El milagro de lo invisible
Hace unos días, en el trabajo, me
tocó grabar con la máquina láser. Me quedé mirando (por supuesto, con gafas de
protección) el curioso proceso de cómo graba. El rayo láser no se ve, solo ves
cómo se va dibujando el objeto. Por más que he intentado desde distintos
ángulos ver el láser... no es posible. La realidad es que algo invisible hace
que se grabe el objeto.
Mientras grababa me daba cuenta
de que así es nuestra vida de fe: cuántas cosas no vemos y, en cambio, nos
cambian por dentro. Cuando oramos y tratamos con Jesús, no le vemos con
nuestros ojos; en cambio, nuestro interés sale transformado de ese encuentro.
En los sacramentos nos pasa lo mismo: no hay visibilidad a nuestros ojos
humanos, pero nuestro espíritu se transforma.
En verdad, hay una grandeza en lo
escondido. Pensamos que solo existe lo que vemos, lo que sentimos, lo que
tocamos, que solo esto es real... Y cuántas cosas son invisibles a nuestros
ojos y son reales. La grandeza está en nuestro interior.
En la vida de fe puedes ver los
efectos, pero a veces no ves cómo lo hace el Señor. Esto es un trabajo de Él.
Lo que realmente importa es que se grabe en nosotros el amor, la esperanza, la
paciencia, la fortaleza... Le dejamos al Señor el cómo hacerlo, Él es Dios; lo
nuestro como criaturas es recibir los dones que nos regala.
Hoy el reto del amor es ir a una
Eucaristía. Quizá no veas el rayo láser, pero ten la certeza de que se grabará
en ti el Amor del Señor.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma