El fruto del pasado
| Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace unos días,
Joane y yo nos fuimos a dar un paseo por la huerta. En seguida, mi paso se
dirigió a la higuera, que es ahora cuando está dando fruto. Le pedí que si me
ayudaba a coger alguno para merendar, y entre las dos alcanzamos los más
maduros.
Le ofrecí que
si quería, pues para mí es “un manjar”, pero ella me dijo muy amablemente que
no quería. Mientras yo iba merendando los higos, seguimos nuestro paseo y, poco
más adelante, comenzamos a pisar nueces del nogal que se elevaba a nuestro
lado. Así que ella rápidamente se lanzó a recogerlas… y luego me las ofrecía,
pero le dije que prefería los higos.
¡Qué gracia nos
hizo a las dos! Ambas hemos crecido cada una en una punta del país, ella, en el
norte, donde los nogales, avellanos y otro tipo de frutos, y yo en el sur,
tierra de higos, melones y sandías… y, por ello, nos dimos cuenta de que a cada
una le gustaba un tipo de fruto diferente.
Aquello me
volvió a venir en la oración, cómo nuestro pasado influye mucho en nuestra
vida, hasta el gusto es modelado por lo que hemos vivido. Sin embargo, el Señor
me regaló ver algo mucho más allá: que lo que Él quiere hacer de nuestro pasado
es transformarlo en frutos. El fruto no sale nada más plantar el árbol, el
fruto habla ya de un pasado que ha ido madurando, floreciendo, hasta dar fruto…
unos de una manera y otros de otra, ¡el Señor lo hará al gusto de cada uno!
Cuántas veces
vivimos con el peso del pasado, y sin embargo, no está en nuestra mano. Nuestro
pasado no nos pertenece, no está en nuestra mano cambiarlo, pero, si se lo
entregamos a Cristo, Él lo transforma completamente. Él le da a todo un
sentido, y hace que lo podamos descubrir antes o después, porque todo lo que es
de Cristo queda redimido. Y para que sea de Cristo tan solo tenemos que
desapropiarnos nosotros y dárselo a Él.
¡Todo es
posible para Él! Y de su mano, viviendo confiados, comenzamos a ver los
milagros que siempre hace con nosotros. Cree y verás la gloria de Dios.
Hoy el reto del
amor es dejar que tu pasado le pertenezca solo a Cristo. Él ha muerto y
resucitado por ti, precisamente para que nada pueda atarte, sino para liberarte
de cualquier peso y que puedas ser feliz y tener vida.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
Fuente:
Dominicas de Lerma