Hacia los altares la jovencísima Anfrosina Berardi, fallecida a los 13 años tras grandes sufrimientos y una vida de contemplación. Afirmaba tener contacto continuo y directo con la Virgen
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La niña de
L’Aquila (Italia) Anfronsina Berardi murió en 1933 a los 13 años a causa de una
grave enfermedad. Su historia causó sensación en aquellos años.
Anfronsina
tenía mucha fe y se había abandonado a Dios. Amaba especialmente a la
Virgen y sostenía que hablaba interiormente con ella.
El papa
Francisco la declaró «venerable» el 24 de abril de 2021, dándose así un paso
más en su proceso de beatificación.
El Rosario y la
catequesis
La Sierva de
Dios, se lee en la web de la diócesis de L’Aquila, nació el 6 de
diciembre de 1920 en San Marco di Preturo (L’Aquila, Italia), en el seno de una
familia campesina.
Su madre la
educó en la oración, el rezo del Rosario y la piedad cristiana.
A los siete
años empezó a asistir a la escuela primaria del pueblo y a la catequesis en la
parroquia.
La enfermedad
Hacia fines de
abril de 1931, la Sierva de Dios comenzó a sentir los primeros síntomas de su
larga y dolorosa enfermedad: apendicitis, con fuertes dolores abdominales.
El 10 de mayo
ingresó en el hospital de L’Aquila y la operaron cuatro días después.
La cirugía no
logró el efecto deseado y el dolor, después de un corto período, comenzó a
aumentar.
Los familiares
intentaron otros medios para curar la salud de la pequeña Anfrosina. El hermano
mayor decidió llevarla a Roma.
La Primera
Comunión
Desafortunadamente
fue un intento en vano y después de algunos meses, Anfrosina regresó a casa.
En las
radiografías a las que fue sometida se observaba que se estaba verificando
una obstrucción intestinal progresiva, de proporciones tales que se
desaconsejaba cualquier otra intervención quirúrgica.
A fines de
1931, su hermano la llevó de nuevo a Roma y, para no hacerle perder
el año escolar, la inscribió en la escuela romana »Dante Alighieri».
También esta
vez, la enfermedad se fue acentuando progresivamente y la Sierva de Dios tuvo
que regresar a su ciudad natal.
El 13 de
octubre de 1932, con motivo de la visita canónica del obispo, recibió la Primera
Comunión y el sacramento de la Confirmación.
Anfrosina
Berardi y el rostro de María
Pasó los
últimos cinco meses de su vida siempre en casa y constantemente
en cama, abrumada por el sufrimiento.
Comulgaba en
casa de manos del párroco del pueblo. A menudo la embelesaba una profunda
contemplación del rostro de María.
Murió en San
Marco di Preturo (Italia) el 13 de marzo de 1933, a la edad de 13 años, rodeada
de familiares, conocidos, del párroco y una gran multitud.
Sonriendo hasta
la muerte
La Sierva de
Dios vivió un total abandono en las manos de Dios y una profunda vida de
oración, en constante e íntima comunión con el Señor.
Todas sus
acciones siempre habían estado dirigidas al cumplimiento de la voluntad divina.
Dedicaba sus momentos libres a la oración.
Mediante el
ejercicio heroico de la fe, superó diversas dificultades, especialmente las
relacionadas con la enfermedad.
La muerte
preanunciada
Anfrosina
Berardi manifestó una inmensa devoción a la Santísima Virgen, hasta el punto de
tener con ella íntimas y misteriosas conversaciones. A veces se la veía absorta
en conversar con presencias invisibles.
Cuando se
recuperó dijo, con toda sencillez, que Nuestra Señora había venido a verla
para revelarle algunas cosas.
A finales de
febrero anunció a sus seres queridos: «El 2 de marzo a las 2 de la mañana iré
al Cielo. Nuestra Señora me ha dicho que vendrá a llevarme«.
Los hermanos y
muchas otras personas, incluidos sus compañeros de clase, corrieron hacia ella,
que los invitaba a no llorar.
La última
conversación con la Virgen
A la hora
señalada, tuvo una nueva “conversación”, al final de la cual afirmó que Nuestra
Señora le había permitido quedarse a sufrir un poco más y que el día de su
muerte le sería anunciado por el alma de su tío Serafín.
Ante la
incredulidad de los presentes, la niña afirmó que la Virgen le había dado un
beso en la frente.
En los días que
le quedaban de vida, siguió recibiendo visitas y despidió a todos con un
saludo: “Que la Virgen los acompañe” (santiebeati.it).
Gelsomino
del Guercio
Fuente: Aleteia