El descuido de la creación y las injusticias sociales se influyen mutuamente", dijo el Papa a las Comunidades Laudato si'
Foto de archivo (AFP or licensors) |
El hombre no puede separarse del entorno en el que vive, y "es evidente”, también, que el cambio climático no sólo altera el equilibrio de la naturaleza, sino que causa pobreza y hambre. "El descuido de la creación y las injusticias sociales se influyen mutuamente", dijo el Papa a las Comunidades Laudato si', recibidas esta mañana en audiencia. El Pontífice afirmó que "no hay ecología sin equidad y no hay equidad sin ecología" y que nuestro desafío hoy es "cómo será la vida de la próxima generación".
“Ayudémonos mutuamente a luchar contra el descarte y
el desperdicio, exijamos opciones políticas que combinen progreso y equidad,
desarrollo y sostenibilidad para todos, de modo que nadie se vea privado de la
tierra que habita, del buen aire que respira, del agua que tiene derecho a
beber y del alimento que tiene derecho a comer”: fueron palabras del Papa, este
mediodía, al recibir en el Aula Pablo VI a los participantes en el Encuentro de
las Comunidades Laudato si’. En su discurso Francisco advirtió que no puede
haber ecología sin equidad, por eso hay que vencer la indiferencia: el "no
me concierne", "no depende de mí", "no estoy involucrado”,
se vence con "la compasión", la mejor vacuna contra la epidemia de la
indiferencia.
Fueron cerca de doscientos cincuenta los participantes
en el encuentro, en representación de los miembros de las Comunidades Laudato
si’ en Italia y en el mundo, que encontraron al Santo Padre este mediodía.
Motivados en el cuidado de los últimos y de la creación, siguiendo el ejemplo
de San Francisco de Asís, el Papa los recibió con calidez, y les dejó dos
palabras claves de la ecología integral para la reflexión: contemplación y
compasión.
La naturaleza
está siendo "devorada"
Hoy en día, - dijo Santo Padre – la naturaleza que nos
rodea ya no es admirada, sino "devorada". Nos hemos vuelto voraces,
dependientes de los beneficios y resultados inmediatos y a toda costa. La
mirada sobre la realidad es cada vez más rápida, distraída, superficial,
mientras que en poco tiempo las noticias y los bosques se queman. Enfermos de
consumismo, nos afanamos por la última "app", pero ya no conocemos
los nombres de nuestros vecinos, y mucho menos sabemos cómo distinguir un árbol
de otro. Y lo que es más grave, con este modo de vida se pierden las raíces, se
pierde la gratitud por lo que hay y por quien nos lo ha dado.
Necesario
volver a la contemplación
Para "no olvidar", el Papa Francisco propone
“volver a la contemplación”: para no distraerse con mil cosas inútiles, hay que
encontrar el silencio; para que el corazón no se enferme, hay que detenerse.
Una tarea no fácil, constató el Papa, señalando como necesario, a modo de
ejemplo, liberarse “del aprisionamiento del teléfono celular, mirar a los ojos
de los que están a nuestro lado y la creación que se nos ha donado”.
Esta "contemplación", sin embargo, no es
pasiva, puesto que, según el Pontífice, “quien sabe contemplar no se queda de
brazos cruzados, sino que se activa concretamente”. De ahí la correlación con
la segunda palabra “clave”: la compasión, que es “fruto e la contemplación”.
¿Como se entiende que uno es contemplativo, que ha
asimilado la mirada de Dios? Si tiene compasión por los demás, si va más allá
de excusas y teorías, para ver en los demás hermanos y hermanas a los que hay
que custodiar.
La mejor vacuna
contra la epidemia de la indiferencia
La compasión es "lo opuesto a nuestra
indiferencia", aseguró el Pontífice, significa "padecer con", y
es “la mejor vacuna contra la epidemia de la indiferencia”: “No me
concierne", "no depende de mí", "no estoy involucrado"
– dijo - son los "síntomas de la indiferencia". En cambio, quien
tiene compasión, pasa del "de ti no me importa" al "eres
importante para mí".
La compasión, continuó Francisco, “no es un
sentimiento bonito, no es pietismo”, sino que “es crear un nuevo vínculo con el
otro”, es "hacerse cargo" como el buen samaritano que, movido por la
compasión, se ocupa del desventurado que ni siquiera conoce.
Y es que el mundo "necesita esta caridad creativa
y activa", de "personas que no se paren frente a una pantalla para
hacer comentarios, sino que se ensucien las manos para remover la degradación y
restaurar la dignidad". Tener compasión es "elegir no tener enemigos,
para ver en cada uno a mi prójimo", explicó Francisco, señalando que esto
no significa “volverse blando”, sino, por el contrario: quienes tienen
compasión, “entran en una dura lucha diaria contra el descarte y el
desperdicio, el descarte de los demás y el desperdicio de las cosas”.
Hace daño pensar en cuánta gente se descarta sin
compasión: ancianos, niños, trabajadores, personas con discapacidades... Pero
el desperdicio de cosas también es escandaloso.
Mil millones de
toneladas de alimentos se tiran cada año
De hecho, Francisco hace referencia a los más de mil
millones de toneladas de alimentos comestibles que se tiran en los países
industrializados cada año, y pide luchar, en ayuda recíproca, "contra el
descarte y el desperdicio", exigiendo “opciones políticas que combinen
progreso y equidad, desarrollo y sostenibilidad para todos, de modo que nadie
se vea privado de la tierra que habita, del buen aire que respira, del agua que
tiene derecho a beber y del alimento que tiene derecho a comer”.
Hay que mirar
lejos, la historia no perdonará
“Salvaguardar nuestra casa común”, fue el nuevo
llamamiento del Papa, una tarea que concierne “a todos”, en especial a los
responsables de las naciones y las actividades productivas. Nuestro desafío
hoy, - afirmó el Papa - no es "cómo nos arreglamos, cómo salimos de esto”:
nuestro verdadero desafío es "cómo será la vida de la próxima
generación".
“Tenemos que mirar lejos, de lo contrario la historia
no perdonará.”
En su saludo final el Obispo de Roma deseó a cada uno
que alimente “la contemplación y la compasión”, ambas “ingredientes
indispensables”, dijo, de "la ecología integral".
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