El religioso agustino, nombrado por el Papa subsecretario del Sínodo, será ordenado obispo el próximo 11 de abril en la Almudena
El agustino en el Vaticano. Foto: Prensa Agustinos |
La
vida del padre agustino Luis Marín (Madrid, 1961), que será ordenado obispo el
11 de abril en la Almudena, está marcada por el servicio. Primero como párroco
y luego con distintas responsabilidades en la Orden de San Agustín. El Papa lo
acaba de nombrar subsecretario del Sínodo.
Sus primeros
destinos fueron San Sebastián de los Reyes, la sierra de Madrid y la propia
capital. ¿Qué le han aportado en su vida?
Descubrí que el presbítero es siempre un servidor. Ser sacerdote no es tener un
título. Son años de una riqueza impresionante, que ponen en contacto con el
pueblo de Dios y hacen descubrir la grandeza de la vocación sacerdotal, la
tarea evangelizadora y la necesidad de coherencia.
¿Y los últimos
años como asistente general de la Orden
de San Agustín?
Me han abierto a la universalidad de la orden. También la mente y el corazón. Y
me han hecho darme cuenta de lo esencial: la vivencia y el seguimiento de
Cristo y el amor a la Iglesia
¿Se esperaba un
nombramiento así?
Cuando uno pone la vida en manos de Dios, Él te toma la palabra. Cuando tienes
mayor estabilidad, viene el Señor y te dice que hay que ir a otros mares
desconocidos. Esto es lo que ha ocurrido. Este nombramiento me ha cambiado la
vida. He dejado todo de un día para otro.
Hay dos subsecretarios
para el Sínodo, y uno de ellos mujer. ¿Qué le parece?
Es un signo, una puerta que se abre. Estoy muy contento por la creatividad, por
la novedad, por el riesgo. Somos dos y esto indica que tenemos que colaborar,
dialogar y poner en práctica, junto con el cardenal Grech, el estilo sinodal.
Que seamos religiosos de dos congregaciones diferentes nos hace ver que los
distintos carismas enriquecen a la Iglesia. Y, por último, una mujer tendrá
voto por primera vez en un sínodo. Son novedades que indican un cambio y una
puerta abierta a la renovación, al enriquecimiento y a vivir la realidad desde
otras perspectivas.
¿Se abrirá el
Sínodo a toda la Iglesia o seguirá siendo solo de obispos?
La sinodalidad es una realidad que pertenece al ser de la Iglesia y a su
esencia. Esta se puede desarrollar de muchas formas y una de ellas es el sínodo
de obispos; quizá la más conocida, pero no la única. La sinodalidad debe
encontrar otras concreciones, otros modos de desarrollar ese caminar juntos.
Los últimos han mostrado
algunas de las preocupaciones de la Iglesia. ¿Cuáles son los retos en este
momento?
La coherencia, porque se es cristiano cuando hay experiencia de Cristo; el
sentido de Iglesia, ya que no se puede vivir la fe de forma aislada; la
evangelización, pues hay que testimoniar, salir, perder miedos y arriesgar, y
la pluralidad, porque son muchos los caminos para seguir a Cristo y debemos
evitar la intolerancia y el criterio de fotocopia.
¿Cómo afectan
problemas como la secularización o ahora la pandemia?
Nos hacen ver que no podemos ser espectadores, que no podemos quedarnos
contemplando o quejándonos. La pandemia ha puesto de relieve muchas carencias:
comunidades que no necesitan estar juntas, pérdida del sentido comunitario…
Tenemos que abrirnos, pues somos la respuesta de Dios en medio del mundo. Es lo
que nos pide la realidad. Qué hermoso si recuperásemos la fraternidad entre
nosotros.
Sinodalidad,
fraternidad… ¿Son complementarias?
No se puede ser cristiano desde el individualismo. Es imposible. Un cristiano
individualista es un contrasentido.
Fran Otero
Fuente: Alfa y
Omega