Era evangélica, pero descubrió la fe católica gracias al ambiente universitario en el que estudiaba
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Jenna Fasemayer, deportista paralímpica y conversa al catolicismo. Dominio público |
En la Newman Hall, además
de por ser deportista de élite, se la conoce como “nuestra Jenna” por su
actitud alegre, académica, de liderazgo y de testimonio por su recién
descubierta fe católica. En palabras del capellán del centro a The Catholic Post,
el periódico de la Diócesis de Peoria, Illinois, el padre Chase Hilgenbrinck,
“ella está viviendo la plenitud de la vida”.
Fesemyer, que nació sin la pierna izquierda y la cavidad de la cadera debido a
una rara enfermedad congénita, confiesa que “debo mucho de mi éxito al
apoyo que he recibido durante mi tiempo en el centro Newman de la universidad
de St. John”, en donde ha vivido y trabajado hasta el pasado mes de junio,
momento en el que logró el objetivo de clasificarse para acudir a Tokio a competir en las carreras de
1.500 metros, 5.000 metros y maratón.
Entre sus primeras declaraciones nada más
clasificarse, Jenna explicó a The Catholic Post,
que “puedo decir con confianza que mi fe y el apoyo que he recibido del
personal y los estudiantes de St. John han sido fundamentales en este viaje”. Y
el Newman Center también ha sido fundamental en su periplo hacia la fe.
Descubriendo la fe
católica
Jenna
se educó en la fe en una iglesia evangélica y eligió la residencia
universitaria de Newman Center porque era accesible y estaba cerca del lugar
donde entrenaban los deportistas de su universidad. Pero no supo hasta
que llegó que era una organización católica: “Fue una gran sorpresa cuando
llegamos y vimos sacerdotes y religiosos moviendo cajas. Mi familia, todos, nos
miramos y pensamos: ‘¿Qué hemos hecho?’”. Ahora reconoce que fue Dios quien
hizo algo.
En el segundo semestre de su primer año, ella
y su compañera de cuarto participaron en un retiro de Koinonía. Fue su primera experiencia con la
adoración y la Misa, y su curiosidad por la fe católica se encendió. El
fuego fue avivado por el sentido de comunidad que ya había experimentado en
Newman Hall. Era el Señor que la llamaba a estar más cerca. Jenna asistió al
programa Rito de Iniciación Cristiana para Adultos en la Universidad e ingresó a la Iglesia Católica el
Domingo de la Divina Misericordia de 2017, una semana después que sus
compañeros de clase, porque competía en el Maratón de Boston durante el fin de
semana de Pascua. Como ella misma afirma: “El Domingo de la Divina Misericordia
ocupa un lugar muy especial en mi corazón”.
Por el deporte hacia
la fe
Su madre era una atleta universitaria y más
tarde profesora de gimnasia y entrenadora de secundaria, y Jenna heredó su
espíritu competitivo. Con
su prótesis, la joven Jenna jugó voleibol, baloncesto y lanzó el disco en la
escuela secundaria, y también se convirtió en una buena golfista.
Cuando Ohio abrió su pista estatal a las
carreras en silla de ruedas, Jenna se convirtió en una pionera, ganando 12 medallas de oro.
“No sabía que esto sería una puerta abierta para venir a la Universidad de
Illinois y, en última instancia, a mi vida como católica”.
Conversa
y apóstol
“No podría estar más feliz por Jenna, ya que
ha logrado una meta que ha estado apuntando durante mucho tiempo”, explica el
padre Robert Lampitt, capellán del Newman Center, al semanario católico The
Catholic Post. “Y, sin embargo, la forma en que da un testimonio
fiel a los estudiantes es lo que realmente me impresiona”. “Ella nos muestra a todos lo que la
verdadera perseverancia y la fe en Cristo pueden lograr, ya sea compitiendo
en eventos o creciendo en santidad. Y lo hace todo con mucha gracia y humildad…”.
Lo más importante
para esta deportista
Fesemyer ha entrenado innumerables horas para
hacerlo bien en Tokio y se siente honrada de representar a los Estados Unidos
allí. Pero las medallas no son su mayor meta: “Glorificar a Cristo es lo primero, siempre. No estaría donde
estoy hoy si no mirara a Cristo en mi momento de necesidad o duda. Cuando
nos volvemos a Cristo, nuestras alegrías se multiplican”, explica Jenna, quien
a veces reza el rosario mientras participa en un maratón.
“Ella
es nueva en el catolicismo, pero no es nueva en su amor por Jesús”, dijo el
padre Hilgenbrinck. “Ese amor, su relación con el Señor, siempre ha estado
presente y ella siempre ha buscado profundizar”.
Ser
una inspiración
Algo que Fesemyer no le gusta mucho es que la
consideren una inspiración. “Tengo sentimientos encontrados sobre la palabra
'inspiración'”. “Aprecio los comentarios y los atesoro, pero quiero preguntarle
a la gente ‘¿Por qué?’ ¿Es porque tengo una discapacidad y otros están
eligiendo tan abiertamente verme de manera diferente? No me percibo a mí mismo
como diferente. Sé que
tengo una discapacidad, pero prefiero ser una inspiración debido a las
adversidades que he superado como atleta, estudiante… equilibrando todas“.
Y así es exactamente como se la ve en Newman
Hall. Pero Jenna omitió algunas razones adicionales. “Tiene una personalidad
realmente contagiosa”, explica el padre Hilgenbrinck. “Ella es muy alegre”. Ella también es una
evangelizadora, incluso liderando, y animando a otros a asistir al retiro de
Koinonía que significó tanto para ella.
El siguiente paso es la escuela de posgrado y
estudios en Organización y Liderazgo de políticas educativas con un enfoque en
asuntos estudiantiles. Fesemyer espera ser un recurso para los estudiantes en
el campus. No le preocupa el cómo, cuándo o dónde, sabiendo que está en el
camino correcto: “Dios nunca me
ha defraudado en el pasado cuando se trata de averiguar mi camino”, dijo
con esa sonrisa característica de la medalla de oro.
Fernando
de Navascués
Fuente:
ReL