El Papa recibió en el Vaticano a treinta Cooperadoras Oblatas Misioneras de la Inmaculada Concepción con motivo del 70º aniversario del nacimiento del Instituto y el 20º aniversario de su aprobación pontificia.
Papa Francisco con las Cooperadoras Oblatas Misioneras de la Inmaculada |
Estar
junto a la gente en la cotidianidad
Al
recordarles el llamado a la misión evangelizadora, siguiendo el ejemplo de la
audacia de San Eugenio de Mazenod, fundador de los Misioneros Oblatos de María
Inmaculada, Francisco precisó:
Ser consagrado en un
Instituto secular no significa refugiarse en una "tierra media", sino
compartir plenamente, como Jesús, la condición de la gente común, la
cotidianidad del trabajo, de la casa, de las relaciones de vecindad, todo ello
animado por la luz de la fe, por el calor de la caridad, por el horizonte de la
esperanza. Es vivir el espíritu de la Encarnación en el tiempo y el lugar en
que Dios nos ha puesto, asumiendo la realidad con corazón abierto, para sembrar
el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
En unión
con Dios para santificar proyectos y acciones
Santificar
las actividades seculares para recapitular todo en Cristo. Vivir como los
demás, en medio de los demás, en las mismas profesiones, en los mismos oficios,
en las mismas dificultades; pero con una unión tal con Dios que santifique los
proyectos y las acciones. Es la llamada de las Cooperadoras Oblatas, según el
Papa, a quienes indica como modelo para todos, la vida escondida de Jesús,
cuyas “acciones ordinarias tenían un valor divino, conferido por su Persona,
por su unión con el Padre, por los fines redentores por los que se encarnó”.
Si la misión es
dedicarse al proyecto de Dios en la historia, la secularidad consiste en
vivirlo. Y la profecía de la consagración secular es incompatible con el temor
a los lugares y situaciones de riesgo. Por el contrario, son precisamente estas
situaciones las que propician dicha consagración, para que en ellas los
miembros de los institutos seculares puedan aportar su contribución, con
humildad y valentía, a la historia de la salvación, allí donde las personas
sufren la exclusión, la marginación y su dignidad es violada.
La oración
que oxigena la vida
A
continuación, el Obispo de Roma recuerda la invitación de San Eugenio de
Mazenod a los oblatos: "En nombre de Dios, sean santos". Y sugiere a
las Cooperadores Oblatas Misioneras tres actitudes para declinar esta llamada a
la santidad:
En primer
lugar, “estar preparadas”. “Significa – explica el Papa – vivir
plenamente en el presente, aprovechando la promesa de la eternidad. Y precisa
que “una persona está preparada cuando se entrega completamente a Dios y a sus
hermanos. No cuando llegan aplausos y éxito” porque la vida “es mucho más que
eso”:
Es estar en el mundo
en plenitud, en la verdad y la libertad de los hijos de Dios y en la relación
de fraternidad con los demás. Y esta intensidad de la relación con el Padre y
con los hermanos se alimenta de la oración: la oración permite que Dios esté
cerca de nosotros, nos libera de la soledad y nos infunde esperanza. La oración
oxigena la vida: al igual que no se puede vivir sin respirar, no se puede ser
cristiano, y mucho menos consagrado, sin rezar.
Entrega
total de sí mismas
Segundo,
“ser oblatas” que significa entregarse “totalmente” a Cristo para identificarse
espiritualmente con Él. Esto "indica una pertenencia exclusiva, generosa y
sin reservas, sin centrar nuestra mirada en nuestro compromiso, sino en Él, en
la gracia de su don".
Él es el Oblato, en
el que ustedes son oblatos. Jesús, viniendo entre nosotros como siervo, y
muriendo en la cruz en medio de dos malhechores, nos ha explicado bien lo que
es la vida: es amor que pide amor, gracia que pide gratuidad. Y nos lo muestra
desde la cruz, porque este camino no es fácil, no es cómodo, requiere el pago
en persona. Pero es el camino de la paz y la alegría.
Seguir el
ejemplo de María
Finalmente,
la tercera actitud que el Santo Padre sugiere es “confiar en Dios como María:
imitándola en la escucha y acogida de la voluntad de Dios, para que su Palabra
se haga carne también en nosotros”.
Gracias a su fe, a su "sí", a su "aquí estoy", se cumplió el plan de salvación universal del Padre. El camino seguro, por tanto, también para ustedes que son "de la Inmaculada", es el recorrido por Ella.
Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News