Jesús busca una cálida amistad con nosotros, una confidencia, una intimidad. Y quiere donarnos un conocimiento nuevo y maravilloso: el de sabernos siempre amados por Él y, por tanto, nunca nos deja solos, ni siquiera en las adversidades de la vida
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Lo dijo el Santo Padre antes de rezar el
Regina Caeli de este domingo en que explicó el significado de los tres verbos:
escuchar, conocer y seguir del Evangelio del día
A
la hora del Regina Caeli de este 8 de mayo, IV Domingo de
Pascua, en que se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el
Santo Padre comentó el conocido Evangelio propuesto por la Liturgia del día en
que San Juan nos habla del vínculo que hay entre el Señor y cada uno de
nosotros con la imagen tierna y hermosa del pastor que está con las ovejas.
El
Papa se refirió a los tres verbos que caracterizan este concepto en que el
Maestro dice: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen”:
“Escuchar, conocer, seguir. Veamos estos tres verbos”, dijo Francisco y explicó
que, en primer lugar, “la iniciativa viene siempre del Señor; todo parte de su
gracia: es Él que nos llama a la comunión con Él. Pero esta comunión nace si
nosotros nos abrimos a la escucha”.
Disponibilidad, docilidad y tiempo dedicado al diálogo
Al
destacar que “escucha significa disponibilidad, docilidad, tiempo dedicado al
diálogo”, el Obispo de Roma afirmó:
“Hoy estamos abrumados por las palabras y por la prisa
de tener que decir o hacer algo siempre. ¡Cuánto cuesta escucharse!¡En la
familia, en la escuela, en el trabajo, incluso en la Iglesia! Pero para el
Señor sobre todo es necesario escuchar”
Teniendo
en cuenta que “Él es la Palabra del Padre y el cristiano es hijo de la escucha,
llamado a vivir con la Palabra de Dios y llevada de la mano”, el Pontífice
invitó a preguntarnos “si somos hijos de la escucha, si encontramos tiempo para
la Palabra de Dios, si damos espacio y atención a los hermanos y a las
hermanas”.
“Quien escucha a los otros escucha también al Señor, y
viceversa. Y experimenta una cosa muy bonita, es decir que el Señor mismo
escucha: nos escucha cuando le rezamos, cuando confiamos en Él, cuando lo
invocamos”
Escuchar a Jesús
Francisco
prosiguió explicando que “escuchar a Jesús se convierte así en el camino para
descubrir que Él nos conoce. Este es el segundo verbo, que se refiere al buen
pastor: Él conoce a sus ovejas”. “Pero esto no significa sólo que sabe muchas
cosas sobre nosotros: conocer en sentido bíblico quiere decir amar. Quiere
decir que el Señor, mientras ‘nos lee dentro’, nos quiere”. De ahí que si lo
escuchamos, descubrimos que el Señor nos ama. Entonces la relación con Él ya no
será impersonal, fría o de fachada”.
“Jesús busca una cálida amistad, una confidencia, una
intimidad. Quiere donarnos un conocimiento nuevo y maravilloso: el de sabernos
siempre amados por Él y por tanto nunca dejados solos a nosotros mismos”
Tras
destacar que si estamos con el buen pastor viviremos la experiencia de la que
habla el Salmo que dice que él está con nosotros aunque pasemos por un valle
oscuro, por lo que ningún mal temeremos, Francisco añadió que así será “sobre
todo en los sufrimientos, en las fatigas, en las crisis”: Y así, precisamente
“en las situaciones difíciles, podemos descubrir ser conocidos y amados por el
Señor”.
“Preguntémonos entonces: ¿yo me dejo conocer por el
Señor? ¿Le hago espacio en mi vida, le llevo eso que vivo? Y, después de muchas
veces en las que he experimentado su cercanía, su compasión, su ternura, ¿qué
idea tengo de Él? ¿Pienso en Él todavía como un Dios distante y lejano,
indiferente con mis asuntos, o lo conozco como mi buen pastor, que me conoce y
me ama?”
Después
de estas preguntas el Santo Padre se refirió al tercer verbo: las ovejas que
escuchan y se descubren conocidas siguen a su pastor. Y quien sigue a Cristo,
dijo, “va donde está Él, en el mismo camino, en la misma dirección. Va a buscar
a quien está perdido, se interesa por quien está lejos, se toma en serio las
situaciones de quien sufre, sabe llorar con quien llora, tiende la mano al
prójimo, se lo carga sobre los hombros”.
Antes
de rezar la plegaria mariana el Papa Francisco dijo textualmente:
“¿Y yo? ¿Me dejo sólo amar por Jesús o paso del amarlo
al imitarlo? Que la Virgen Santa nos ayude a escuchar a Cristo, a conocerlo
cada vez más y a seguirlo en el camino del servicio”
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