en que
yo fuera a Texas a tocar el órgano, porque yo era organista en España.
Me arreglaron todo para ir a Texas a la parroquia de Guadalupe y fueron 15 días
en barco para llegar a Nueva York.
En Estados Unidos estuve cerca de 70 años e hice
más de 4.000 bautismos.
-¿Por qué regresa a España?
Había cumplido 100 años de vida y el obispo me dijo que ya
era tiempo de retirarme.
-¿Qué significó para usted esa
partida?
Mucho dolor porque estaba muy contento ahí. Sigo siendo bueno para
trabajar.
-¿Dónde se encuentra?
En la parroquia de la Consolación en Móstoles (España). Yo pensé
que era una ciudad pequeña pero no, es una ciudad muy grande que ha crecido
muchísimo. Esta ciudad fue la primera que comenzó a luchar contra los
franceses.
Aquí estoy sentadito en mi cuarto. Concelebro en la misa.
-¿Confesar?
Sí, cuando voy a la iglesia y me piden que los confiese.
«Quieren que descanse»
-¿Cómo es eso para usted después de
tener un ritmo de vida ajetreado?
Es muy duro estar aquí sin hacer nada. Estoy aburrido sin hacer
nada y me siento mal. Quieren que descanse, pero yo todavía puedo
trabajar, yo quiero trabajar. El día de mi santo vinieron
mis sobrinos a estar conmigo y me dijeron que podía celebrar la misa ese día.
¿Qué sintió cuando volvió a celebrar?
Soy el mismo de antes y puedo hacerlo. Como tengo 100 años, me
dicen que tengo que descansar.
-¿Se ha sentido triste y deprimido?
Tanto como eso, no. Solo rezo y
miro televisión cuando tengo ganas. No llego a deprimirme, gracias a
Dios.
-¿A lo largo de sus cien años ha
tenido la presencia del demonio?
¿Quién a sus cien años no ha hecho algo malo?
-¿Cómo podemos prepararnos para vivir
una vida tan larga?
Dios es el que hace las cosas y Dios
es el que me da esta salud. Él es el que da estas
bendiciones y hay que dárselo todo a Dios.
-¿Cómo resumiría su vida en cuatro
palabras?
Porque Dios lo quiere. La vida viene
de Dios y bendito sea Dios, y estoy listo para lo que Dios quiera y seguir
ayudando en lo que pueda.
Jesús V. Picón
Fuente: Aleteia