PRIORA CARMELITAS DE SORIA: “DIOS NO QUIERE NUESTRO SUFRIMIENTO, QUIERE QUE LE HAGAMOS CASO”

La Madre Ana María habla con Religión Confidencial de la vocación de clausura y la pandemia del Covid-19

Las carmelitas de Soria en la huerta.
La Madre Ana María, segunda a la derecha
El convento de la Santísima Trinidad de las Carmelitas de Soria tiene una nueva vocación. Se trata de la hermana María Inés de Jesús, peruana de 21 años, que el pasado 20 de junio tomó el hábito en una ceremonia privada en el convento. En la actualidad, catorce son las religiosas que forman el Carmelo de Soria.

Posteriormente, se celebró una Misa de acción de gracias en la iglesia del Monasterio. La hermana María Inés pasará algunos años de noviciado y formación hasta que profese sus votos perpetuos.

Del colegio al convento

Tras esta nueva vocación, la Madre Ana María del Sagrado Corazón, priora del convento afirmó: “En la comunidad estamos muy felices. Somos como una gran familia. Aunque no se nos oiga y no se nos vea rezamos por todo, especialmente en esta situación de pandemia”.  

La Madre Ana María, de 48 años y de Bilbao, ha atendido telefónicamente a Religión Confidencial. Al otro lado de la línea, se escucha la voz de una mujer con mucha fuerza y alegría. “Yo ingresé con 18 años, del colegio al convento. ¡Estos 30 años se me han pasado volando!, expresa.

La priora de las carmelitas de Soria comprende que, en el mundo actual del siglo XXI, es muy difícil que la gente entienda una vocación contemplativa, una vida de “celda”. Sin embargo, matiza: “Solo se puede entender la vocación con vida interior y comunión con Jesús. El trato con el Señor da equilibrio”.

Los días en la clausura

Su vida se centra en la oración y en la penitencia por el mundo entero, principalmente por los sacerdotes. Comparten algunos momentos de oración en comunidad con todas las hermanas y tienen dos horas de recreo.

Pero pasan horas y horas en su celda, rezando y haciendo formas en unión con “el Señor” que venden para la Eucaristía. De este trabajo subsisten, además de algunos trabajos manuales, repostería y alguna donación. “Somos autónomas, subsistimos por nuestros propios medios”, explica.

Ni que decir tiene que no disponen de televisión, internet, ni de periódicos, y hasta hace pocos años, tampoco de calefacción en la fría Soria de invierno. “Ahora sí tenemos”, sonríe. Reciben visitas de familiares y amigos a los que siguen viendo a través del locutorio pero sin contacto personal.

El coronavirus, un mensaje de amor de Dios

La Madre Ana María, no obstante, está muy informada de lo que ocurre a su alrededor. En esta época de pandemia, no han parado de rezar por la conversión y salud del mundo.

Creo que el coronavirus es un mensaje del amor de Dios que nos tiene. Íbamos por mal camino y el mundo se tiene que convertir. Aborto, eutanasia, etc. Dios no nos quiere hacer sufrir, pero permite el sufrimiento para hacernos cambiar, para la conversión personal de cada uno”, remarca la Madre Ana María.

Para ella, la pandemia es una oportunidad que nos da Dios para no apegarnos tanto a la Tierra. “Hay gente que me ha dicho que no rezaba y que ahora lo hace. Hace un tiempo, al salir para ir al médico, me encontré una pintada en un muro que preguntaba: ¿Por qué Dios permite esto? y yo escribí: Porque no le hacemos caso”.

Vivir eternamente felices

Sobre los episodios más oscuros de la Iglesia (abuso de sacerdotes a menores), la Madre Ana María ha sufrido y rezado mucho por la salvación de todas las almas, pero también afirma: “Muchos sacerdotes abusadores eran masones que se metieron en la Iglesia para hacerla daño desde dentro”.

Concluye animando a las almas a encontrarse con Dios. “Estamos de paso. El Cielo es Dios, no nos podemos meter en su cabeza de cómo será, pero sabemos que Dios es eternamente feliz y gozaremos de esa eternidad feliz cada uno con sus méritos”

Desde 1581

Las Carmelitas Descalzas llegaron a Soria llamadas por el obispo de Osma, Alonso Velázquez, el 2 de junio de 1581; el obispo había sido confesor de Santa Teresa de Jesús cuando fue canónigo de la Catedral de Toledo en 1576.

Para la fundación, la noble Beatriz de Beaumonte ofreció su casa-palacio para que se establecieran. La propia Santa Teresa documentó su presencia en Soria en el capítulo 30 del Libro de las Fundaciones; así, sabemos que partió de Palencia el 29 de mayo y llegó a Soria el 2 de junio de 1581. 

El convento fue inaugurado formalmente el 14 de junio de 1581 y, desde ese momento, las religiosas han seguido en el Monasterio hasta la actualidad, con excepciones breves por la llegada de los franceses en 1808.

Fuente: ReligionConfidencial

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