Durante la Segunda Guerra Mundial, el campo de concentración nazi de Dachau, ubicado en Alemania, era el lugar donde los miembros del clero eran enviados. Fue en ese sitio de dolor y muerte donde se produjo un increíble evento: la ordenación de un sacerdote católico.
El Beato Karl Leisner - Campo de Concentración nazi de Dachau Foto: Wikipedia Dominio Público - Flickr Jordan (CC-BY-NC-ND-2.0) |
Karl Leisner nació en Alemania en 1915 y creció en la ciudad de
Cléveris. Desde temprana edad sintió el llamado al sacerdocio e ingresó al
seminario en Múnich cuando tenía 19 años. En ese entonces también se unió al
movimiento apostólico de Schoenstatt, al que perteneció hasta su muerte.
En 1939 fue ordenado diácono, pero enfermó de tuberculosis y tuvo
que ser internado en un hospital. En noviembre de ese mismo año, Leisner fue
arrestado por la Gestapo, la policía secreta nazi, porque un compañero lo
delató por criticar a Hitler.
Fue trasladado a una cárcel en la ciudad de Friburgo y el 14 de
diciembre de 1941 los nazis los enviaron al campo de concentración de Dachau.
En su libro, Zeller señaló que entre los años 1938 y 1945, fueron
deportados a ese campo de concentración unos 2.579 sacerdotes, seminaristas y
monjes católicos. De estos, 1.034 fallecieron en esa prisión.
Además, indicó que en el campo de Dachau los nazis se
dedicaban a “deshumanizar y degradar a los prisioneros” y que “ sigue siendo el
mayor cementerio de sacerdotes católicos en el mundo”.
Las duras condiciones de vida en el campo de concentración
hicieron que empeorara la salud de Leisner. Sin embargo, el joven nunca perdió
la alegría.
Según narra una biografía suya publicada en el sitio web de Schoenstatt,
el Beato era “capaz de entusiasmar y atraer a otros” y animaba a los
prisioneros tocando la guitarra que sus amigos lograron enviarle.
Debido a que la tuberculosis lo debilitaba cada vez más, el joven
sentía que se reducían las posibilidades de ser ordenado sacerdote. Pero todo
cambió cuando el Obispo de la diócesis francesa de Clermont-Ferrand, Mons.
Gabriel Piguet, llegó como prisionero el 6 de septiembre de 1944.
Debido a que solo un obispo puede conceder la ordenación
sacerdotal, Leisner le pidió a un sacerdote belga, el P. Leo de Coninck, que
intercediera a su favor ante Mons. Piguet. El Prelado accedió con la condición
de que esta ordenación tuviera la autorización del Arzobispo de Munich,
Cardenal Michael Faulhaber, porque era al que Leisner debía obediencia.
El trámite para conseguir la autorización fue realizado por una
joven llamada Josefa Imma Mack, que años más tarde se convertiría en religiosa.
Mack conocía a los sacerdotes y religiosos que estaban prisioneros en Dachau
debido a que algunos de estos vendían al público las flores y frutas que allí
se cultivaban.
El Catholic Herald narró que esta joven logró entregar a los
prisioneros las cartas donde el Cardenal Faulhaber concedía la autorización
para ordenar sacerdote a Leisner. Incluso consiguió el crisma, una estola y los
libros litúrgicos.
Gracias a la intervención diplomática del Vaticano, los nazis
autorizaron que en el campo de concentración de Dachau se construyera una
capilla en el Bloque 26. El sagrario, el altar, las bancas y los candelabros
fueron elaborados con los materiales disponibles en la prisión. La primera Misa
fue celebrada el 21 de enero de 1941.
En su libro, Guillaume Zeller describió que la ceremonia de
ordenación del Beato Leisner, realizada el 17 de diciembre de 1944, “tuvo un
impacto duradero entre los sacerdotes que estuvieron presentes”.
Ese día, el joven diácono usaba el alba sobre el uniforme a rayas
que usaban los prisioneros. Incluso algunos de los ornamentos del Obispo como
la casulla y la mitra fueron elaborados por los mismos sacerdotes prisioneros.
La ordenación de Leisner también motivó varios gestos de
solidaridad de parte de protestantes y judíos: un grupo de pastores ayudó a
organizar la ceremonia y un violinista judío se ofreció a tocar cerca de la
capilla para generar una distracción.
Mons. Piguet escribió en sus memorias que al presidir la
celebración sintió “como si esta hubiera sido en mi catedral o en la capilla de
mi seminario. Nada, no faltaba nada en lo que respecta a la grandeza religiosa
de tal ordenación, que es probablemente única en los anales de la historia”.
El P. Leisner celebró su primera y única Misa el 26 de diciembre
de 1944 debido a que su salud se agravó. Fue liberado del campo de
concentración el 4 de mayo de 1945, unos cinco meses después de su ordenación.
Lamentablemente su enfermedad estaba en la fase final y pasó las
últimas semanas de su vida en un hospital en Munich, donde falleció rodeado de
su familia el 12 de agosto de ese mismo año.
Las últimas palabras que escribió en su diario fueron: “¡Bendice,
Oh Altísimo también a mis enemigos!”.
El P. Karl Leisner fue beatificado por San Juan Pablo II el 23 de
junio de 1996 en Berlín junto con el P. Bernhard Lichtenberg, quien falleció en
1943 mientras era trasladado a Dachau.