En su punto
Eran aproximadamente las 12:30
del mediodía. Lety vino a buscarme y, suavemente, me preguntó:
-¿Tienes algún experimento en el
horno?
Por un segundo se me cortó la
respiración... para acto seguido salir a galope tendido hacia la cocina dando
voces:
-¡¡¡EL PAN!!! ¡¡¡EL
PAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!!!
Sí, el pan. Ese pan que había
metido a cocer más o menos a las 10 de la mañana.
En fin, por mucho que corrí, ya
no podía resolver nada: había conseguido unos tizones de primera categoría...
¡menos mal que aún me daba tiempo a hacer otro!
Evidentemente, en esa segunda
hornada estuve vigilando el horno cada 5 minutos. Fue toda una experiencia
mística: en mi vida he rezado con tanta fuerza aquello de “danos hoy nuestro
pan de cada día”...
Con tanto miramiento, la segunda tanda quedó estupenda, ¡de revista!
Orando esto, he recordado una
frase que dice un fraile dominico con mucha gracia. Él comenta que el Señor nos
sostiene en la existencia; es decir, que cada instante de tu vida, Cristo está
pendiente de ti, cuidándote, dándote vida... ¡cada una de tus respiraciones es
una declaración de Su amor! Y así, bromeando, este dominico señala: “Si un día
el Señor se echase la siesta, ¡al despertar no existiría el mundo!”.
Cristo sabe que hay momentos en
que en nuestra vida “sube la temperatura”. Nosotros podemos pensar que estamos
olvidados en el horno, que nos vamos a quemar... ¡¡pero no es así!! ¡Cristo no
se olvida de ti ni un solo instante!
Él sabe la temperatura adecuada y
los tiempos de cocción que necesitas para llegar a tu mejor versión, ¡y no se
aparta de tu horno!
¡Pero aún hay más! ¿Qué haces
cuando hay algo muy importante y urgente que no quieres olvidar? ¡Apuntarlo! Y,
mucha gente... ¡nos lo apuntamos en la mano! Pues imagina lo importante que
eres para Él que dice que “en las palmas de mis manos te llevo tatuado”... ¡No
se descuidará de ti por nada del mundo!
Hoy el reto del amor es dejar el
futuro en manos de Cristo. Acabamos de comenzar un nuevo año, un año en el que
abundan las incertidumbres. ¡Es el momento de confiar! Jesús tiene sus ojos en
ti, ¡Él te cuida! Tal vez no sepas a dónde vas, ¡pero sabes con Quién vas! Y,
de Su mano, el fuego, en vez de quemarte, te volverá crujiente y dorado, ¡capaz
de saciar el hambre de los hermanos! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma