En territorio sueco, al norte del Círculo Polar Ártico, una diminuta
comunidad de religiosas ofrece su vida de oración "por todos los que viven
la oscuridad dentro de sí"
La hermana Amada (foto de la izquierda) y la hermana Karla,
en un
paisaje ya habitual para ellas: la
nieve intensa y el frío.
Foto: Alberto Carosa
|
Una
experiencia sorprendente que recoge Alberto Carosa en The Catholic World Report:
Las raíces del monacato cristiano brotaron
rápidamente del desierto árido e implacable: los antiguos Padres del Desierto
(y Madres del Desierto) fueron eremitas, ascetas y monjes que surgieron de los
primeros cristianos y que vivieron sobre todo en el desierto de Scetis, en Egipto, hacia el siglo III. Las
comunidades monásticas del desierto que surgieron de estos grupos de monjes
eremitas se convirtieron en el modelo para el monacato cristiano.
Pero otro tipo de desierto, que también está caracterizado
por un clima extremo y duro, es el lugar donde ha nacido una nueva comunidad monástica:
el desierto blanco de hielo, nieve y frío que encontramos en el hemisferio
norte y, más concretamente, en la diminuta aldea de Lannavaara, en la Laponia sueca.
En este pueblo
viven unos cien habitantes y está localizado a 250 km al norte del Círculo Polar Ártico. Es aquí, en medio
del silencio, la oración y unas temperaturas muy bajas donde dos religiosas
están poniendo los cimientos de una nueva orden en el Sankt Josefs Kloster (el Monasterio de San José): la
comunidad de Marias Lamm (los
Corderos de María).
La historia de esta comunidad tiene su inicio en
2011, cuando la religiosa sueca Amada Mobergh recibió permiso del obispo de Estocolmo,
ahora cardenal Anders
Arborelius, para comenzar la vida religiosa contemplativa en Suecia.
La hermana
Amada, que se convirtió al catolicismo cuando tenía alrededor de 20 años y
vivía en Londres, ha estado treinta
años en las Misioneras de la Caridad, durante los cuales ha estado como
misionera en la India, Yugoslavia, Kosovo, Italia, Albania, Islandia y el Reino
Unido.
En una entrevista que concedió en 2015 a la agencia
de noticias católicas de Italia, SIR, la hermana Amada contó que, tras
discernir que el deseo de Dios para ella era que tuviera una vida más
contemplativa, ella y otra religiosa, la hermana Karla, visitaron varios monasterios en el sur de Suecia. Si
bien el obispo Arborelius expresó su alegría por esta decisión, les dejó claro que no podría
mantenerlas financieramente, dado que la Iglesia católica sueca es muy
pequeña.
Tras una serie
de hechos que las hermanas consideran milagrosos, encontraron una posibilidad
de alojamiento gratis en el extremo norte del país. "Llegamos el 24 de
diciembre de 2011, la temperatura era de 30 grados bajo cero. Comprendí inmediatamente que es
aquí donde tenía que estar", relató a la agencia SIR.
Un año y medio después las religiosas tuvieron que
mudarse, en parte porque su vivienda era demasiado pequeña para acoger a todas
las personas que habían
empezado a visitarlas y a rezar con ellas.
Encontraron la antigua escuela de Lannavaara;
estaba en un lugar muy remoto y hacia años que no se utilizaba, pero era
demasiado cara. "Nos trasladamos allí a pesar de que no teníamos dinero para comprarla",
recuerda la hermana Amada. Ella y la hermana Karla se encomendaron a Dios para
que les proporcionara los fondos necesarios.
Y los milagros siguieron llegando: "Un día, un
noruego pasó por allí y se entusiasmó con nuestra experiencia", cuenta la
hermana Amada: "Nunca había oído de un monasterio tan al norte". El
hombre creía que era importante tener un monasterio en la región; después de
todo, la Laponia cubre
aproximadamente un cuarto de Suecia y nunca ha habido una presencia
católica estable tan al norte, posiblemente ni siquiera antes de la Reforma.
Emocionado por la devoción de las hermanas, el hombre compró la propiedad y se la regaló.
"Cada día, Dios nos ayuda con su
Providencia", afirma la hermana Amada. "Sus milagros diarios nos permiten seguir adelante con
gratitud y alegría".
En su Monasterio de San José, la vocación de ambas
hermanas es "rezar y ofrecer la propia vida a Dios, siguiendo el ejemplo
de María, para la
conversión de las almas, sobre todo de las escandinavas, y para la recuperación
y el restablecimiento de la Iglesia y cultura católicas", ha
declarado.
Además, la experiencia de oscuridad durante casi siete meses al año las ayuda a
rezar por "todos los que viven la oscuridad dentro de sí, para que
encuentren la luz de Jesús".
"Mi sufrimiento es ver que en Suecia, y sobre
todo en esta parte del país, se
desconocen los sacramentos. Hay una gran pobreza espiritual, un gran
alejamiento de Dios y de la Iglesia", me ha dicho la hermana Amada.
En 2015, las
hermanas recibieron el reconocimiento oficial de "asociación
diocesana". La hermana me cuenta que tienen candidatas interesadas en entrar en la comunidad, y
esperan poder derribar la vieja escuela y construir un monasterio simple pero
tradicional en su lugar. Un arquitecto
inglés ha estado trabajando con ellas en el proyecto, que incluirá una
capilla dedicada al Corazón Inmaculado de María, Reina de los países nórdicos.
Sería otro milagro de la Divina Providencia poder construirlo.
Al principio, las hermanas viajaban hasta la parroquia más cercana, situada
en Luleå, a unos 400 km al sur, para ir a misa. Durante el invierno
esta excursión les llevaba más de cinco horas; en verano necesitan
"solo" cuatro. "Durante el invierno está muy oscuro, las carreteras
están cubiertas de hielo,
nieve, hay mucho viento, y renos y todo tipo de animales las
cruzan", cuenta la hermana Amada. "Es un riesgo, pero nos hemos
acostumbrado. Lo único necesario es rezar y seguir adelante".
Hoy en día, sacerdotes de todo el país van al monasterio para hacer
sus ejercicios espirituales, celebrar la misa y confesar. Las hermanas tienen
buena relación con la gente del pueblo, y hay grupos que suelen ir a menudo al
monasterio para conocer la vida y la fe de las religiosas. Tienen incluso unas
cuantas habitaciones para quienes deseen compartir el silencio y la oración.
En diciembre de 2016, la hermana Amada le pidió a
uno de los sacerdotes que iba a verlas si podía celebrar la misa en la forma extraordinaria durante
su estancia en el monasterio. El sacerdote aceptó feliz la propuesta y, por
primera vez, se celebró la misa latina en el monasterio.
"¡Nos sentimos como en casa y nos gustó
mucho!", ha dicho la hermana sobre la antigua forma de la misa. "Es majestuosa, silente, el
sentido del misterio está muy presente y aunque la lengua latina y el
modo de celebración eran totalmente nuevos para nosotras, nos sentimos llamadas
a implementarla en la Liturgia de los Corderos de María".
Si todo va según el plan, se espera que el
"milagro de los milagros" se materialice a principios de mayo, cuando
un monje benedictino se
establezca con las religiosas. Celebrará los sacramentos en la antigua forma
litúrgica. Según ha dicho la hermana Amada, "como nosotras, él quiere
vivir una vida de eremita y contemplativa, rezando el Oficio Divino en latín,
celebrando la misa latina y rezando y ofreciendo su vida por la Iglesia y la salvación de las almas, que es
nuestro carisma real".
A algunos les parecerá increíble, pero en una parte
del mundo cada vez más secularizado hay una diminuta comunidad de monjas tradicionales, totalmente
apoyadas por su obispo, que viven en el desierto blanco del círculo polar.
Traducido por Elena Faccia Serrano.
Fuente:
ReL