El Papa, casi prolongando la catequesis de la Audiencia del miércoles 22 de diciembre, recordó que todo el misterio de la Navidad, que se acerca, está contenido, en una palabra: humildad
El Papa en sus saludos por la Navidad a la Curia Romana |
A sus primeros
colaboradores, el Papa Francisco les recuerda que el Dios niño, frágil y pobre,
indica un estilo y una meta: los títulos y los roles no cuentan, un testigo del
Evangelio es vulnerable y consciente de necesitar una curación interior.
A primera vista
podría parecer casi una paradoja: incluso la Curia Romana, que por su
naturaleza es -o debería ser- colegiada y existe no como un poder en sí misma
sino como un servicio a la misión universal del Obispo de Roma, necesita una
"conversión sinodal". Fue el Papa Francisco quien indicó este camino
en sus saludos navideños a la Curia. "La sinodalidad -dijo- es un estilo
al que debemos convertirnos en primer lugar los que estamos aquí", porque
la Curia -añadió- "no es sólo un instrumento logístico y burocrático para
las necesidades de la Iglesia universal, sino que es el primer organismo
llamado a dar testimonio".
El Papa, casi
prolongando la catequesis de la Audiencia del miércoles 22 de diciembre,
recordó que todo el misterio de la Navidad, que se acerca, está contenido, en
una palabra: humildad. Sólo se puede entender si estamos dispuestos a
despojarnos de prerrogativas, roles, títulos, es decir, si renunciamos a
creernos "alguien", siempre mejor que los que nos han precedido. Se
puede entender si renunciamos a los sueños de planes apostólicos
expansionistas, que indican "lo que hay que hacer" mientras se pierde
el contacto con la "realidad sufriente de nuestro pueblo fiel".
Con cristiano
realismo, el Obispo de Roma nos recuerda que, quitados los papeles, los títulos
y las vestiduras, "todos somos leprosos que necesitan ser curados".
Todos, desde el primero hasta el último. A pesar de los cargos ocupados. Sólo
desde esta conciencia, que es en sí misma un precioso don de la gracia, podemos
mirar con ojos nuevos lo que el Papa sugiere. La conversión a la sinodalidad no
será entonces la enésima tarea burocrática que hay que realizar por obligación,
sino una nueva forma de colaborar, de cuestionarse, de escuchar a los demás.
Esto permitirá que el Espíritu sople y nos lleve hasta donde nunca imaginamos,
para fortalecer la comunión y construir relaciones que vayan más allá del mero
trabajo. Cada vez más, caminando por la senda de la humildad y el estilo
sinodal, la Curia se convertirá en una comunidad. Una comunidad formada por
pecadores, por hombres y mujeres frágiles que no se esconden detrás de títulos
o roles, sino que son conscientes de que todos, desde el primero hasta el
último, necesitan el perdón, la salvación y la curación.
Andrea Tornielli
Vatican News