Religioso y
exorcista, advierte: «quien no atiende sus heridas internas, acaba dañando a
los demás»
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El padre Václavek |
Luboš Václavek es un sacerdote y religioso popular en Eslovaquia por su
ministerio en la oración de sanación
interior, liberación y exorcismo. El Papa Francisco lo nombró misionero de
la Misericordia en el Jubileo de la Misericordia. Es sacerdote de los Misioneros
de los Sagrados Corazones.
Buena parte de su servicio consiste en animar a perdonar y a buscar la sanación
interior. "Como sacerdote, soy consciente de una regla desafortunada: una persona herida
internamente, si no se ocupa de sus heridas, daña a los demás",
explica, entrevistado en SvetKrestanstva (el
suplemento religioso de un diario digital eslovaco).
Orar por una herida profunda
previa
"A veces, nuestro crecimiento humano y espiritual se estanca
porque está bloqueado por heridas. Las lesiones internas se pueden ocultar o
excusar, por vergüenza y culpa", detalla. La persona suele percibir antes
los frutos malos y reaccionar contra ellos. Por ejemplo, dirá "ya no quiero enojarme, no
quiero reaccionar mal, quiero vivir una vida diferente".
Pero la oración de sanación interior no se centra en esos frutos
exteriores, sino que reza
específicamente sobre la raíz profunda de la herida interior.
Muchas heridas tienen que ver
con lo vivido en la infancia. Quizá la persona de niño no experimentó
el amor de su padre o de su madre. O quizá no experimentó que se amaran entre
ellos. Quizá ellos vivían con resentimiento porque el bebé no era del sexo que
querían. Hay padres y parientes que pueden haber dañado a un niño o joven subestimándole, o
comparándole sin cesar, exigiéndole perfeccionismo, humillándole, o
directamente abusando de él.
Fuera del ámbito infantil, una persona también puede acumular heridas internas por
adicciones, por la cercanía al suicidio o por divorcio. Y por último está
lo relacionado con el ocultismo, el esoterismo y el acercarse a otros caminos
ligados a lo diabólico.
Existe lo diabólico, pero no
hay que verlo por doquier
Todo este abanico de experiencias se ha encontrado el padre
Václavek en su ministerio.
Václavek tiene claro que el demonio "quiere acosar y destruir a las
personas por envidia", pero pide que tampoco se vea al demonio detrás de todo lo malo. "Hay
cosas que son parte normal de nuestra vida: el dolor, el sufrimiento, el
desequilibrio mental, agotamiento...", admite.
El cristiano enfrenta el pecado con la oración y los sacramentos. Puede
aplicarlos también a las heridas interiores, y en este caso se trata de oración
pidiendo sanación interior.
Primer paso, el más fuerte:
perdonar
El primer paso siempre debe ser perdonar. "El perdón es la entrada más importante en cualquier
oración de sanidad y liberación. Es crucial. Jesús avisa que si no
perdonamos a nuestro prójimo de corazón, entonces no seremos perdonados. Este
"desde el corazón" significa ir a la profundidad de todo el dolor que
hay en el corazón. Por eso, la mayor liberación de las pesadas cargas del
hombre es la liberación de la falta de perdón".
"Cuando una persona tiene
falta de perdón en su corazón, nunca tendrá una relación viva con Dios; Dios
no morará en un corazón donde haya amargura, ira, falta de perdón, envidia,
celos, odio. El perdón abre una relación viva con Dios. Antes de cada oración de sanación
interior y liberación, hay que pasar por el perdón", insiste el
sacerdote.
Otros pasos necesarios para la oración de sanación que enumera Václavek son:
- tomar conciencia de las heridas
- admitir que se necesita la curación de Dios
- detener la autocompasión
- dejar de centrarse en señalar culpables
- concretar cuál fue la herida
- entregarse con confianza a Dios, dejándole actuar, cooperando con paciencia
¿Qué frutos da la oración de
sanación interior?
La sanación interior busca liberar de las heridas "que pueden impedirnos tener
relaciones plenas: con Dios, con las otras personas y con nosotros
mismos".
Entre los frutos de la sanación interior la persona recibirá:
- paz profunda
- libertad de corazón,
- deseo de orar y de recibir sacramentos
- amor por los parientes y conocidos
- alegría de vivir
- aceptar la visión de Dios sobre uno mismo
- abrirse a servir a Dios
- sentirse cercano a Dios, como hijo, no como esclavo
- como Jesús, paciencia y disposición para soportar las cruces
"A veces Dios sana de
inmediato, a veces sana gradualmente y, a veces, la curación dura toda
la vida. Vemos el contexto de nuestras vidas como si fueran locales y Dios los
ve globalmente, en toda la globalidad de mis relaciones y dondequiera que haya
sido herida. Toda oración
con el corazón es sanadora. Puede que no veamos el fruto de inmediato,
pero no debemos disgustarnos", detalla el sacerdote.
A menudo la oración de sanación interior "es un proceso en el que es
necesario repetir la
oración, adentrarse en las cosas, aunque no sienta nada por segunda o
tercera vez".
La mujer que se curó al
instante
Václavek pone el ejemplo de una curación instantánea que él vio de
cerca. Se trataba de una mujer consagrada, de unos 50 años, que tenía un miedo irracional a las
autoridades, y especialmente a los hombres. Se sentía muy incómoda con los
sacerdotes y eso dañaba a su vida espiritual y de servicio. Su herida
interna se remontaba a una experiencia desagradable cuando era niña con un
hombre en un tren. En un retiro espiritual, en un descanso entre conferencias,
la mujer pidió a Václavek que orara por ella.
"Acepté, aunque sabía que tenía solo unas decenas de segundos
para orar. Y eso fue suficiente. Después de una oración de unos 30 segundos, la carga de toda una
vida cayó repentinamente. Bailó feliz allí mismo".
Pero las curaciones "de golpe" no se dan con frecuencia. "A la
gente de hoy le gustan las cosas e instrucciones simplificadas, soluciones
rápidas a los problemas", señala el sacerdote. Pero, por lo general, la
vida no es así. Dios tampoco promete una vida tranquila. "Dios busca una relación con
nosotros, no sólo una solución superficial a nuestras dificultades y
problemas".
La sanación de Dios no
perdura sin Dios
Buscar la
sanación de Dios sin aceptar a Dios no es muy eficaz. "Tendré que
abrirme, restaurar cada recuerdo herido, atravesar el dolor, cooperar con la gracia
de Dios y, si es necesario y necesario, abrirme a la ayuda médica profesional.
Los seres humanos somos complejos y tan profundos que las curaciones fáciles e
instantáneas no son duraderas", advierte el sacerdote.
Por eso, el sacerdote pone a Jesús ante la persona herida y le pregunta por Él: "¿Crees que Jesús puede
curarte y liberarte? Si dice honestamente "Sí", sé que puedo
hacerle otra pregunta: "¿Lo
quieres?" "Sí". Entonces viene la pregunta: "¿También aceptarás la
voluntad de Dios libremente, es decir, que te sane como Él quiere hacerlo?"
La persona debe imitar a Jesús cuando dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu”. Al entregarse uno, no se busca el dolor, pero tampoco busca evitarlo
a toda costa. "Por lo tanto, el siguiente momento en la sanación interior es la
aceptación".
Aceptación serena, y ayudar a
los demás
Cuando fue capellán de hospital, Václavek vio el poder de la aceptación serena en algunos
enfermos: ganaban tranquilidad, humildad, escuchaban a Dios,
aprovechaban la vida, con sus dolores. Esto funciona también con las heridas
interiores.
Además, igual que el ex-alcohólico puede ayudar a otros alcohólicos, o quien ha
superado crisis matrimoniales puede ayudar a matrimonios en crisis, el que ha trabajado sus heridas
interiores puede ayudar a otros.
Václavek piensa que cuando Jesús le dijo a la mujer salvada de ser
apedreada "marcha y no peques más", al decir "marcha" la
estaba enviando como misionera o testigo: ese "marcha" era una
invitación a dar testimonio. También
la samaritana corría a hablar a los demás sobre Jesús.
Así, igual que unas personas provocan heridas en otras, también unas personas
ayudan a sanar a otras. "Es un trabajo de hormiga que puede parecer
insignificante, pero no lo es. Cada corazón humano está llamado a ser un punto
de apoyo para este mundo", exhorta.
Abrir puertas a lo diabólico
Un tema que él también trabaja es el de la liberación frente a la
acción diabólica. "El pecado
grave persistente, la falta de arrepentimiento, la participación en la
idolatría, el ocultismo y cosas similares son puertas de entrada al mal, por
lo que experimentamos tentaciones excesivas, ataques y opresiones del mal,
perturbación, infestación hasta la posesión de la voluntad, el cuerpo, las
emociones...", advierte.
Hay varios grados de gravedad. A veces, para la liberación se requiere oración
de liberación. Otras veces, la renovación de los votos bautismales (con sus
renuncias al mal y a Satanás). Otras veces, pocas, puede
necesitarse un exorcismo solemne.
Václavek pide que personas experimentadas puedan definir exactamente lo que
sucede y lo que se busca, con oración y discernimiento.
Con todo, este sacerdote recuerda que "un hombre que vive permanentemente en pecado grave
sin un mínimo esfuerzo para arrepentirse y reconciliarse con Dios,
está peor que un hombre golpeado por el diablo pero que vive una vida
sacramental y se esfuerza por vivir en la gracia santificante".
Y añade: "un poseído
en estado de gracia santificante se puede salvar, y una persona en
estado de pecado grave, que ya está completamente separada de Dios, que es
amor, puede elegir este estado como estado de separación definitiva de Dios y
para la eternidad".
Confesión antes de la
curación interior
Para cualquier situación que requiera liberación ayudan los sacramentos de la
Iglesia, Reconciliación y de la Eucaristía. "Solo Dios puede librar el corazón
del pecado, sanar la raíz y sanar todo lo que está asociado con ese
pecado. Por lo tanto, es esencial que una persona que pide oración por la curación interior esté
en gracia santificante. Luego está la vida sacramental constante,
alimentada por la Eucaristía".
Cuando el profeta anuncia: “Sus heridas os han curado”, se refiere
también al poder sanador de la Eucaristía, la herida abierta de Cristo.
Una sanación ante Cristo
Eucaristía
Y finaliza poniendo un ejemplo de sanación donde Dios tuvo todo el
protagonismo. Era un
hombre con un profundo sufrimiento interior y quería una solución
rápida. "Intuí que debía
dejarlo a solas con el Señor y animarle a perdonar. Le dejé en la capilla el
tiempo que necesitara, y luego podría llamarme. Cuando me llamó una hora y
media después, había cambiado, era como una persona nueva, con libertad
interior, curado, radiante".
Él ha visto sanaciones interiores por mediación de su oración e intercesión,
pero este caso le gusta porque muestra la fuerza de la oración personal, el perdón y la entrega
sincera ante Cristo sacramentado.
P. J. G.
Fuente: ReL