El actor publica "Greenlights", un libro de confesiones y recuerdos personales en los que Dios aparece en momentos decisivos
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El actor
publica "Greenlights", un libro de confesiones y recuerdos
personales en los que Dios aparece en momentos decisivos
El libro se
llama «Greenlights», porque está compuesto de «semáforos verdes», ideas
para vivir la vida con pasión. Matthew McConaughey ha cumplido 51
años y ha compilado pensamientos, reflexiones y recuerdos de todo tipo.
Con ellos uno puede hacerse una idea de cómo es de verdad este tejano cien
por cien, casado con la modelo brasileña Camila Alves desde 2012. Con
ella ha sido padre de 3 hijos: Levi, Vida y Livingstone, de 13, 11 y 8
años, respectivamente.
Su matrimonio
con Camila Alves, católica, supuso un importante acercamiento a la Iglesia.
Pero en el libro Matthew McConaughey revela momentos del pasado que hablan de
su búsqueda de Dios mucho antes.
Así fue, por
ejemplo, cómo conoció al hermano Christian, el monje que más tarde sería
el sacerdote que celebraría su matrimonio. Ocurrió en 1996.
Aquel
año, 1996, le llegó la fama con «Tiempo de matar». Fue una película
taquillera y Matthew McConaughey se sintió agobiado. Todo el mundo lo
abordaba, parecían conocer hasta los máximos secretos de su vida. El comportamiento
de su madre tampoco ayudó, porque ella se prestó a salir en televisión y
mostrar más intimidades de lo que a su hijo le habría gustado.
El monasterio
de Cristo en el Desierto
Llegado a este
punto, el actor decidió aislarse. Y lo hizo nada menos que en
el monasterio de Cristo en el Desierto, un convento benedictino situado en
el desierto de Chama, al norte de Santa Fe, en el estado de Nuevo México.
Él mismo lo
relata con detalle:
«El Monasterio
de Cristo en el Desierto se asienta en medio de kilómetros de desierto
impertérrito, a orillas del río Chama, en Abiquiu (Nuevo México). El
camino de tierra de veintidós kilómetros que conduce hasta allí desde la
autopista suele estar difuminado, por lo que no se puede llegar en coche. A Thomas
Merton le encantaba. Decía que este monasterio era un lugar donde la gente
podía ir a «reajustar sus perspectivas».
Leí algo sobre
él en un libro y pensé: ‘Esto es lo que necesito en este momento: una
realineación espiritual’.»
La cita de
Thomas Merton no es casual. Merton se convirtió al catolicismo a los 23
años y fue ordenado sacerdote. Vivió como monje trapense y publicó muchos
libros, entre ellos su autobiografía, «La montaña de los siete círculos», que
fue un best seller.
«Mi cabeza era
un caos»
El actor
explica que en esos momentos «mi cabeza era un caos. Perdido en el
exceso de mi recién descubierta fama y luchando contra el complejo de
no ser digno de ella, mi existencia, entonces sin techo, no solo me
tenía buscando mi rumbo, sino que también me estaba aplastando.
¿Cómo podía un chico de clase trabajadora de Uvalde, Texas, merecer toda
esa opulencia y esos elogios?
«No sabía cómo
manejar la decadencia de mi éxito, mucho menos creer que debía disfrutarlo. No
sabía en quién confiar, y esto también me incluía a mí.»
A pesar de no
ser católico, McConaughey sintió el deseo de acercarse al monasterio: «En el
libro, los hermanos decían: «Si puedes llegar a nosotros, simplemente llama a
la puerta, te acogeremos».»
«Bienvenido,
hermano»
El actor
decidió aislarse para reencontrarse y recuerda:
«Un buen amigo y yo viajamos desde Hollywood hasta ese camino de tierra, donde me dejó, y recorrí los veintidós kilómetros a pie hasta el monasterio. Llegué una hora después del ocaso y llamé a la puerta. Vestido con un hábito con capucha y una túnica, un hombre bajo llamado hermano André me recibió:
—Bienvenido,
hermano, todos los viajeros tienen aquí un lugar donde hospedarse.
Me lavé y me
dirigí a la cena grupal, en la que se leían los salmos en voz alta y hablar
estaba estrictamente prohibido. Después, el hermano André me acompañó a una
habitación pequeña y sencilla con un catre y una esterilla en el suelo en la
que me tumbaba por las noches.»
«Necesito
hablar»
Para Matthew McConaughey, aquellos momentos iban a ser cruciales.
«Al día siguiente, le dije al hermano André:
—Necesito hablar sobre algunas cosas que están pasando en mi vida y en mi mente, ¿sabe con quién podría hablar?
—Sí —respondió—, el hermano Christian sería el adecuado para hablar sobre ese tipo de cosas.
Me reuní con el
hermano Christian y dimos un largo paseo por el desierto. Descargué
mis sentimientos de culpa, los lugares bajos y lascivos por los que mi mente
había estado viajando, la perversión de mis pensamientos.
—Desde que me
he vuelto famoso —declaré— he intentado ser un buen hombre, no mentirme ni
engañarme, ser más puro de corazón y de mente, pero estoy lleno de lujuria y
despersonalizo a otras personas y también a mí mismo. No siento ninguna
conexión con mi pasado ni veo el camino hacia mi futuro. Estoy perdido. No me
siento yo mismo.
«Compartí mis
demonios mentales -prosigue McConaughey- durante tres horas y media con el
hermano Christian. Me autocastigué. Él no dijo ni una palabra. Ni una.
Simplemente me escuchó pacientemente mientras deambulábamos por el desierto uno al lado del otro.»
«Llegué al
final de mi confesión»
«Al llegar la cuarta hora estábamos de regreso a la capilla, sentados en un banco justo en la entrada. Ahora llorando, finalmente llegué al final de mi confesión. Nos sentamos en silencio mientras esperaba el juicio de Christian. Nada. Finalmente, en la inquietud del silencio, miré hacia arriba. El hermano Christian, que no me había dicho ni una palabra en todo aquel tiempo, me miró a los ojos y, casi en un susurro, me dijo:
—Yo también.
A veces no
necesitamos consejo. A veces solo necesitamos oír que no somos los únicos.»
Transcurridos
16 años desde aquel primer encuentro, Matthew McConaughey pidió al hermano
Christian que fuera el sacerdote el día de su boda con Camila Alves.
El casamiento,
según cuenta en el libro, se celebró en la intimidad. Camila estaba embarazada
del tercer hijo, Livingstone, que hoy tiene 8 años.
«El 13 de junio de 2012, Camila Araujo Alves se convirtió en Camila Alves McConaughey.
El hermano
Christian del monasterio ofició la ceremonia católica; nuestro pastor local,
Dave Haney, hizo los saludos introductorios; el cantante John Mellencamp
interpretó los salmos y una sacerdotisa candomblé nos bendijo en la magia
afrobrasileña.»
«Necesitaba
casarme con Camila»
McConaughey
alterna el humor con la seriedad en las más de 350 páginas del libro. Pero,
envuelto en la rudeza de que hace gala por ser de Texas, nunca falta la
profundidad. Explica que es hijo de un matrimonio que se divorció dos veces y
se casó otras tres. Su familia no era un modelo.
Un día, su hijo Levi -que entonces tenía 3 años- le preguntó si tenía miedo a casarse.
El actor
respondió:
—Sí, supongo
que me da un poco de miedo.
—¿Miedo de qué?
—… de perderme —dije.
«Al día
siguiente -escribe- fui a visitar a mi pastor. Hablamos del sacramento del
matrimonio y de superar mis miedos.
«Me habló del misterio del matrimonio y de cómo, cuando dos personas que están destinadas a estar juntas se unen, la aventura de vivir uno al lado del otro no borra el sentido de identidad de uno mismo, sino que lo ilumina y lo conforma. De que cuando dos personas se unen en matrimonio, ambas llegan como un solo ser, y que en el matrimonio no perdemos la mitad de nosotros, sino que nos volvemos más nosotros. Con este compromiso con Dios, y con nuestra esposa, en realidad triplicamos nuestra existencia y nos convertimos en tres veces lo que somos. Tres entidades: esposa, marido y Dios, unidas, unánimes. 1 × 1 = 3. Una multiplicación mística.
—Hace falta valor y sacrificio —dijo. Y luego me retó—: ¿Qué representa un riesgo mayor para ti, Matthew? ¿Embarcarte en esta aventura o continuar con la que tienes ahora?
El reto. Me
hizo pensar.»
La idea de
casarse con Camila Alves había calado hondo en el actor y era consciente de que
el matrimonio era un asunto muy serio.
«Me arrodillé»
«Me pasé las
semanas siguientes hablando de ello con mi pastor, con mi hermano y con hombres
que habían triunfado en su matrimonio. Pronto, por primera vez en mi vida,
reuní el valor para ver el matrimonio no como el destino final, sino como una
nueva expedición, una elección positiva y sentida para ser algo más, juntos,
con la mujer con la que quería pasar el resto de mi vida y la única madre con
la que quería estar disfrutando en mi octogésimo octavo cumpleaños.»
«Por primera
vez empecé a ver el matrimonio como algo más que una autorización bíblica y
legislativa que se suponía que debía sentirme responsable de
representar. Casarme con Camila se convirtió en algo que necesitaba hacer.
Me arrodillé y le propuse matrimonio el día del cumpleaños de Jesús, en
2011.
Aceptó.»
El sí de Camila
El actor habla de Camila y la elogia como mujer decidida y valiente. Sin duda está convencido de que era la mujer que Dios tenía pensada para él. Afirma:
«Yo no me casé
con la mujer de mis sueños aquella noche, me casé con la mejor sobre la faz de
la Tierra para mí, y es una sirena».
Camila, por su
parte, dejó claro cuál era su propósito al querer casarse por la Iglesia
Católica con Matthew McConaughey:
«Aquella noche, en el altar, Camila me miró a los ojos y dijo:
—No quiero nada, solo todo lo que tú tienes que ofrecer.»
El actor añade:
«Sin miedo y en
busca de un nuevo misterio, me comprometí con el compromiso y, por
primera vez en mi vida, sentí que podía tambalearme y no caer. Sabía que sería
más difícil porque ahora, como marido y mujer, había más por lo que trabajar.
Ya no perseguíamos mariposas: Camila y yo sembramos nuestro jardín para que
pudieran venir a nosotros.»
Sus metas en la
vida
En una de las
páginas del libro, Matthew McConaughey publica un papel que escribió el 1 de
septiembre de 1992 y en el que anotó sus «Diez metas en la vida». La número 8
era «ganar el Oscar al Mejor Actor». Le llegó en 2014.
Las tres
primeras eran:
1) ser padre.
2) encontrar a
la mujer para mí y conservarla.
3) mantener mi
relación con Dios.
Dolors Massot
Fuente: Aleteia