Profunda meditación de la fundadora de Iesu Communio sobre la Eucaristía y la Adoración
| La Madre Verónica Berzosa profundiza en el bien que la Adoración es para el hombre |
La Madre
Verónica Berzosa, fundadora de Iesu Communio, no sólo
es una religiosa con un fuerte carisma sino también una mujer con una profunda espiritualidad que
en contadas ocasiones muestra fuera de los muros de los conventos de este joven
y pujante instituto religioso.
La
última vez fue este pasado 23 de octubre en Valencia, donde ofreció una meditación entorno a la Eucaristía en
el marco del Encuentro Nacional de la Adoración Nocturna, donde
explicó en profundidad que “a amar se aprende amando, a adorar se
aprende adorando”.
La
misma Madre Verónica confesó al inicio que esta reflexión surgió tras la
conversación que había tenido con una persona que le pedía “razón de nuestra
fe”.
¿Qué
necesidad hay de adorar?
“Y ¿qué
necesidad hay de adorar? ¿Qué es adorar y para qué sirve? ¿No es una
actitud, una piedad de otros tiempos sin sentido para el hombre contemporáneo?,
¿para qué sirve ese sacrificio que hacen, incluso en la noche?, ¿qué
valor tiene la oración, las horas gastadas rezando, cuando hay tantas
necesidades que socorrer entre los hombres e incluso en la misma
Iglesia?”. Estas son algunas de las preguntas que le hicieron, pero que
finalmente han dado pie a esta meditación.
La
Madre Verónica señaló: “con frecuencia somos testigos de que creyentes y no
creyentes se acercan para presentar sus inquietudes, sus necesidades y
sufrimientos. Cuando experimentan la impotencia, llaman a la puerta de
aquellos que saben que oran y que también rezan por ellos; acuden a
aquellos que saben que no solo escuchan sus sufrimientos, sino que hacen suyo
el dolor y se lo presentan a Dios con la fe y la esperanza puesta en Cristo
Resucitado y en su victoria, que es nuestra victoria”.
Por
ello, la religiosa recalcó que en medio de un mundo “que trata de
desterrar, de eclipsar a Dios, hacen falta más que nunca orantes”. Es
más, para la Madre Verónica estos orantes “son como grandes corrientes
subterráneas… Su presencia silenciosa se delata por la vida que hacen florecer
y que nutren en lo escondido”.
De
este modo, la oración –agregó- es fuerza que, en silencio, sin hacer
ruido, se extiende por el mundo para que responda al designio de Dios,
y su Reino de amor florezca entre nosotros”.
La
propia vida le ha confirmado –dijo la ponente- que incluso el hombre “más
escéptico es tocado y atraído por la belleza, la paz que emana al ver hombres y
mujeres profundamente creyentes que se arrodillan ante Dios, con la mirada
sosegada fija en Él…”.
“Nunca
es más grande el hombre que cuando está de rodillas”,
dijo el teólogo Von Balthasar, a quien citó la superiora de Iesu Communio.
Pero
la oración y la adoración no se pueden entender sin la evangelización. Por
ello, en su meditación retrocedió hasta los primeros cristianos, que con “su
forma de vivir y su palabra, eran testimonio de lo que el hombre anhela. Su
fe era contagiosa, y los que se adherían a ella se sentían renacer como
criaturas nuevas”.
"Intercesores
que velan en la noche"
Dirigiéndose
directamente a los Adoradores Nocturnos reunidos en este encuentro nacional, la
Madre Verónica les dijo: “claramente no os reunís para llevar a cabo grandes
proyectos humanos. Sois convocados en torno al cuerpo eucarístico de
Cristo para hacer presente el Don de Dios, Cristo vivo y Resucitado que
permanece siempre con nosotros en lo más cotidiano de cada día. Me encanta vuestro
nombre: ‘adoradores nocturnos’, que abrazáis la promesa de Dios para dejaros
configurar por el Espíritu Santo; hombres de oración, de adoración y también intercesores
que velan en la noche de este mundo para que la vida de tantos no se hunda en
la oscuridad de la noche y sean tocados en el amanecer por la luz
radiante del Resucitado”.
Por
otro lado, Verónica Berzosa afirmó también que la adoración “no es
un lujo, es una necesidad vital de quien ama”.
“El
hombre seducido en el corazón es atraído a una adoración libre, que no es un
postrarse servil, sino un inclinar el corazón ante la verdad, ante la vida que
nos ha encontrado. El sí libre del amor es la razón por la que adoramos. Ante
el Pan que con tanta ternura adoráis, que está presente corporalmente en la
custodia, expresáis y reconocéis que el hombre solo puede realizarse plenamente
a sí mismo adorando y amando a Dios por encima de todas las cosas. Es
en la adoración donde se orienta nuestra libertad que desea
ardientemente gozar de la Vida, de la Verdad, de la Bondad, de la Belleza para
la que Dios, en su designio, nos ha creado”, añadió.
Además,
esta madre fundadora explicó que en esta oración –“la adoración más íntima”-,
nadie “puede pensar sólo en sí mismo” sino que “nuestra oración se puebla de
rostros”, pues consideró que en ese momento “experimentamos cómo nadie es
ajeno a nuestro corazón, sino que la vida y el drama de cada uno, sea quienes
sean, ricos o pobres, creyentes o no, son siempre nuestros”.
Madre
Verónica avanzó aún más al afirmar que “la adoración también nos hace
descubrir nuestra indigencia y fragilidad, a la vez que nos lanza con
confianza a poner nuestra esperanza en el Amor de Dios, en sus infinitas
posibilidades. Cada uno sabemos el agradecimiento que sentimos cuando oran por
nosotros”.
Y
es que –insistió- “nosotros, hambrientos, estamos llamados a saciar el
hambre de otros y es así precisamente como somos saciados. Tan solo se
nos pide orar sin desfallecer como el mismo Maestro nos enseñó: ‘El pan nuestro
de cada día dánosle hoy’”.
Irradiar
el bien, no sólo frenar el mal
“Ante
el inmenso sufrimiento que vemos en el mundo, sentimos nuestra impotencia para
prestar una ayuda eficaz y decimos: ‘Cinco panes y dos peces ¿qué es eso para
tantos?’. Sabemos que, en comunión con Jesús, siempre podemos
ofrecernos y rezar por cada hermano, dejarle en Sus manos esperando
confiadamente en Aquel que acepta nuestras vidas y oraciones, y tiene el poder
de obrar milagros con lo que podamos poner en Sus manos. Ha querido contar con
nosotros”, señaló igualmente.
Ya
al finalizar su meditación, la fundadora de Iesu Communio recordó que los
creyentes son invitados a una elección: “en vez de huir del mal o devolver mal
por mal o violencia que genera más violencia, podemos afrontarlo en
oración, entregándoselo al Señor para que su Amor triunfe entre
nosotros”.
La
religiosa burgalesa especificó que “’pasar haciendo el Bien’, no consiste en
‘pasar de largo’ o atemorizarse y rendirse ante el mal, o caer en la amargura
de insistir en subrayar todo lo malo. El cristiano sabe esperar y
confía en la victoria del Bien, sabe orar”.
De
hecho, el cristiano –agregó- “elige irradiar el Bien como testimonio de
que el amor es más fuerte que la muerte, que el mal, que el odio, que la
mentira, que la oscuridad. ¡Nos necesitamos tanto! Ayudémonos a estar en vela,
a orar en todo tiempo porque somos muy conscientes de que el mal no es una
fuerza anónima y que el diablo busca aliados entre los hombres, también entre
nosotros, pero gracias a Cristo podemos no dejarnos vencer por el mal e incluso
vencer el mal con el Bien. En comunión, estamos llamados a esta vigilancia del
corazón”.
"Pienso
qué sería hoy de mí si Jesucristo no me hubiese mirado con amor en su Iglesia,
qué sería hoy de mí si no viviera en la certeza de que soy amada y que mi vida
es fruto del Amor de Dios. Doy inmensas gracias a mi Esposo y Señor por
el don incomparable de ser cristiana y por vosotros, mis hermanos en la fe, en
quienes veo y me enseñáis que ‘a amar se aprende amando y a adorar se aprende
adorando’”, concluyó.
(Puedes leer aquí la meditación íntegra de la Madre Verónica
sobre la Eucaristía y la Adoración)
Javier Lozano
Fuente: ReL