Varios sacerdotes, en algún caso también médicos, se encuentran desplazados en los pabellones de IFEMA a disposición de quienes lo necesiten
Me escribe un sacerdote,
que también
es médico, para contarme que, junto con otro compañero, lleva dos semanas encerrado,
viviendo, en
la clínica donde atiende a enfermos del Covid-19.
“También
nosotros estamos ahí –me
cuenta-, como tantos y tantas, formando un mismo
equipo. Son personas las
que sufren y las que mueren,
y los sacerdotes sabemos de sufrimiento y
de muerte tanto como los médicos,
de gran ayuda especialísimamente entre
las personas creyentes,
que no son pocas”.
“Y aunque -como el resto- debidamente protegidos frente
a la infección, también nosotros nos
podemos contagiar con consecuencias trágicas, como ha sucedido a otros curas en
España, pero sobre todo en Italia. Creo que estas acciones también merecen algún reconocimiento”.
Apunta que, junto al personal sanitario,
fuerzas de orden y seguridad,
transporte, farmacias... que estos días se citan como
“héroes” (añado yo que lo son), se podría mencionar también a los curas,
voluntariamente desplegados
en hospitales, clínicas y asilos, atendiendo espiritualmente a quienes lo necesitan (y,
vuelvo a añadir, son muchos los
que lo necesitan), y que por tanto ponen igualmente su
vida en peligro. A lo mejor –sugiere- designándoles junto a los demás como “agentes religiosos y sociales”.
Y ¿qué hacen
los curas? Acompañar, atender, escuchar, ayudar, estar al lado. Y en
tantas ocasiones, supliendo la ausencia
de personas queridas, de esposas, hermanos, hijos… que no
tienen posibilidad de prestar la
última compañía. Ayudan así a paliar la dureza de una muerte
en soledad.
Entre otros mucho lugares, varios
sacerdotes, en algún caso también médicos, se encuentran
desplazados en los pabellones
de IFEMA a disposición de quienes
lo necesiten. Acuden cuando se les llama.
Quieren que se sepa que están allí,
y por eso han facilitado una
dirección mail, capellanesifema@archimadrid.es, y un número de teléfono, 689124508,
con el añadido de que, junto al aviso, se
indique nombre, apellido, pabellón, sección y cama.
Escuché a uno de
ellos relatar las escenas que están
viviendo. Personas que piden
confesiones, unciones, o solamente poder
hablar con un capellán nada más. Son la única compañía que van a
tener. Contaba también que uno de
los enfermos que pidió asistencia era una religiosa, internada
allí, que casi se echa a
llorar al saber que le podía atender un sacerdote.
Algunos
de esos sacerdotes que asisten a contagiados de coronavirus han
acabado contrayendo la enfermedad y muriendo.
En lo que llevamos de pandemia por coronavirus, un
total de ochenta
sacerdotes de la archidiócesis
de Madrid han dado positivo en COVID-19. Siete han fallecido en el
hospital diagnosticados por coronavirus y
otros 16 han muerto durante el estado de alarma, desconociéndose
si la causa final fue el virus, ya que no les realizaron ningún test para
dilucidarlo.
Por citar
un caso, conocí personalmente a don
José Ruiz, capellán en el Hospital de
Cuidados Laguna, de Madrid, que el 31 de marzo falleció por coronavirus después
de acompañar la soledad de personas
que habían contraído la enfermedad. Su
historia puede resumirse diciendo que durante
años trabajó junto a enfermos en la unidad de cuidados paliativos, a
los que ayudó, con enorme cariño y dedicación, a dar
con paz el último paso. Y, en tanto casos, reconciliados con Dios.
Como apenas
se habla de estos otros “héroes” de
la pandemia del coronavirus, los capellanes hospitalarios
y los sacerdotes voluntarios,
que se han presentado en tantos
lugares donde se atiende a los enfermos, al menos aquí queda constancia.
Por cierto, igualmente se cita muy poco la enorme
tarea que, en estas
circunstancias tan difíciles para todos, realiza la Iglesia como
tal en su conjunto.
La Iglesia sigue siendo una gran desconocida.
Primero, porque comunica mal;
y segundo, porque hay quienes no
quieren verlo y lo ocultan siempre que pueden.
Es que, como decía un bromista
amigo mío, no hay peor ciego que
el que no
quiere ver.
José Apezarena
Editor
de Confidencial Digital