Gel
hidroalcohólico
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Desde
hace unos meses, en nuestra forma de vivir se han incorporado varias cosas,
entre ellas, el gel hidroalcohólico. Sé que hay muchas más novedades, pero hoy
te quiero compartir qué me ha pasado a mí con este gel.
Cuando
daba al dosificador para que saliera, caía sobre mi mano un montoncito, y tenía
que frotar las manos. La primera sensación es extraña, incluso desagradable,
porque tiene una textura blanda, de humedad, poco conocida...
Según
vas frotando, ves cómo poco a poco se extiende uniforme sobre toda la piel
para, al final, llegar a hacerse uno con mi mano en la total absorción. En ese
momento sé que tengo las manos limpias.
Realmente
paso de una sensación desagradable, por una sensación de “bueno, poco a
poco”... y al final lo acepto como parte de mí.
Me
daba cuenta de que necesito pasar por este proceso para llegar a tener limpias
las manos.
Esto
es lo que pasa en mi vida con la debilidad: la rechazo, no la acojo, lucho
contra ella. Y, en cambio, sé que en mi debilidad está mi felicidad. Porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Jesús
se encarna por nuestra debilidad, para amarnos en ella, para ser Él fuerte en
nuestra debilidad: ya no tenemos nosotros que ser fuertes, tenemos que dejarle
a Él ser fuerte.
Es
verdad que, cuando empiezas un camino de Fe, la debilidad no la amas; al revés,
quieres no tenerla e incluso la escondes; según vas caminando en el Señor,
descubres que Él muere por tu debilidad, y, si Él muere y resucita por tu
debilidad, ¿quién eres tú para rechazarla?
Cristo
te ama, como estás y como eres, Él quiere que ames todo lo que tienes y todo lo
que eres. Quiere entrar en tu vida para hacerte feliz, pero con todo. Porque
todo está bien hecho, nos dice Él.
Tu
debilidad no es incompatible con su Amor, como no es incompatible la textura
del gel con su limpieza. Solo tienes que confiar en Él, dejar que Él actúe en
tu vida. Como con el gel, empezarás a amar tu debilidad, y en ella encontrarás
tu felicidad, que no está en ser fuerte sino en dejar a Cristo que sea fuerte
en ti. Y su fortaleza empieza por dejarte amar por Él, experimentar que te ama
como eres y como estás. Con Cristo no tienes que dar ninguna talla, Él la da
por ti.
Hoy
el reto del amor es poner en tu bote de gel hidroalcohólico “JESÚS ME AMA”. Y,
cada vez que lo uses, recuerda que Él es fuerte en ti.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma