Una vez aprobados los decretos de enseñanzas mínimas, la materia se ofertará en todos los centros y en todas las etapas. En el IES Emilio Castelar de Madrid la eligen más de la mitad de los alumnos
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Foto cedida por Sandra Román |
Raquel Pérez
Sanjuán, directora del Secretariado de la Comisión para la Educación y Cultura
de la Conferencia Episcopal Española (CEE) está convencida, a pesar del ligero
descenso de matrículas, de que las últimas cifras sobre la elección de la clase
de Religión en la escuela «son buenas». Lo explica así: «En sociedades plurales
y diversas, cada vez más secularizadas, que más de tres millones de alumnos y
alumnas estén cursando Religión es una buena noticia, por lo que aporta esta
asignatura al crecimiento y al desarrollo integral de la persona». También por
el compromiso de los miles de profesores que ven, cada vez que hay una reforma
educativa, cómo se cuestiona la materia. A la lectura positiva, Pérez Sanjuán
añade una «cierta preocupación por no acertar a mostrar el valor de la
enseñanza religiosa en el ámbito escolar». Refiere que existen, en algunos
casos, prejuicios; en otros, indiferencia o desconocimiento.
Por ello
reivindica, en entrevista con Alfa y Omega, que la Religión «no es
catequesis, sino formar y dotar de herramientas al alumnado para entender el
contexto en el que se mueve y que, en muchos casos, responde a su propia
identidad religiosa y cultural». Precisamente, ampliar los puntos de vista es el
objetivo de la campaña que la CEE ha lanzado para invitar a las familias a
inscribir a sus hijos en la materia.
Sandra Román es
una de esas profesoras comprometidas a las que se refiere Pérez Sanjuán.
Imparte la materia en el IES Emilio Castelar de Madrid, donde ha visto crecer
el número de matriculados en los últimos años. Una mayoría la elige. Incluso ha
tenido que pedir un profesor de apoyo. Acuden jóvenes de otras confesiones,
ateos o agnósticos. La clave de este éxito está en que los alumnos encuentran
un espacio «en el que cuerpo, mente y espíritu caminan de la mano» y «pueden
ser ellos mismos enfrentándose a propuestas y a nuevos retos sin miedo a ser
juzgados, aunque haya que guiar y acompañar sus interpelaciones, sus puntos de
vista e interpretaciones frente a la cultura del descarte». En sus clases, la
teología cristiana y la experiencia espiritual tienen su expresión en el hoy,
en la realidad del mundo y en la de los propios chicos. Una de las últimas
actividades fue un vía crucis urbano en el que los estudiantes actualizaron los
sufrimientos de Jesús. Salieron la guerra, el maltrato, los abusos…
Además, Román
saca la materia de las paredes de su propia aula y de los límites de su horario
para ponerla en diálogo con el resto de asignaturas y trabajar en conjunto
asuntos como la paz o la igualdad entre hombres y mujeres. También fomenta
debates y salidas culturales para conocer distintas tradiciones y
cosmovisiones. La profesora pone en práctica lo que ella llama «teología del
rellano», que consiste en «provocar momentos de encuentro con todos los alumnos
del instituto para llamarlos por su nombre, mirarles a los ojos y preguntarles
cómo están o cómo se sienten». No es raro que los jóvenes se abran y la
conversación termine en un abrazo que alivie el dolor que sufren.
Todo esto es la
asignatura de Religión que, una vez aprobados los decretos de enseñanzas
mínimas, ha quedado incluida en todas las etapas educativas. «La oferta
académica de Religión en todos los centros educativos –estatales, privados y
concertados– abarca desde los 3 hasta los 17 años, lo cual permite a esta
asignatura hacer una aportación significativa al alumnado que opte por ella».
Aunque no tiene asignatura espejo, los decretos recogen que los centros
«dispondrán de medidas organizativas» para que los que no hayan optado por ella
reciban la debida atención educativa, poniendo el foco en elementos como la
resolución de problemas, la autoestima, la autonomía, la reflexión y la
responsabilidad, los elementos más transversales del currículo. Una medida que
ha sido bien valorada por la CEE.
Finalmente,
recuerda que los decretos también dicen que la evaluación de la Religión se
realizará en los mismos términos y efectos que las otras materias, si bien las
calificaciones no computarán para convocatorias en las que entren en juego los
expedientes académicos, una circunstancia, señala, «que puede afectar
significativamente al Bachillerato».
En cuanto al
currículo de la asignatura, una vez aprobado por los obispos tras su
elaboración de forma participativa, revisado técnicamente y remitido al
Ministerio de Educación, solo queda la publicación en el BOE. Sobre esta
cuestión, Sandra Román añade que los profesores afrontan «el gran desafío de
saber transmitir los fundamentos de la teología cristiana de manera clara y
actualizada». Y concluye: «Los alumnos esperan de nosotros no solo personas
expertas en la materia, que también, sino referentes».
Fran Otero
Fuente: Alfa y Omega