La manera de resolver los conflictos no necesariamente se encuentra dentro del terreno de la psicología, por medio de terapias o de fármacos
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Shutterstock | fizkes |
Un conflicto es
la lucha entre dos fuerzas opuestas, es decir, cuando las cosas se oponen y no
se logran resolver. Seguramente tú has llegado a vivir momentos de duda, de
incertidumbre, de no saber qué hacer, o de estar en constante confrontación con
las ideas de otras personas cercanas a ti.
La vida diaria
nos presenta muchos conflictos, que se necesitan resolver para no
caer en la angustia y la ansiedad.
Peor aún,
experimentas conflictos internos entre tu corazón y tus ideas, entre tus
sentimientos y emociones, o llegas a tener frustraciones que no sabes cómo
superar, al igual que culpas, que no te dejan vivir en paz.
La manera de
resolver los conflictos, no necesariamente se encuentra dentro del terreno de
la psicología, por medio de terapias o de fármacos.
Hay un camino
espiritual, eficaz y al alcance de todos, que comienza al saber que estamos
plenamente integrados en una unidad indivisible. Te lo vamos a explicar en este
artículo, para que lo vivas desde tu corazón.
En
el inciso 362 del Catecismo de la Iglesia Católica, dice que:
«La persona
humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El
relato bíblico expresa esa realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que
Dios formó al hombre con polvo del suelo e insuflo en sus narices aliento de
vida y resultó el hombre un ser viviente» (Gn 2,7).
Por
tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.
Esa idea que
nos expresa el Catecismo, es la clave para superar nuestros conflictos. Porque
en la unidad se resuelve todo, dejamos de estar oponiendo una cosa con otra,
las personas entre sí y los sentimientos con la razón.
Lo más íntimo,
lo más perfecto y profundo que tenemos, es esa dignidad de ser amados y
queridos por Dios. En esa plena unidad espiritual con Él, no hay conflicto
alguno, es el espacio perfecto para sanar todo tipo de heridas y dificultades
que nos acarrea la vida diaria.
Cuidar el
cuerpo y más
Nuestro cuerpo
realmente es un templo del Espíritu, es un lugar sagrado que hemos de cuidar
con todo esmero. Al cuidar lo más maravilloso que tenemos, dejamos de caer
en conflictos y nos dedicamos a vivir sin estar confrontándonos con todo lo que
nos hace sufrir y atormentarnos. De aquí que, por ello, muchas terapias
psicológicas parten de unir lo fragmentado, de tratar de organizar las
ideas y las emociones para que dejemos de estar agobiándonos con la lucha
y el desacomodo de ellas, enfrentando el pasado con el futuro, en vez de vivir
en el presente.
Sentirse unido
al amor de Dios es estar plenamente seguro de que nos ama y que está
presente y vivo en nuestro corazón. Es practicar todos los días la convicción
de que tu ser esté ordenado y encaminado al fin sobrenatural de sentirnos
elevados a la gratuidad de la comunión con Dios.
No tienes nada
que hacer, más que captar que sí eres amado por Él y que estás profundamente
unido a su eterna sabiduría. Por eso muchos líderes espirituales y grandes
santos, han practicado, que lo mejor que podemos hacer, es dejar nuestra vida
en sus manos. Entregar nuestros problemas para que Él sea quien nos guíe, nos
inspire a tomar decisiones y a hacer camino al andar.
Finalmente, es
muy importante que consideres las siguientes recomendaciones, para que puedas
identificar los conflictos y no involucrarte en ninguno de ellos.
1.- Procura
alejarte de las personas que buscan dividir y confrontar a los opuestos. Todos
pensamos de diferente manera, pero acentuar lo negativo y diferente, acabará
generando problemas.
2.- Las
personas que gustan hablar mal de los demás y promueven la intriga,
también son generadores de conflictos. De seguro tratarán de inducirte en
alguno de ellos.
3. –Los que
tienen tendencia a discutir y a fomentar debates polémicos y llenos de
emotividad, también acabarán llevándote a vivir un conflicto.
4. –La fuerza
de la unidad siempre está en riesgo en la mente de los que disfrutan
separar y excluir a los demás, con tal de no ver una familia unida.
5. – Acércate
más a los que tienen la intención de dialogar, de limar asperezas y de
buscar acuerdos positivos.
6. – Procura
buscar a las personas con las que has tenido algún conflicto para remediarlo,
dentro de lo posible. Sobre todo si es un pariente o amigo.
7. –Es muy
deseable que duermas tranquilo, sabiendo que de tu parte has hecho lo posible
para no involucrarte en conflictos, ni crearlos y haber intentado resolverlos.
8. –Tener fe es
dar testimonio de que amas la unidad y rechazas los conflictos y no los
promueves. Porque estás en comunión con el Espíritu Creador, para conciliar los
opuestos y así vivir en santa paz.
Guillermo
Dellamary
Fuente: Aleteia