La Secretaría General difunde el texto base y el Vademécum para orientar el camino del Sínodo dedicado a la sinodalidad, que se abrirá los días 9 y 10 de octubre en Roma y el 17 de octubre en las Iglesias particulares, antes de concluir en el Vaticano en 2023
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Sínodo de los Obispos 2019 |
Escuchar, "sin prejuicios". Tomar la
palabra, "con valor y parresía". Diálogo con la Iglesia, la sociedad
y otras confesiones cristianas. La Secretaría General del Sínodo publica el
Documento Preparatorio y el Vademécum para indicar las líneas maestras sobre
las que se orientará el camino del Sínodo sobre la Sinodalidad, que se abrirá
solemnemente los días 9 y 10 de octubre en Roma y el 17 de octubre en las
Iglesias particulares, para concluir con la asamblea de los obispos del mundo
en el Vaticano en 2023.
El Vademécum, un "manual" para
las Iglesias locales
El documento pretende ser sobre todo una herramienta
para animar la primera fase de escucha y consulta del Pueblo de Dios en las
Iglesias particulares, que comenzará en octubre de 2021 y terminará en abril de
2022: "Una especie de obra o experiencia piloto". Mientras que el
Vademécum se concibe como "un manual" que ofrece "apoyo
práctico" a los referentes diocesanos para preparar y reunir al Pueblo de
Dios. Incluye fuentes litúrgicas y bíblicas y oraciones online, así como
ejemplos de ejercicios sinodales recientes y un glosario de términos del
proceso sinodal. "No es un libro de reglas", se especifica, sino
"una guía para apoyar los esfuerzos de cada Iglesia local", teniendo
en cuenta culturas y contextos, recursos y limitaciones.
Caminar juntos como Iglesia sinodal
En las dos publicaciones de la Secretaría del Sínodo
subyace una cuestión fundamental:
“¿Cómo se realiza hoy en los distintos niveles (desde
el local hasta el universal) ese "caminar juntos" que permite a la
Iglesia anunciar el Evangelio, de acuerdo con la misión que se le ha confiado;
y qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer como Iglesia sinodal?”
Para responder a esta pregunta, se indican pasos
concretos. En primer lugar, vivir "un proceso eclesial participativo e
inclusivo", que ofrezca a todos -especialmente a los marginados- "la
oportunidad de expresarse y ser escuchados"; después, "reconocer y
apreciar la riqueza y variedad de dones y carismas" y "examinar cómo
se viven la responsabilidad y el poder en la Iglesia, y las estructuras a
través de las cuales se gestionan", sacando a la luz "prejuicios y
prácticas distorsionadas que no están enraizadas en el Evangelio". También
pide que "la comunidad cristiana sea acreditada como actor creíble y socio
fiable" en los caminos del diálogo, la reconciliación, la inclusión y la
participación. También pide "regenerar las relaciones" entre los
cristianos, con los representantes de otras confesiones, con las organizaciones
de la sociedad civil y los movimientos populares.
Crisis, pandemia, abuso
Pasos concretos, pues, que se dan en un marco
histórico "marcado por cambios de época", empezando por la
"tragedia global" de Covid que ha hecho "estallar" las
desigualdades preexistentes, pero también en un contexto en el que la Iglesia
tiene que lidiar internamente con la falta de fe, la corrupción y, sobre todo,
"el sufrimiento que viven los menores y las personas vulnerables por los
abusos sexuales, de poder y de conciencia" cometidos por el clero.
Sin embargo, es precisamente en estos "surcos
cavados por el sufrimiento de todo tipo" donde florecen "nuevos
lenguajes de la fe" y "nuevos caminos" para refundar "el
camino de la vida cristiana y eclesial". Para la Secretaría del Sínodo
"es un motivo de gran esperanza que no pocas Iglesias hayan iniciado ya
encuentros y procesos de consulta con el Pueblo de Dios". Se citan los
casos de América Latina, el Caribe, Australia, Alemania e Irlanda, así como
otros sínodos diocesanos de todo el mundo: todos ellos oportunidades para
ofrecer espacios de participación y potenciación de los laicos, especialmente
de las mujeres y los jóvenes, tal y como se ha pedido en sínodos anteriores.
Los laicos, sujetos activos de la evangelización
En cuanto a los laicos, el documento reitera que todos los bautizados son "sujetos activos de la evangelización", por lo que es fundamental que en el camino sinodal los pastores "no tengan miedo de escuchar al rebaño que se les ha confiado". En una Iglesia sinodal, de hecho, todos "tienen algo que aprender": fieles, clero, el propio Obispo de Roma. "Uno escucha a los demás, y todos escuchan al Espíritu Santo", se reitera. También porque "una Iglesia sinodal es un signo profético sobre todo para una comunidad de naciones incapaz de proponer un proyecto compartido, a través del cual perseguir el bien de todos".
Preguntas para las Iglesias particulares
Más concretamente, el texto preparatorio propone
preguntas para guiar la consulta del Pueblo de Dios. Todo comienza con una
pregunta fundamental:
“¿Cómo se realiza hoy el "caminar juntos" en
vuestra Iglesia particular?”
La invitación es a preguntarse qué experiencias han
tenido lugar en la propia diócesis a este respecto; qué alegrías, dificultades
o incluso heridas han provocado; cuáles son las perspectivas de cambio y los
pasos a dar. En la relectura de las experiencias, hay que tener en cuenta las
relaciones internas de las Iglesias particulares entre los párrocos, las
parroquias, las comunidades, pero también entre los obispos (entre ellos y con
el Papa), con los cuerpos intermedios y luego también la integración de las
diferentes formas de vida religiosa y consagrada, de las asociaciones y
movimientos laicos, de las instituciones de diversa índole (escuelas,
hospitales, universidades, fundaciones, organizaciones caritativas). También
hay que considerar las relaciones y posibles iniciativas conjuntas con otras
religiones, con personas alejadas de la fe, con el mundo de la política, la
cultura, las finanzas, el trabajo, los sindicatos y las minorías.
Sinodalidad "vivida"
Por último, el documento preparatorio esboza diez
núcleos temáticos para articular la "sinodalidad vivida". Hay que
profundizar en ellas para enriquecer aún más la consulta.
- Compañeros de viaje: es decir, reflexionar sobre quiénes forman parte
de lo que llamamos "nuestra Iglesia", así como quiénes son los
"compañeros" que están fuera del perímetro eclesial o que quedan en
los márgenes.
- Escucha: los
jóvenes, las mujeres, los consagrados, los descartados, los excluidos.
- Tomar la palabra: considerar,
por tanto, si se promueve "un estilo de comunicación libre y auténtico,
sin duplicidades ni oportunismos" dentro de la comunidad y sus órganos.
- Celebrar: evaluar
cómo la oración y la liturgia inspiran y guían efectivamente el "caminar
juntos" y cómo se promueve la participación activa de los fieles.
- Corresponsabilidad en la misión: una reflexión, es decir, sobre cómo la comunidad apoya
a sus miembros comprometidos en un servicio, por ejemplo, en la promoción de la
justicia social, los derechos humanos, la Casa Común).
- El diálogo en la Iglesia y en la sociedad: repensar los lugares y las modalidades del
diálogo en las Iglesias particulares, con las diócesis vecinas, con las
comunidades y movimientos religiosos, con las instituciones, con los no
creyentes, con los pobres.
- Con otras confesiones cristianas: qué relaciones se mantienen con otras confesiones
cristianas, cuáles son los frutos, cuáles son las dificultades.
- Autoridad y participación: ¿cómo se ejerce la autoridad en la Iglesia particular,
cuáles son las prácticas de trabajo en equipo, cómo se promueven los
ministerios laicos?
- Discernir y decidir: preguntarse qué procedimientos y métodos se utilizan
para tomar decisiones; cómo se articula el proceso de toma de decisiones y qué
herramientas se promueven para la transparencia y la responsabilidad.
- Formación para la sinodalidad: en esencia, una mirada a la formación que se ofrece a
quienes tienen roles de responsabilidad en la comunidad cristiana, para
hacerlos más capaces de escucharse y dialogar.
No son documentos, sino profecías
La Secretaría del Sínodo pide que se condensen los
frutos de las reflexiones en un máximo de diez páginas, profundizando, si es
necesario, con otros textos de apoyo. El objetivo "no es producir
documentos", sino suscitar sueños, profecías y esperanzas.
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Vatican News