Visita del cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, al campo de desplazados del Estado de Unity, en Bentiu, Sudán del Sur, la "periferia de las periferias"
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Desplazados en el campo de Bentiu (nicolaberti_cuamm) |
La visita al
campo de Bentiu "fue un puñetazo en el estómago". Hay que ponerse una
mano sobre la conciencia porque "no se puede aceptar que en el mundo
actual se viva en condiciones como éstas". El cardenal secretario de
Estado del Vaticano, Pietro Parolin, regresa a la capital sudsudanesa, Juba,
tras pasar un día en el campo de desplazados de Bentiu, a las afueras de la
ciudad del mismo nombre, en el Estado de Unity, al norte del país. Un momento
intenso, vivido por etapas entre los que ya no tienen nada, si es que alguna
vez lo poseyeron. Son las personas desplazadas por la guerra civil del 2013,
que estalló sólo dos años después de que el joven Sudán del Sur obtuviera la
independencia que duró hasta el 2020.
Es en el Estado
de Unity donde nació el vicepresidente, Riek Machar, uno de los protagonistas del
conflicto contra el presidente Salva Kiir, y es uno de los lugares que ha visto
los combates más intensos, que han producido un número impresionante de
desplazados. A ellos, con el paso del tiempo, especialmente desde el 2019, se
han sumado los que han huido de sus casas por las inundaciones que, en el 2021,
fueron de las peores que vivió este Estado en los últimos años. Una cantidad
récord de lluvia inundó todo el territorio, impidiendo a sus habitantes poder
vivir, poder cultivar, y provocando la pérdida de cientos de miles de cabezas
de ganado.
Destrucción
total
Todo aquello de
lo que depende la supervivencia de la comunidad ha sido destruido, el hambre ha
alcanzado niveles aterradores, y el panorama que se abre a los ojos de quienes
llegan al campamento, así como a los del Secretario de Estado Parolin, es el de
una tierra devastada, sumergida durante largos tramos, con alrededor de 150.000
desplazados, arrastrados a vivir en condiciones sanitarias inimaginables, sin
agua potable, con desagües abiertos y con el espectro constante de las
epidemias, desde la hepatitis a la malaria pasando por el cólera, que
periódicamente, incluso en las últimas semanas, sacuden este lugar y luego se
extienden a los demás Estados sudaneses.
El Papa cerca
de este pueblo de Dios
"Estamos
en la periferia de las periferias", dice el cardenal Parolin, y denunció
las condiciones de vida de quienes "no tienen ni siquiera lo mínimo para
sobrevivir. Sin la ayuda internacional de la ONU no habría esperanza".
"Estas personas querían llevar una vida digna, criando a sus hijos, pero
dos catástrofes, una humana, la guerra, y otra natural, las lluvias, han hecho
que sus vidas sean vulnerables", explicó monseñor Stephen Nyodho Ador
Majwok, obispo de la diócesis de Malakal, de la que forma parte Bentiu con su
campo de refugiados, "y la situación está empeorando".
“El 90% de la
población tiene menos de 40 años, hay muchos niños y no hay escuela para ellos,
¿cuál será el futuro? Es algo que impacta". Para el obispo, que permaneció
junto al cardenal Parolin durante toda la visita al campamento, la llegada del
purpurado fue "un momento maravilloso e histórico para la diócesis de
Malakal", continuó, "ha venido a defender a nuestro pueblo". Una
jornada inolvidable para la población del Estado de Unity y de Bentiu que,
concluyó el prelado, "fortalecerá la fe en la Iglesia de este pueblo,
tocado por las atrocidades, la guerra y los desastres naturales".
“El cardenal
Parolin significa aquí la cercanía del Papa a este pueblo de Dios”
Francesca
Sabatinelli – Bentiu, Sudán del Sur
Vatican News