Algunos padres entran en pánico cuando se enteran que sus hijos de doce o trece años han iniciado una relación de noviazgo

Una mirada al entorno
Son muchos los
fenómenos que pueden estar acelerando los procesos naturales que deben ser
vividos en cada etapa de la vida, pero tal vez los más contundentes, son
aquellos relacionados con el avance tecnológico y los medios de comunicación,
los cuales imprimen en el mundo moderno, un ritmo tan vertiginoso que se sale
de control.
A esto hay que sumarle, el bombardeo constante de mensajes que los niños reciben a través de dichos medios, gran parte de ellos, emitiendo “modelos” poco aptos para su formación ética, precisamente en una edad donde el criterio aún se halla en formación, obteniendo así unos jóvenes desorientados y confusos.
A esto hay que sumarle, el bombardeo constante de mensajes que los niños reciben a través de dichos medios, gran parte de ellos, emitiendo “modelos” poco aptos para su formación ética, precisamente en una edad donde el criterio aún se halla en formación, obteniendo así unos jóvenes desorientados y confusos.
De igual forma,
la soledad de los niños y jóvenes, la descomposición de las familias, el poco
tiempo del que disponen los padres para estar con sus hijos, la carencia de
normas y límites, entre otros tantos, también afectan de forma directa esta
situación.
Así pues, aparte
de reconocer que existen unas condiciones en nuestra sociedad -imposibles de
evitar-, la mejor alternativa entonces, es trabajar desde los hogares para que
nuestros hijos se enfrenten al mundo con una voluntad firme, un conjunto de
valores inalterables, un respeto por la autoridad y una familia que espera en
casa rebosada de amor, comprensión, escucha y apoyo.
¿“Noviazgo” adolescente?
La adolescencia
es una etapa de intensos cambios corporales, emocionales e intelectuales. Es
una constante montaña rusa de emociones y sentimientos, por ello sus
manifestaciones agresivas o afectivas al extremo. Es aquí donde las hormonas se
vuelven inquietas y los jóvenes comienzan a vivir sensaciones hasta el momento
desconocidas, como por ejemplo la atracción sexual.
Partiendo de esta
base, se podría decir que lo que se presenta a estas edades no es propiamente
un noviazgo; más bien es un estado de “enamoramiento” que se limita a una
atracción física, la cual puede ser confundida fácilmente con el verdadero amor
y llevar a consecuencias irreversibles en la vida de los adolescentes.
Decimos pues que
el auténtico noviazgo, es aquella relación entre un hombre y una mujer, en
donde su vínculo de amor, los lleva a vivir un tiempo de maduración para
culminar en su fin principal: el matrimonio. Por tanto, hablar de algo de tanta
envergadura como el compromiso marital a los quince años, es algo salido de
contexto.
“El noviazgo en
los jóvenes, suele ser una relación muy inestable, que se ve afectada por la
inexperiencia propia de la juventud. También influyen terceras personas que
juzgan, presionan, imponen, prohíben, etc. Por lo general, los noviazgos
adolescentes no son duraderos, por la misma inestabilidad física y emocional de
los jóvenes, que muchas veces lo hace insostenible. (…) El inconveniente de la
adolescencia, es no saber lo que se quiere, y sin embargo quererlo a toda
costa, aquí y ahora, sin fijarse en el tiempo y circunstancias.” Explica el
autor Francisco Gras de Micumbre.com, “El noviazgo explicado a los hijos
adolescentes”.
¿Prohibir, aceptar, vigilar… qué hacer?
Como es apenas
comprensible, algunos padres entran en pánico cuando se enteran que sus hijos
de doce o trece años han iniciado una relación de noviazgo, otros reaccionan de
forma agresiva, llegando incluso a tomar posturas extremas como prohibir la
relación o imponer drásticos castigos, mientras que otro grupo de padres, opta
por darle de largas a la situación e ignorar por completo lo que sucede con los
hijos. Ah… y no ha de faltar aquellos que alcahuetean o aprueban estos
noviazgos prematuros.
Todos los casos
anteriores, no son la mejor forma de afrontar la situación. Cuando los padres
se inclinan por la prohibición sin dar argumento alguno, se causa el efecto
contrario: el noviazgo se hace aún más atractivo y se abre el camino para que
los episodios de rebeldía y/o desafío de la autoridad paterna, se hagan
presentes. Al mismo tiempo, el castigo tampoco es la solución, pues el problema
no está en enamorarse, sino en la ausencia de unas condiciones necesarias para
ello. En cuanto a “hacerse el de la vista gorda” frente algo tan trascendental,
será un silencio que hará tanto daño como el mismo castigo. Con relación a
aprobar este tipo de noviazgo, es algo que corresponde a los amigos de los
hijos, no a los padres, quienes deben brindar las orientaciones adecuadas desde
su óptica de responsabilidad y madurez.
Lo que los padres
deben hacer, es enseñarles a sus hijos a dominar sus impulsos y deseos, deben
ayudarles a fortalecer su voluntad, a identificar las consecuencias de cada
acto, a valorar su cuerpo como su mayor tesoro, a respetar la integridad de la
otra persona, a ser asertivos y fomentar su autoestima, a saber enfrentar las
presiones externas (amigos, publicidad, series, películas, música, etc.)
Asimismo, se les debe explicar que cada cosa tiene su debido tiempo, se debe
vivir lo propio de cada etapa, sin adelantarse al curso natural.
Para ello, los
padres han de utilizar el diálogo como su mejor aliado, conversar con sus hijos
de este tema con mucha naturalidad, y tal vez anticiparse, antes de que los hijos
busquen información en otras fuentes, la mayoría de ellas erradas. A través de
estas charlas, se les debe advertir sobre los peligros que asumen con un
noviazgo anticipado y las consecuencias de iniciar una vida sexual temprana,
como puede ser un embarazo no deseado, la dificultad para lograr proyectos
profesionales, enfermedades que comprometen los sueños de cada quien, la
materialización del cuerpo –promiscuidad-, etc.
Además, los
padres deberán valerse de la autoridad con la que fueron dotados, así que en
casa deben existir unas reglas claras, firmes y razonables sobre el
comportamiento de los hijos en relación a sus noviazgos. También es importante
expresarles cariño a los hijos, que se sientan comprendidos, apoyados, amados y
bienvenidos.
Para finalizar:
“La responsabilidad de los padres en la educación de los hijos, no es
transferible, ni negociable. Los hijos son víctimas del silencio de sus padres,
pero responsables de sus actos, si no han puesto los medios para informarse
bien, de lo que es el noviazgo y los peligros que pudiera conllevar” señala
Francisco Gras.
Artículo originalmente publicado por lafamilia.info