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El Obispo denunció que los
rebeldes han atacado varias ciudades y ahora controlan no solo Bangassou, sino
gran parte del país. Sin embargo, la violencia no ha terminado, pues “los
combates continúan en varias partes de la ciudad”, dijo.
Explicó que “los soldados del
gobierno aguantaron durante el 3 de enero múltiples ataques en la ciudad [de
Bangassou], hasta que el fuego cruzado los dejó sin munición y huyeron”. Frente
a ello, muchos ciudadanos escaparon al Congo, país vecino que está separado de
su territorio solo por un río.
El Obispo lamentó que durante la huida
algunos niños hayan resultado heridos por "balas perdidas”. Relató que
mientras huían al Congo de las quemas y los ataques, los niños fueron víctimas
de la violencia.
“Hasta en su huida los ha
alcanzado la violencia de los agresores”, dijo. Los niños “son inocentes, los
miras a los ojos y no saben nada de rebeldes, de mercenarios, de luchas de
poder... Sólo oyen los tiros y las ráfagas y se asustan mucho”, agregó.
Para el sacerdote la situación
los mantiene en permanente zozobra, pues pese a que los soldados del gobierno
han intentado “tranquilizar los ánimos” patrullando, trasladando a las fuerzas
armadas, policías y fuerzas de seguridad a su base a la espera de su
evacuación, muchas personas, especialmente vulnerables han sufrido las
consecuencias de la violencia.
“Hemos pasado una noche
tranquila aquí en la misión, en calma tensa, pero un tanque de la Misión
Unidimensional Integrada de las Naciones Unidas para la Estabilización en la
República Centroafricana (MINUSCA por sus siglas en francés) compuesta por
soldados marroquíes ha estado en los alrededores”, dijo.
Mons. Aguirre denunció que “ya
son muchos años de violencia, muerte y destrucción, de cambios de poder e
intrigas para dominar un país muy rico en minerales y recursos, pero con una
población totalmente hundida en la miseria”.
Sin embargo, prefiere no entrar
en política, solo espera que los rebeldes, a quienes llama “los nuevos ‘dueños
y reyes’ del lugar, no se ensañen con la población”. Solo pide poder “seguir
llevando a cabo su misión de “poner una mirada de ternura entre tanta
violencia”.
El Prelado dijo que la misión católica de
Bangassou es “uno de los pocos enclaves que aguanta a pesar de los embates y la
violencia de los últimos días”. Además, de acoger a “niños huérfanos” víctimas
de la violencia, también tienen una casa de acogida en otra parte de la ciudad
donde cuidan a 50 ancianos de los cuales varios sufren demencia senil.
“Los más vulnerables pagan los platos
rotos. Nuestros sacerdotes y religiosas siguen aquí, cada uno en su lugar,
dándolo todo, viviendo junto a la gente estos momentos de zozobra. Hay muchos
traumas que hay que sanar. Cristo sufriente está detrás de cada uno de ellos.
Recen por la paz, recen por nosotros y por mi pueblo”, dijo.
ACN informó que “después de terribles
guerras y luchas entre el gobierno y múltiples grupos de milicianos y
mercenarios entre 2013 y 2019 con masacres, violaciones y saqueos a la
población civil, la República Centroafricana parecía empezar a encontrar calma
en 2020. Sin embargo la esperanza se ha visto truncada”.
“Estábamos trabajando en tantos bellos
proyectos de reconstrucción del país... Ahora, tendremos que volver a empezar
muchos de ellos”. No suena sin embargo como un simple lamento, porque Mons.
Aguirre añade: “¡Los tiempos del hombre no son los tiempos de Dios!”, dijo
Mons. Aguirre.
En 2020, la fundación pontificia brindó
apoyo a la población con el desarrollo de 22 proyectos en seis diócesis de la
República Centroafricana. La mayor parte de la ayuda se destinó para la
“subsistencia de sacerdotes y religiosas, así como apoyo a la formación de seminaristas”.
Fuente:
ACI