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Este documento, elaborado por la Comisión Vaticana Covid-19 y la Pontificia Academia para la Vida, reafirma «el papel fundamental de las vacunas en la superación de la pandemia, no solo para la salud individual, sino también para proteger la salud de todos».
En este sentido, la Congregación para la Doctrina
de la Fe(CDF) definió «moralmente aceptable»
las vacunaciones anti-Covid. (21.12.2020).
Aborto
voluntario y vacunas
La Santa Sede sale al paso a las teorías
controvertidas alimentadas incluso por obispos, asociaciones católicas
y expertos, como advierte la nota de la CDF,
respecto a una supuesta complicidad con el aborto por parte del creyente que va
a vacunarse. Y enfrenta los dilemas éticos sobre el uso de algunas vacunas
contra el virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19. (21.12.2020)
En el texto de la Academia Pontificia para la Vida se reafirma que el uso de vacunas que han recurrido en su desarrollo a células obtenidas de fetos abortados «excluye que exista una cooperación moralmente relevante ente quienes hoy en día utilizan estas vacunas y la práctica del aborto voluntario» (29.12.2020).
Responsabilidad
moral de vacunarse
El Vaticano reafirma que se compromete conjuntamente «a garantizar que ninguna vacuna emplee material biológico procurado de abortos voluntarios para su preparación». De ahí, que la posición de la Iglesia Católica es reiterativa sobre «la responsabilidad moral de vacunarse, para que los niños y la población en general no corran graves riesgos para la salud».
Frente a las motivaciones para no vacunarse, incluida la de evitar beneficiarse de los resultados de un aborto voluntario, el dicasterio vaticano, encargado de regular temas de bioética, rama de la ética dedicada a promover los principios para la conducta más apropiada del ser humano con respecto a la vida, reafirma, por lo tanto, que «se pueden aplicar todas las vacunas clínicamente recomendadas con la conciencia clara de que recurrir a dichas vacunas no significa una especie de cooperación con el aborto voluntario».
El rechazo
individual de la vacuna puede ser un riesgo para otros…
En cuanto a la responsabilidad moral de vacunarse, se
reafirma también una «estrecha relación entre la salud personal y la salud
pública». Por ello, se invita a una «decisión responsable en este contexto,
puesto que el rechazo de la vacuna puede también constituir un
riesgo para otros».
Si la motivación para el rechazo fuese «la de evitar beneficiarse de los resultados de un aborto voluntario». De hecho, en casos como este, como aclara la CDF, «se puede considerar que en determinadas condiciones sea moralmente aceptable utilizar las vacunas anti-Covid-19 que hayan usado linajes celulares provenientes de fetos abortados en su proceso de investigación y producción».
Se trata aquí de una cooperación material pasiva (y no
formal), ya que es indirecta y remota; y dada la intención que subyace a la
elección, la contingencia con respecto al hecho imputado, y las circunstancias
en las que nos encontramos hoy en día». Por lo tanto, los criterios que
harían de la decisión de vacunarse éticamente ilícita no son vinculantes.
La vacuna y la
efectividad
«Los diversos mecanismos de producción y efectividad
de la vacuna tienen una gran influencia sobre la logística de distribución
(especialmente en relación con la temperatura a la cual deben almacenarse) y en
su capacidad de proteger de la infección o de la manifestación clínica de la
enfermedad», se lee en el documento.
En el primer caso, advierte, cuando la vacuna es capaz
de proteger de la infección, contribuye a la inmunidad del
“grupo/rebaño”. Contrariamente, en el segundo caso, cuando la infección llega
pero sin manifestaciones clínicas, la vacuna no necesariamente reduce la
circulación del virus (por lo que sería necesario vacunar directamente a los
que corren mayor riesgo de contraer la enfermedad)».
Justicia e
inclusión
Además, el documento advierte contra la contribución a
un aumento de las hospitalizaciones con la consiguiente sobrecarga de los
sistemas de salud, al punto de un «posible colapso», como ocurre en varios
países durante esta pandemia, dificultando la ‘acceso a la atención médica, una
vez más a expensas de quienes tienen menos recursos.
Los principios de justicia, solidaridad e inclusión
deben ser la base de «cualquier intervención específica y concreta en respuesta
a la pandemia. Por tanto, «el objetivo de la explotación comercial como
único criterio no es éticamente aceptable en el ámbito de la medicina y la
atención sanitaria».
Así las inversiones en este ámbito de la salud
deberían encontrar su «significado más profundo en la solidaridad humana».
«Para que esto
sea posible, hay que identificar y diseñar sistemas que favorezcan la
transparencia y la colaboración, en lugar del antagonismo y la competencia».
Superar el
nacionalismo
Asimismo, se invita a superar la lógica del
«nacionalismo de la vacuna», entendida como el intento por parte de varios
Estados de tener su propia vacuna lo antes posible, procurándose a toda costa
la cantidad necesaria para sus habitantes, con el fin de ganar prestigio
interno y ventaja sobre otros países».
El Vaticano solicita «acuerdos internacionales para
gestionar patentes a fin de facilitar el acceso al producto y evitar posibles
cortocircuitos comerciales, como también para mantener el precio estable en el
futuro, son altamente deseables y deben ser apoyados».
En varias ocasiones, el Papa Francisco ha afirmado la
necesidad de lograr que las inminentes vacunas contra el Covid-19, estén
disponibles para todos y sean accesibles por todos para evitar la «marginalidad
farmacéutica»:
«si existe la
posibilidad de curar una enfermedad con un medicamento, éste debería estar al
alcance de todos, de lo contrario se comete una injusticia» (Mensaje Urbi et
Orbi de Navidad).
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia