Ayer comenzó un nuevo ciclo de catequesis en el que Francisco reflexionará sobre el tema del discernimiento
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Conocimiento,
experiencia, afecto, voluntad son algunos de los ingredientes que caracterizan
esta piedra angular de la espiritualidad ignaciana que requiere una relación
filial con Dios.
En la Audiencia
General de este miércoles, el Papa jesuita inaugura una nueva serie de
meditaciones sobre un tema muy querido por los formados en la escuela de San
Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús: el discernimiento.
Las condiciones
para hacer una buena elección
Francisco parte
de la base de que "discernir es un acto importante que concierne a todos,
porque las elecciones son una parte esencial de la vida. Las acciones
cotidianas son básicamente el resultado de una elección, más o menos
fundamental: se elige una comida, un vestido, una carrera, un trabajo, una
relación".
En todo esto
-dice el Papa- se realiza un proyecto de vida, y también nuestra relación con Dios.
“Es precisamente a algunas imágenes tomadas de la vida ordinaria y relatadas en
los Evangelios a las que el Pontífice hace referencia: los pescadores que
seleccionan los peces buenos y descartan los malos; el comerciante que sabe
identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor; el agricultor que en el
campo encuentra algo que resulta ser un tesoro”.
El
discernimiento se presenta como un ejercicio de "inteligencia",
"experiencia" y también de "voluntad", para aprovechar el
momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección. Y también hay
un coste necesario para que el discernimiento sea operativo.
A la luz de los
ejemplos citados, el Papa señala que no es posible delegar una elección en
otros, ya que cada elección es propia, y habla de "situaciones
inesperadas, no previstas, en las que es esencial reconocer la importancia y la
urgencia de una decisión que hay que tomar".
El buen
discernimiento produce alegría
Favorecer el
encuentro entre lo temporal y lo eterno es lo que es el discernimiento en pocas
palabras, dice Francisco.
El Evangelio
-añade el Papa- sugiere otro aspecto importante del discernimiento: implica los
afectos. Insiste en el hecho de que quien ha encontrado el tesoro no siente la
dificultad de venderlo todo, tan grande es su alegría, como relata el
evangelista Marcos (cf. Mt 13,44) utilizando un término que expresa "una
alegría totalmente especial, que ninguna realidad humana puede dar".
En el Juicio
Final, Dios obrará el discernimiento hacia nosotros. Las imágenes del
agricultor, el pescador y el mercader son ejemplos de lo que ocurre en el Reino
de los Cielos, un Reino que se manifiesta en las acciones ordinarias de la
vida, que nos exigen tomar posición. Por eso es tan importante saber discernir:
las grandes elecciones pueden surgir de circunstancias que a primera vista
parecen secundarias, pero que resultan ser decisivas.
Aquí el Papa
recuerda el primer encuentro de Andrés y Juan con Jesús, que surgió de una
simple pregunta: "Rabí, ¿dónde vives?" - "Vengan a ver". Un
intercambio muy breve que, sin embargo, es "el comienzo de un cambio que
marcará toda una vida".
La invitación
de Dios a evaluar y elegir
El
conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad son algunos de los
elementos indispensables del discernimiento, vuelve a subrayar el Papa
Francisco, que se ampliará en las catequesis de los miércoles.
El
discernimiento -como he dicho- implica un esfuerzo. Según la Biblia, no
encontramos ante nosotros, ya empaquetada, la vida que hemos de vivir. Dios nos
invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra
libertad. Por lo tanto, discernir es un reto.
Aquí el Papa
repite que Dios quiere que seamos hijos, no esclavos, quiere que seamos libres.
“A menudo hemos tenido esta experiencia: elegir algo que nos parecía bueno y en
cambio no lo era. O saber cuál era nuestro verdadero bien y no elegirlo. El
hombre, a diferencia de los animales, puede equivocarse, puede no querer elegir
correctamente”.
“Dios da al
hombre una instrucción precisa: si quieres vivir, si quieres disfrutar de la
vida, recuerda que eres una criatura, que no eres el criterio del bien y del
mal y que las elecciones que hagas tendrán una consecuencia, para ti, para los
demás y para el mundo (cf. Gn 2,16-17); puedes hacer de la tierra un magnífico
jardín o puedes convertirla en un desierto de muerte. Una enseñanza
fundamental: no es casualidad que sea el primer diálogo entre Dios y el hombre”.
Para aprender a
vivir hay que aprender a amar
Aquí es donde
entra en juego el entrenamiento en una sana y constante introspección personal
y una relación íntima y confiada con el Señor, para descubrir esa magia de la
memoria ignaciana, ese más en el amor que se puede generar precisamente a
través del buen discernimiento. Todo en la conciencia de ser llevado de la
mano, con la ayuda del Espíritu, para ser invocado siempre en cada viaje hacia
las elecciones:
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