![]() |
Foto: GrandesAmigos |
A pesar de este panorama, multitud de ayuntamientos, comunidades autónomas e instituciones tanto del ámbito civil como de Iglesia trabajan cada día para paliar este problema, sobre todo después del confinamiento y en el actual contexto en el que ha aumentado la distancia social y muchas personas se sienten más solas todavía.
Por ejemplo, el ayuntamiento de Soto del Real, en la sierra de Madrid, ha implementado el programa #ViveSotoDesdeCasa, en el que más de 150 vecinos están pendientes de todas las personas mayores de 65 años del municipio y realizan las compras que necesiten para llevarlas a su casa.
En Fuenlabrada, también en Madrid, la campaña Compramos en el barrio, que incentiva el comercio de proximidad, ha incorporado la posibilidad de repartir productos a domicilio a los ancianos que lo precisen. Y en Vitoria, la emisora de ámbito comunitario Radio Siberia ofrece varios días a la semana el programa Cita a las tres, en el que sacan a las ondas las inquietudes de las personas de más edad de la localidad.
Para los más jóvenes, el Servicio para Adolescentes y Familias del Ayuntamiento de Barcelona ofrece escucha y acompañamiento para jóvenes entre 12 y 20 años, además del servicio de atención telefónica específico Aquí t’escoltem, por el que los jóvenes pueden contactar incluso por WhatsApp.
Un envejecimiento saludable
En el ámbito asociativo, el programa Minutos en compañía, de la iniciativa Adopta un abuelo, pone en contacto mayores y voluntarios a través del teléfono. El programa Convive, de Solidarios para el Desarrollo, posibilita la convivencia entre miembros de generaciones diferentes. Y desde Cáritas se ha desarrollado un programa que analiza la realidad de las personas mayores y de su entorno, valorando sus necesidades y aportando respuestas y soluciones.
Todo este movimiento queda lejos del estereotipo del anciano que permanece todo el día delante de la televisión sin contacto con nadie. «Las personas mayores son más activas de lo que nos imaginamos», afirma José Ángel Palacios, portavoz la ONG Grandes Amigos, que establece acuerdos con ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas de toda España para prevenir y paliar la soledad de los mayores a través de distintos programas de voluntariado. Para Palacios, es «vital» el contacto con las administraciones, porque eso «permite coordinarnos entre todos y detectar y prevenir posibles problemas de soledad».
Su organización une personas mayores solas con voluntarios pero sin caer en un enfoque paternalista: «Si queremos actuar sobre las causas de la soledad, tenemos que dejar de estigmatizarla y que solo nos llamen la atención los casos de ancianos que mueren solos y encuentran pasados unos días. La soledad en sí no es una enfermedad y tampoco es exclusiva de la vejez». Para Palacios, esta imagen «es incluso contraproducente», porque «hay personas solas que no piden ayuda por miedo al estigma social». Por eso, además de la labor de sensibilización, apuesta por «un envejecimiento socialmente activo, saludable y de calidad», que ofrezca beneficios también para los voluntarios y para el barrio, «porque se trata de recuperar los vínculos de manera saludable».