Aquella mañana tuve que pasarme
rápidamente por la cocina para preparar el desayuno, pero, claro, iba vestida
con el hábito y, con las prisas, ni me di cuenta de que un pegote muy, muy
pegajoso había caído en mi zapato.
Ya de camino al coro, me descubrí
la mancha en la punta del zapato y, en un intento de quitármela, cogí un
pañuelo de papel y traté de arrastrarla. Pero realmente era tan pegajoso que se
quedó parte del papel pegado al zapato. Y ahí ya sí que me entró la risa,
porque parecía peor que una mancha... ¡parecía que había sido una paloma que
había hecho “de las suyas” y había ido a caer en mi zapato!
Sin tiempo para pensar más, entré
en el coro y comenzamos uno de los rezos: “Dios mío ven en mi auxilio (...)
Gloria al Padre...” momento en el que todas hacemos una inclinación y... a las
monjas de mi alrededor les entró la risa. Todas pensaron en lo mismo que yo, en
la paloma...
Esto es una cosa externa, una
mancha que nos pasa a cualquiera, pero Él me regaló experimentar que esto mismo
es lo que desea que experimentemos siempre, con las cosas pequeñas de nuestro
día, y con las cosas más grandes de nuestra vida. Él es la persona en quien
verdaderamente puede descansar nuestra vida, en quien podemos confiar, con la
certeza de que nunca nos fallará; podemos sentirnos amados en nuestra propia
fragilidad, de tal forma que su Amor nos hace sentir “en casa”, donde no
necesitamos mantener ninguna apariencia.
Y es que el Amor es la fuente de
la libertad, por ello, normalmente es en casa donde somos más auténticos, donde
se nos ven todos los ángulos, los buenos y los malos. Pero a su vez es ahí, en
ese clima, donde el Señor ha pensado que crezcamos, porque desde la realidad de
nuestra vida Él puede trabajar en nosotros.
Hoy el reto del amor es favorecer
ese clima de confianza en tu entorno. Cuando experimentamos este Amor de Cristo
sobre nuestra historia, el corazón respira y Él mismo nos infunde ese mismo
Amor para que seamos cauce de Él a nuestro alrededor. Deja tu vida en Sus
manos, declara a Cristo como Señor de tu vida, con todo lo que hay en ella, sin
ningún temor. Cree en Él y verás la Gloria de Dios.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma