Todo
controlado
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
ya unos cuantos días dediqué buena parte de la tarde a defoliar mi bonsai. El
defoliado es una técnica que consiste en quitarle todas las hojas. Ni más ni
menos.
Obviamente,
no se trata de darle a las tijeras sin ton ni son, ¡incluso eso tiene su
técnica! Hay que cortar dejando el peciolo (el tallo de la hoja) intacto, de
forma que pueda cicatrizar bien.
Es
la segunda vez que me lanzo a defoliar mi ficus, ¡y no veas cómo he notado el
cambio! El año pasado, cuando los peciolos se secaron y se cayeron, casi muero
de infarto pensando que había liquidado a mi pobre arbolito... por no hablar de
los días y días que estuve regando lo que parecía un tronco seco, en puritita
fe... ¡y la alegría de ver nacer las nuevas yemas!
Ahora
ya voy de otra manera... ¡y hasta me impacientaba porque este año los peciolos
estaban tardando mucho en secarse! Como conozco el proceso, lo que antes me
asustaba, ahora lo esperaba, ¡y ya sé descubrir los nuevos brotes mucho antes
de que nazcan!
De
pronto he entendido cómo debe sentirse el Señor. Alguna hermana que me vio en
el proceso, me dijo:
-¡Pero,
mujer! Deja que el arbolillo descanse este año...
Pero
yo sé que, aunque parece un proceso muy bruto, ¡es por su bien! Y, al hacerlo
así, no solo se fortalece, sino que, cada vez, se hace más bello y frondoso.
Pero, para quien lo ve desde fuera, ¡es una locura!
Lo
mismo le pasa a Jesucristo. Él nos dice que el Padre “poda las ramas que dan
fruto, para que den más fruto”. Parece algo innecesario (¡ya dan fruto!); sin
embargo, el Señor quiere hacer de nuestra vida una auténtica filigrana, una
obra de arte.
Desde
fuera, los giros de situaciones, de personas... pueden parecernos caóticos y
sin sentido, como al bonsai le parecerá una locura que le quiten todas sus
hojas. ¡Pero imagina la seguridad que tiene Cristo al trabajarnos! Él no se
asusta: sabe bien lo que hace, aunque los procesos se vuelvan a veces extraños
o desconcertantes para nosotros.
¡Estamos
en manos del mejor Jardinero, y Él hará de nosotros una auténtica obra de arte!
Y, si quita, es porque sabe que algo nuevo va a nacer...
Hoy
el reto del amor es confiar. Cristo no improvisa, ¡siempre tiene un plan!
Incluso cuando nos salimos de sus caminos, en cuanto nos volvemos a Él, ¡es
capaz de reconducir todo para hacer una obra aún más grandiosa! Ese es su arte:
no rendirse y descartar; sino redimir y salvar. ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
