Su historia se hizo viral en los últimos días debido a un mensaje en el que se narra su caso compartido en la red social Twitter por Jeremías, un misionero argentino que se encuentra en Malawi con la Orden de San Elías
Justina junto con Jeremías y el P. Highton. Foto: Orden de San Elías |
En el lugar de
Chilambo, al norte de Malawi, muy cerca de la frontera de Zambia, Justina era
la única católica. Incluso su propia familia, su esposo, sus hijos, trataron de
convencerla en varias ocasiones para que abandonara la Iglesia y se integrara
en la comunidad protestante. Sin embargo, durante 37 años, Justina se
mantuvo fiel a su fe católica.
Sin atención
pastoral, sin sacerdotes que pudieran llegar hasta el lugar por lo aislado y
escarpado del territorio, Justina recibió por última vez los sacramentos en
1984. Pero ahora la situación ha cambiado por completo.
Su historia se
hizo viral en los últimos días debido a un mensaje en el que se narra su caso
compartido en la red social Twitter por Jeremías, un misionero argentino que se
encuentra en Malawi con la Orden de San Elías.
Según explicó a
ACI Prensa, la Iglesia Católica nunca había llegado a Chilambo. “No hay
registros de que un sacerdote haya venido a esta zona, debido a la dificultad
del acceso. Hay que caminar al menos tres horas entre las montañas para poder
dar con las primeras casas”.
Antes de llegar
hay varias aldeas con población católica. En una de ellas nació y vivía Justina
antes de trasladarse a Chilambo, donde dejó de tener contacto con las
comunidades católicas.
La misión de la
Orden de San Elías, en la que se encuentra Jeremías en Malawi, tiene su sede en
Chisenga, Diócesis de Karonga. La misión la sostiene la plataforma Omnes Gentes
Project y, en la actualidad, en Chisenga, se encuentran como misioneros el P.
Federico Highton y los laicos Nahuel, Nick y el mismo Jeremías.
“Vivimos en
Chisenga Rural Trading Area, perteneciente a la Diócesis de Karonga, cuyo
Obispo nos encomendó la evangelización de más de 30 aldeas, cuyos habitantes
poco conocen sobre Jesús si es que alguna vez escucharon su nombre”.
“En las aldeas
que visitamos, sucede que aquellos que sí conocen a Jesús cayeron en las manos
de sectas protestantes que difunden la poligamia y diversas ideas que nada
tienen que ver con la verdad”, relata.
“En Chisenga”,
aclara Jeremías, “no hay parroquias, porque no hay sacerdotes para cubrirlas, y
lo que hay son pequeñas comunidades cristianas”.
Explica que
“cada una de estas comunidades cristianas tiene catequistas o instructores de
catecumenado con una pequeña organización formada por los líderes eclesiales, o
‘Church leaders’, que son básicamente laicos que se encargan de administrar las
iglesias en aquellos lugares donde no hay sacerdotes y donde todavía no hay
parroquias por falta de sacerdotes”.
Jeremías señala
que siempre que van de misión “nos acompañan los líderes de la Iglesia de
Chisenga, que son laicos: el catequista, el secretario del catequista y algunos
otros”.
Cuando
organizaron la misión en Chilambo, los “Church leaders” contaron a Jeremías y a
los sacerdotes de la Orden que “solo había una persona católica en el área”,
Justina. “Cuando llegamos, pasamos a visitarla”.
“Justina se
puso muy contenta de vernos e intercambiamos algunas palabras con ella. Nos
contó que sentía mucha pena porque no tenía un lugar donde ir a practicar su
fe, y que se encontraba sola en ese aspecto”.
El motivo por
el que Justina estuvo alejada de los sacramentos tiene que ver con la
distancia. “Ningún sacerdote había llegado a Chilambo anteriormente, por lo que
la atención pastoral era nula”.
“Incluso si
caminara unas cinco horas para ir a alguna aldea cercana, tampoco podría
asistir a Misa, dado que en las aldeas que sí tienen población católica también
escasea la celebración de la Eucaristía debido a que los sacerdotes llegan solo
una vez en tres meses, aproximadamente”.
“La gente de la
zona conoce el nombre de Jesús, pero nunca habían escuchado oír hablar de qué
es un sacramento, así como tantas otras cosas”, señala Jeremías.
A pesar de los
intentos de que abandonara la Iglesia Católica y se incorporara al
protestantismo, “Justina nunca aceptó esa invitación y se mantuvo firme a su fe
católica durante 37 años, confiando en que en algún momento tendría la
oportunidad de volver a sentir la Iglesia desde dentro”.
Y, finalmente,
“la Iglesia Católica llegó a Chilambo”. Una llegada que fue recibida con tal
júbilo que “varios de los jefes de las distintas aldeas que componen el área se
convirtieron a la fe católica. Incluso donaron un terreno a la Iglesia donde
realizar todas las reuniones”.
“Al día
siguiente de ver a Justina realizamos una predicación con mucha gente de la
zona, y ella vino muy contenta. En Chilambo había solamente una persona
católica, y ahora 88 personas comenzarán el catecumenado para recibir los
sacramentos, comenzando por el bautismo. Justina no estará sola para practicar
su fe”.
Antes de
regresar a su base en Chisenga, Justina dijo a los misioneros “que se
encontraba realmente feliz de que la Iglesia Católica finalmente haya llegado a
Chilambo, ya que antes estaba sola. También mencionó que no se esperaba esto,
pero que es el modo en que Dios ha obrado”.
Por Miguel
Pérez Pichel
Fuente: ACI
Prensa