El año 1390 Bonifacio IX promulgó la bula Superni benignitas Conditoris, con la cual extendía a toda la iglesia occidental la nueva festividad mariana
Mientras que muchas fiestas marianas se encuentran entre las primeras fiestas que se han celebrado universalmente por la Iglesia, la celebración de la Visitación, a pesar que se encuentra en el Evangelio de Lucas, tiene un desarrollo relativamente tardío.
Fue defendida por San Buenaventura, y aparentemente adoptada por los franciscanos en 1263. Cuando se extendió a toda la Iglesia por el Papa Urbano VI en 1389, la fecha de la fiesta se estableció como el 2 de julio, el día después de la octava de la fiesta de la Natividad de San Juan Bautista.
La idea era vincular a la celebración de la Visitación, en la que San Juan había sido limpiado de pecado original, a la celebración de su nacimiento, a pesar de que la colocación de la fiesta en el calendario litúrgico estaba fuera de sincronía con el relato de Lucas. En otras palabras, el simbolismo, en lugar de la cronología, fue el factor decisivo.
Pero con la revisión del calendario romano en el año 1969, el Papa Pablo VI trasladó la celebración al último día del mes mariano de mayo para que cayera entre las fiestas de la Anunciación y el Nacimiento de San Juan Bautista.
Hay que llegar al poderoso arzobispo de Praga Juan Jenstein (1348-1400), en tiempos del gran cisma de occidente, dividido entre el papa Urbano Vl (Roma) y el antipapa Clemente Vll (Aviñón), para encontrar noticias seguras sobre la aparición notoria de la fiesta mariana de la Visitación.
El, en efecto, convertido a la vez en arzobispo de Praga y canciller del emperador en 1378, después de haber preparado personalmente los textos de la misa y del oficio para la nueva fiesta y de haber ordenado a sus peritos buscar los fundamentos bíblicos y canónicos de su plausible institución, en el sínodo diocesano del 16 de junio de 1386 promulgó para su diócesis la introducción de la fiesta de la Visitación de la Virgen, que debía celebrarse cada año el 28 de abril.
Este intrépido obispo no sólo defendió doctrinalmente en los años siguientes el valor teológico de la celebración sobre todo por el hecho de tener sus raíces en el evangelio de Lucas, sino que también trabajó grandemente por su difusión fuera de la diócesis de Praga. Para ello escribió a obispos y a superiores generales, enviándoles también copia de los oficios divinos por él compuestos, y dirigió varias peticiones al mismo papa Urbano Vl pidiéndole que instituyese esa festividad en toda la iglesia con el fin expreso de poner término al cisma que la desgarraba.
El arzobispo de Praga al verse impotente ante tantas intrigas de la corte imperial en la cuestión de los dos papas, comprendió —como hombre piadoso y culto que era— que el cisma no se extinguiría con esfuerzos únicamente humanos. Por eso, después de haber invitado ya al papa en 1385 a demostrar su gratitud a la Virgen por la liberación del asedio de Nocera, en el verano de 1386 (o sea, después de haber instituido la nueva fiesta de la Visitación de María en su diócesis), hace explícita su petición al papa y le invita a seguir su ejemplo en toda la iglesia. El papa acogió favorablemente la idea, pero se limitó sólo a prometer la institución de esa fiesta, dado que entonces se encontraba con su curia casi en el exilio en Génova.
Urbano Vl volvió a Roma sólo en los primeros días de septiembre de 1388. Entonces, finalmente, pudo dedicarse con seriedad al trabajo de la comisión de teólogos a la cual había confiado el examen de la posibilidad de instituir la nueva fiesta mariana.
El papa promulgó solemnemente tal fiesta, subrayando también él que el móvil era la esperanza de que cesara el cisma de occidente. Además, a fin de honrar convenientemente la nueva festividad, instituyó un jubileo para el año siguiente de 1390 y, por la misma razón, añadió a las tres basílicas jubilares también la de Santa María la Mayor.
En marzo de 1390, entre los numerosos peregrinos llegados a Roma para el jubileo se encontraba también el obispo Juan Jenstein, el cual pasó en la ciudad eterna algunas semanas para solicitar del nuevo papa Bonifacio IX la publicación de la bula de introducción de la fiesta de la Visitación de María.
Después de haber encargado a cuatro cardenales que examinaran la cuestión, finalmente el año 1390 Bonifacio IX promulgó la bula Superni benignitas Conditoris, con la cual extendía a toda la iglesia occidental la nueva festividad mariana; el documento lleva la fecha oficial del día de la coronación del mismo Bonifacio IX, es decir, el 9 de noviembre de 1389.
Adquiría así vigor de ley todo lo que ya Urbano Vl había establecido, a saber: que la fiesta de la Visitación se celebrara el 2 de julio con rito doble y que tuviese vigilia y octava.
Fuente: Varios
Fuente: Varios