Encontrarse con Jesucristo es con mucho la acción más importante en la vida de un cristiano.
Foto: Cristián Gutiérrez (Cathopic). Dominio público |
En
el Padre Nuestro se reza: “El
pan nuestro de cada día dánoslo hoy”. Dando una interpretación sacramental
a esta frase de esta oración, también significa tener cada día la Sagrada
Comunión en el contexto de la Santa Misa.
“Hablando sin exagerar, toda la eternidad no sería suficiente para prepararse lo suficiente para recibir incluso una Santa Comunión. Además, toda la eternidad no sería suficiente para rendir una acción de gracias digna por una Santa Comunión.
La
razón de esta poderosa afirmación es el simple hecho de que la Sagrada Comunión
es realmente Dios; ¡es Jesús, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad en Su
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad!”, explica el padre Ed Broom, sacerdote oblato
y gran divulgador de cuestiones de espiritualidad católica.
Por
eso, en un interesante artículo en Catholic Exchange ofrece diez breves sugerencias con el
propósito de ayudar a todos a actualizar, mejorar y perfeccionar la
disposición del corazón al recibir al Señor en la comunión:
1. Oración ferviente y humilde: “¡Señor,
fortalece mi fe!”
La fe se puede comparar
con una semilla; debe ser regada y cultivada. También se puede comparar con el
desarrollo de los músculos en el levantamiento de pesas. Si no se hace con
frecuencia y metódicamente, el músculo puede degenerar fácilmente en tejido
flácido. Por último, se puede comparar con las artes y habilidades del
lenguaje. Al descuidar la práctica de un nuevo idioma, el idioma hablado se
vuelve fragmentado e incompleto.
“Así es con nuestra fe, si no la practicamos y
ejercitamos, entonces gradualmente se pierde. Dicho esto, debemos recordarnos
constantemente que la Eucaristía, ‘la Presencia Real’, es verdadera y
sustancialmente Jesús, el Hijo de Dios. Una oración corta pero ferviente que se
dice con frecuencia y que puede lograr este objetivo es: ‘Señor, fortalece mi fe’”.
2. Purifica el cristal de la ventana
interior de tu alma
San
Ignacio de Loyola, así como otros santos, establecen la conexión íntima y estrecha entre estos dos Sacramentos: la
Confesión y la Sagrada Eucaristía. El Sacramento de la Confesión o
Reconciliación limpia y purifica el cristal interior de la ventana del alma de
la suciedad del pecado. Luego, tras recibir la absolución en la que el alma se
limpia y se vuelve transparente por la gracia, la recepción de la Sagrada
Comunión tendrá una influencia e impacto mucho más poderosa en el alma.
En
un alma limpia la luz de Cristo puede brillar con gracias omnipotentes en el
alma. Jesús lo expresó claramente: “Bienaventurados
los limpios de corazón; porque ellos verán a Dios”.
El
sacerdote oblato recuerda: “por supuesto, si uno está en estado de pecado mortal, debe hacer una
Confesión sacramental antes de recibir la Sagrada Comunión”.
3. ¡Nunca des por sentado este regalo!
Una
tentación muy generalizada para aquellos que tienen fácil acceso a la Misa
diaria y la Sagrada Comunión es simplemente dar por sentado al Señor. Como está
publicado en la placa en muchas sacristías como un recordatorio para los
sacerdotes: “Celebren esta
Misa como si fuera la primera, la última y la única”. Broom
asegura este es también un “buen consejo también para los laicos: ¡recibid cada
Comunión como si fuera la primera, la última y la única!”.
4. No llegues tarde
“¿Llegarías tarde a una cita
sumamente importante, con el Papa, el presidente o el jefe en tu
nuevo? ¡Por supuesto que no!”, exclama el padre Ed Broom.
Por
esto mismo –agrega- “no debemos llegar tarde a la Casa de Dios para el evento
más grande del planeta tierra: la celebración del Santo Sacrificio de la Misa.
Si siempre llegas tarde, entonces al menos esfuérzate por llegar temprano a la
Santa Misa. Como nos recuerda San Ignacio: ‘trata de ordenar el desorden en tu vida’”.
5. Ofrece tus propias intenciones
Normalmente
el sacerdote mencionará la intención de la misa al comienzo, a menudo para una
persona fallecida, un aniversario o las intenciones de una persona que aún
vive. Sin embargo, esto no excluye que cualquiera pueda ofrecer sus propias
intenciones privadas. “
“Puedes llenar el altar con tantas
intenciones como quieras. Dios no tiene límites y ama las almas generosas
que le piden mucho. Muchas veces recibimos poco del Señor porque pedimos poco”,
recuerda el sacerdote oblato.
6. Intenciones sugeridas
Como
se ha dicho en el punto anterior las intenciones son ilimitadas. Se puede pedir
o rogar al Señor por cualquier intención. Aún así, se recomiendan
encarecidamente tres:
1)
rezar por las almas del
Purgatorio;
2)
rezar por la conversión de
los pecadores;
3)
¡rezar por la propia
conversión del corazón de uno mismo!
La
Eucaristía, donde Cristo se parte y se da por la humanidad, es el mayor regalo
para el cristiano / Foto: Cristián Gutiérrez (Cathopic)
7. Participa plenamente
La
Constitución Dogmática sobre la Liturgia de los documentos del Concilio
Vaticano II, Sacrosanctum
Concilium (1963) exhorta a los fieles en el contexto de la
Misa a participar plena, activa y conscientemente. En la Misa no se debe ser
participantes pasivos, como si se estuviera en una sala de cine, sino como
miembros activos del Cuerpo Místico de Cristo.
Ed
Broom aclara este punto: “en otras palabras, debemos dar respuestas claras y
entusiastas, escuchar atentamente la Palabra de Dios y asimilar la doctrina
transmitida a través de la predicación de la Palabra de Dios. No estamos llamados a ser
‘calientabancos’ espirituales, sino a participar activamente en la Misa”.
8. Recibir la Comunión con reverencia
El
momento más importante de la misa es la recepción de la Sagrada Comunión. El
religioso recomienda “acercarse
con humildad, reverencia, confianza y suplicando al Inmaculado Corazón de María
la gracia de recibir a Jesús con gran amor, confianza y hambre de
santidad”.
9. Acción de Gracias
“Si
no tiene obligaciones pendientes, quédate después de la Misa para agradecer al Señor por venir a
visitar a este pobre pecador. Toda la eternidad no sería suficiente
para preparar nuestra alma para recibir al Señor de Señores y al Rey de Reyes.
Además, toda la eternidad no sería suficiente para dar al Señor Jesús una
acción de gracias adecuada. San Pablo VI sugiere el Rosario después de la Misa
como una excelente manera de agradecer a Jesús en la Sagrada Comunión, a través
del Corazón de María”, afirma Ed Broom.
10. Conviértete en un misionero
eucarístico como María
Después
de haber recibido a Jesús en la Sagrada Comunión y de haber hecho la acción de
gracias recomienda imitar
a María que, después de recibir a Jesús en su Corazón en la Anunciación, se
apresuró a llevar a Jesús a su prima Isabel en su necesidad. “¡Por lo
tanto, lleva la presencia de Jesús a los demás! También esfuérzate por traer de
vuelta al redil a las muchas ovejas perdidas y descarriadas, de regreso al Buen
Pastor, de regreso a la Iglesia Católica y sus Sacramentos”, concluye.
Fuente: ReL