En La Civiltà Cattolica, el coloquio de Francisco con la comunidad de Atenas, durante el viaje apostólico de principios de diciembre: "Sed padres y no patrones", es necesario "hacer las cosas bien y luego retirarse"
(Vatican Media) |
"Padres",
no " patrones", que hacen las cosas bien y luego se retiran "sin
ser posesivos". Pero, sobre todo, humildes, especialmente ante la caída de
los números provocada por la crisis de las vocaciones, que no deben ser interpretados
"en el plano de la explicación sociológica". Como siempre, el Papa
Francisco mantuvo un diálogo libre y franco con un grupo de siete jesuitas de
la comunidad de Atenas, con los que se reunió en la Nunciatura el pasado sábado
4 de diciembre, al final de la primera jornada de su visita apostólica a
Grecia. La conversación, como es habitual, la recoge íntegramente el padre
Antonio Spadaro en La Civiltà Cattolica.
Disminución del
número
Francisco
saludó a sus cohermanos y escuchó sus historias: algunos contaron su pasado
apostólico o académico, otros cuando fueron detenidos por ser confundidos con
traficantes de personas. Son coreanos, polacos y belgas y, sentados en círculo,
hacen preguntas concretas al Pontífice. Como el padre Sébastien Freris, de 84
años, que ha realizado diversas labores pastorales en la parroquia y con los
jóvenes, que denunció una "situación de debilidad" de la comunidad
jesuita en Grecia, donde antes eran numerosos, activos y ofrecían una gran
contribución al país a nivel cultural e intelectual, de apertura al diálogo.
"Una cosa que llama la atención es el debilitamiento de la Compañía",
comenzó Francisco, ampliando su visión a nivel mundial. Recuerda que en la
época de su noviciado había 33.000 jesuitas, ahora hay "más o menos la
mitad. Y seguiremos disminuyendo en número".
Acostumbrarse a
la humillación
"Esta
figura es común a muchas Órdenes y Congregaciones religiosas. Tiene un
significado, y debemos preguntarnos cuál es. En última instancia, esta
disminución no depende de nosotros", aclara el Papa. "La vocación es
enviada por el Señor. Si no viene, no depende de nosotros". El declive
general es, por tanto, "una lección para la vida religiosa". Para los
jesuitas tiene "un significado en el sentido de humillación".
"Sobre la crisis de las vocaciones el jesuita no puede quedarse en el
nivel de la explicación sociológica. Esto es, como mucho, una verdad a medias.
La verdad más profunda es que el Señor nos lleva a esta humillación de los
números para abrir a cada uno el camino hacia el 'tercer grado de humildad',
que es la única fecundidad jesuita que cuenta", subrayó Francisco,
refiriéndose a los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. "Debemos
acostumbrarnos a la humillación", comenta.
No al cansancio
neurótico
Y junto a la
humillación, está el "cansancio", el "buen cansancio" de
los que han dado su vida. Como en el caso del padre Tonny Cornoedus, jesuita
belga-flamenco, en el pasado misionero en Marruecos y luego párroco en Bélgica,
que ahora trabaja con refugiados en Atenas. Una vez acabó en la cárcel porque
lo confundieron con un traficante. "Cuando hablabas, pensaba cómo es el
final de un jesuita: es llegar a la vejez lleno de trabajo, quizás cansado,
lleno de contradicciones, pero con una sonrisa, con la alegría de haber hecho
el propio trabajo", comentó Francisco al final de su relato. "Hay un
cansancio feo y neurótico que no ayuda. Pero hay un buen cansancio. Cuando se
ve esta vejez sonriendo, cansada, pero no amargada, entonces ustedes son un
canto a la esperanza. Un jesuita que llega a nuestra edad y sigue trabajando,
sufriendo contradicciones y no perdiendo la sonrisa, entonces se convierte en
un canto de esperanza". "Como en la vida, también en la muerte
-continúa Francisco- el jesuita debe dar testimonio del seguimiento de
Jesucristo. Esta siembra de alegría, de "astucia", de sonrisas, es la
gracia de una vida plena y completa. Una vida con pecados, sí, pero llena de la
alegría de servir a Dios".
El "buen
ojo" de los jesuitas
Sobre el tema
de la vocación, el Papa recomienda, en cambio, que "cuando se habla de la
'promoción' del hermano, hay que considerar siempre que todo -incluso los
estudios- debe ser pensado como un instrumento para su propia vocación, que va
mucho más allá de las cosas que conoce". Estas palabras son fruto de la
experiencia personal adquirida en los días en que era provincial en Buenos
Aires y pedía información para admitir a los jesuitas a la ordenación
sacerdotal, obteniendo "la mejor información" de los hermanos. Los
jesuitas "tienen la capacidad de comprender lo esencial de una vida. Quizá
sea porque saben combinar la afectividad con el trabajo de sus manos. Tocan la
realidad con las manos. Los sacerdotes - dice, - a veces somos abstractos. Los
hermanos son concretos y entienden los conflictos y las dificultades: tienen
buen ojo".
No ser
posesivos
A continuación,
el Pontífice respondió a la pregunta de un sacerdote coreano, fundador del
Centro Arrupe de Atenas, un instituto para niños refugiados, del que
actualmente sólo es colaborador. Para el Papa, es "una cosa muy
buena" que ya no esté al frente de esta obra de la que es "padre
fundador": "Cuando uno empieza un proceso, debe dejar que se
desarrolle, que crezca una obra, y luego retirarse. Todo jesuita debe hacerlo.
Ningún trabajo le pertenece, porque es del Señor. Así expresa la indiferencia
creativa. Debe ser un padre, y dejar que el niño crezca". "Esta es
una gran actitud: hacer todo bien y luego retirarse, sin ser posesivos",
subrayó Francisco. "Los grandes principios deben encarnarse en las
circunstancias de lugar, tiempo y personas. Y esto es a través del
discernimiento. Un jesuita que actúa sin discernimiento no es un jesuita".
Retos
concretos, soluciones concretas
De cara al
futuro de la Compañía de Jesús, el Obispo de Roma insta a "ser fieles a la
cruz de Cristo" y "creativos en Dios", para afrontar "retos
concretos, soluciones concretas". A continuación, aplaude el diálogo con
los ortodoxos: "Significa que habéis sembrado bien con la oración, los
deseos y las cosas que habéis podido hacer". De ahí la invitación a ir
"donde Dios muestra su voluntad y pide obediencia", siguiendo
"la lógica del reino de Dios, la lógica de la contradicción, de lo
inexplicable". Por último, la invitación a no abandonar la oración, que
"es el centro". Antes de la conclusión, el superior entregó al Papa
un cuadro realizado por los jóvenes del Servicio Jesuita a Refugiados. Todos
juntos rezaron un Ave María, Francisco quiso luego saludar a cada uno de los
presentes, uno por uno.
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano