Treinta años después de su muerte, los Rugamba son un símbolo para la comunidad cristiana de Ruanda.
Familia Rugamba |
En
medio del caos, la familia
Rugamba fue “una luz en la oscuridad total”, entregada a
la fe y que murieron cómo mártires de Cristo, de la paz y la unidad
entre ruandeses. Hoy, el matrimonio espera a ser prontamente beatificado.
Del seminario a "campeón de las
artes"
Cyprien
nació en 1935, en Rwamiko (Ruanda). Fue criado en una familia católica, como
parte de la etnia mayoritaria de Ruanda, los hutus.
Pronto,
Cyprien entró al seminario.
Lejos de lo esperado, allí conoció
el pensamiento de autores existencialistas que, junto con algunos escándalos que presenció
durante su formación, motivaron en él una fuerte crisis y perdió la fe.
El
joven ruandés abandonó el seminario y comenzó sus estudios en Bélgica, donde
obtuvo una exitosa carrera
trabajando en la administración para el gobierno de Ruanda. Durante
aquellos años se formó y dedicó en torno al arte tradicional de su país y,
desde entonces, entregó su
vida al arte y la cultura.
En
un momento en que la mayoría de artistas ensalzaba las manifestaciones de su
propia etnia, Cyprien buscó
crear una cultura propiamente ruandesa, nacional, a través de su producción
artística y, especialmente, musical.
Este
enfoque en salvar el arte tradicional, en vías de desaparición, le dio a
Cyprien un alto nivel de
reconocimiento en la sociedad y pasó a ser visto como un campeón de las artes.
El matrimonio, un calvario de 17 años
En
1963, el joven artista iba
a casarse con Xaverina Mukahigiro cuando fue asesinada junto a otros
familiares. Para honorar el compromiso que había hecho con la familia de Xaverina,
le pidió a su prima,
Daphrose Mukasanga, su mano en matrimonio. Se casaron en 1965.
Desde
el primer momento, todo
dio a entender que el matrimonio no duraría. Él estaba alejado de la fe y sentía
un profundo resentimiento por la profunda vida espiritual de su esposa, muy devota y piadosa.
Daphrose,
que creía firmemente en la santidad del matrimonio, soportó pacientemente las infidelidades de su marido, en un
calvario matrimonial que se alargó durante 17 años. Con una vasta familia de 10 hijos, el único consuelo de
la mujer era poder asistir
a misa junto a ellos, rezando constantemente por la conversión de su esposo.
Escribiendo sobre su próxima muerte,
sintió al Espíritu Santo en su corazón
La
piedra de toque de Cyprien apareció en 1982, bajo la forma de una grave dolencia que no podía
ser diagnosticada.
Convaleciente,
estaba escribiendo una
canción sobre la muerte cuando percibió como su corazón se inundaba del
Espíritu Santo y creyó en la existencia de Dios e interiormente supo
que ocurrió por la oración de su mujer e hijos.
Aquella
experiencia motivó una
conversión radical, especialmente en su vida matrimonial. Se arrepintió
profundamente de los sufrimientos ocasionados a su esposa, y juntos asistieron
a una renovación matrimonial. Cyprien se recuperó de la enfermedad sin explicación alguna.
Todos
los que conocían al matrimonio quedaban sorprendidos ante el cambio. Pasó de ser arrogante e
indiferente a una persona nueva, amante de Daphrose, fiel, humilde y
acogedor que irradiaba felicidad junto a su esposa y con quien comenzó a
compartir su amor por la fe.
En
1989, la familia quedó fascinada ante la Comunidad Emmanuel y un año después
fundaron la delegación nacional de Ruanda. Desde entonces, la gran familia Rugamba se entregó
por completo a la adoración y evangelización, y a hacer crecer la misión de
su comunidad, buscando la hermandad entre todos los ruandeses.
Sin
embargo, en aquellos momentos, el clima político estaba enrarecido, y nadie sospechaba
que esa unidad que
proclamaban los Rugamba sería la antítesis de lo que su país natal viviría pocos
años después.
No
faltaba mucho para que la escalada de tensión entre hutus y tutsis llegase al
límite. La convivencia se hacía cada vez más difícil en todo el país, y solo en la comunidad Emmanuel de
los Rugamba los ruandeses seguían viéndose como hermanos.
Cyprien
creyó ver cumplido el gran objetivo de su vida. Pero poco después, el asesinato
del presidente Juvenal Habyarimana, perteneciente a los hutus, marcó el estallido de una sangrienta
masacre entre ambas etnias que diezmó la población de Ruanda.
Usando
su influencia obtenida durante su empleo en la administración, Cyprien pidió el fin de las masacres por
los grandes medios de comunicación y no pocas medidas para fomentar la paz y la unidad.
Mártires por la hermandad de los
ruandeses en la fe
Aquella
pretensión les valió el
martirio. El 7 de abril comenzó el genocidio en Ruanda, y durante toda la noche la familia
permaneció rezando ante el Santísimo Sacramento, donde fueron sorprendidos.
Uno
de los hijos, presente con ellos durante la masacre, pero que sobrevivió,
informó que cuando los milicianos entraron su primera pregunta a Cyprien fue: “¿Eres cristiano?”. A lo que su
padre respondió, utilizando la letra de una canción suya que se había
vuelto popular en Ruanda: “¡Sí,
muy cristiano! Y entraré en el cielo bailando”. Cyprien y Dephrose,
junto con seis de sus hijos, fueron brutalmente asesinados.
Treinta
años después de su muerte, los Rugamba son un símbolo para la comunidad
cristiana de Ruanda.
La
agrupación músical de Cyprien, Amasimbi n'Amakombe,
es todo un icono del arte y la cultura, y la comunidad Emmanuel que fundaron es hoy la segunda más grande
del mundo, cumpliendo el sueño en vida de su fundador: que los ruandeses
pudiesen reunirse, unidos en la fe y al margen de las divisiones de los grupos
étnicos.
Por
su parte, Daphrose tenía
un pequeño negocio en Kigali, donde los niños de la calle le robaban patatas.
Esto le hizo darse cuenta de su estado de pobreza, y decidió ayudarlos. La obra que inició sigue dando sus frutos bajo
el nombre de CECYDAR (Centro Cyprien y Daphrose Rugamba) y desde hace 20 años,
el centro acoge a niños pobres de la calle en Kigali.
Su
causa de beatificación fue
abierta en septiembre de 2015.