Un
rey conquistador
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Durante
el mes de junio, en el refectorio (comedor) hemos colocado un Sagrado Corazón
de Jesús que está sentado en un trono en la parte de la presidencia.
Como
en cada comida hacemos una pequeña procesión de entrada y de salida, le veo, y
es que la imagen del “trono” siempre me ha llevado mucho a orar. Porque, en
realidad, el reinado de Jesús no se trata de una realeza de este mundo; Él va
mucho más allá: para Él, cada uno de nosotros es un reino “por conquistar”,
pero no al modo humano, sino por conquistar al modo del amor.
Una
vez me regaló experimentar que en mi corazón había un trono, donde solo se
puede sentar un Señor y, por ello, cada vez que veo el trono, me brota
instantánea la pregunta: “¿A quién tengo hoy sentado en el trono de mi vida?”
Entonces
cada día me veo levantándoLe de su trono en mi interior, y sentándome yo para
dirigir mi vida. Claro, cuando hago eso, no me doy cuenta al momento, sino
cuando llegan las consecuencias: pronto se me acaba el amor, y lo hago todo con
referencia mí misma, desde el egoísmo, desde mi interés...
Sin
embargo, tan pronto como le devuelvo su lugar y le dejo que Él lleve las
riendas de mi vida, todo es diferente: despierta en mí el deseo de vivir el día
desde el amor, de dejar mi yo a un lado y vivir más ocupada y preocupada en los
demás. Sentirle que está en su lugar me da seguridad, me da confianza, me da la
certeza de que soy amada y preciada de tal manera que Él ha querido estar ahí,
ha querido conquistarme. Y, cuando le dejo ocupar su lugar, ya no tengo que
preocuparme de mis cosas, pues Él está al mando de lo mío.
Es
el Rey más bondadoso, pues reina en nuestra vida cuando le dejamos hacerlo y,
cuando nos entra el afán de ocupar el trono, se levanta y nos deja en nuestra
libertad, mirando a ver la siguiente oportunidad de volver a conquistarnos.
Hoy
el reto del amor es dejar a Cristo su lugar en tu vida. ¿A quién tienes en el
trono de tu corazón? Hoy tan solo haz la prueba, deja que sea Él el que lo
ocupe, deja en Él el mando de todo lo que te atañe, de todas tus ocupaciones y
preocupaciones, y tan solo mírale para descubrir su poder actuando en tu vida.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma