Un mensaje de aliento y consuelo
En el trabajo
vamos rotando las tareas. Ayer me tocó contar pulseras y empaquetarlas para
hacer los envíos de todos los que han pedido la pulsera de la Virgen. Según
contaba, a la vez oraba por la persona que la iba a llevar puesta, para que, al
verla en su muñeca, pueda hacer vida la frase que lleva escrita.
Al estar entre
mis manos estas pulseras, los ojos se me iban a la frase que lleva bordada: “No
temas, ¿no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Según pasaba la mañana, me iba
dando cuenta de la importancia de las palabras que trasmiten un mensaje de
aliento, de consuelo. La fuerza que tienen las palabras, porque, tantas veces
leyendo: “No tengas miedo, ¿no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”, poco a poco
se van desvaneciendo todas las incertidumbres.
En la Biblia
muchas veces Dios nos da una palabra de aliento. En Isaías 41, 10 nos dice: “No
temas, porque yo estoy contigo, no te angusties porque yo soy tu Dios.” Jesús
nos dice: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os
aliviaré” (Mateo 11, 28). Cuando Jesús estaba con sus discípulos les decía
palabras de aliento, de ánimo… para que fueran a curar enfermos, a predicar el
Reino…
Una palabra de
aliento te levanta el ánimo, te eleva el espíritu, te ayuda a vivir el día de
otra manera. ¡Qué importantes son nuestras palabras! Y, al hablar, fijarnos más
en lo que tenemos que en lo que nos falta, saber ver en toda circunstancia algo
bueno y vivir de ello.
Esto es lo que
quiere Jesús para tu día a día: quiere que vivas de Él, desde la vida, porque
Él ha muerto y resucitado por ti. Ya no tenemos que vivir en la muerte, la
muerte está vencida en la cruz y ahora Jesús está resucitado. Por ello, no
vivas mirando desde el “no”, mira desde la fe, desde la alegría de saberte
amado por tu Dios.
Hoy el reto del
amor es decir a tres personas una palabra de aliento y, en tres momentos del
día donde te notes viviendo desde el “no”, pídele al Señor que te lo transforme
en Resurrección.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
Fuente:
Dominicas de Lerma