Palabras
de Jesús
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Cuando
una persona a la que queremos está enferma y nos entrega algo de mucho valor
para ella, solemos tenerlo muy en cuenta y lo guardamos como un tesoro. Pero,
si esa persona está en el momento de morir, sus últimas palabras tienen un
valor incalculable; lo que nos dice lo guardamos en nuestro corazón y lo
llevamos a cabo.
Esto
es lo que hizo Jesús en el momento de su muerte: desde la Cruz nos dijo siete
palabras, de las cuales dos este año están resonado dentro de mí con mucha
fuerza.
Una
de ellas es: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”.
Realmente
es la expresión máxima del amor. Porque perdonar cuando te piden perdón, es
verdad que es difícil y es un don, pero lo puedes hacer. Sin embargo, perdonar
cuando no te piden perdón; ante una ofensa, anticiparte con el perdón...
Yo
como mucho, cuando me hacen una ofensa, lo más que consigo es callarme, y ya es
mucho; pero, responder con perdón, esto sí que sale fuera de mi alcance. ¡Qué
amor tiene que haber en el corazón de Jesús para que, en el momento de su
muerte, en el momento de mayor sufrimiento, no piense en Él, sino que piense en
nosotros!
Y
es verdad: cómo nos cuesta perdonar y, sobre todo, renunciar a nuestras
razones. Porque, cuando alguien me hace daño, lo mínimo que pedimos es que
reconozca su mal y pida perdón. Pero Jesús hoy en su Cruz nos da la mano para
que demos un paso más: que ofrezcas tu perdón a esa persona que tienes en el
corazón y que te hizo daño y nunca te ha pedido perdón, que hoy lo dejes en la
Cruz de Jesús, y en Él le entregues tu perdón. Porque el que perdona se
convierte en una persona libre.
Otra
de las palabras de Jesús fue: “Ahí tienes a tu Madre...”
Jesús
podía haber dicho otras cosas en ese momento: que fuésemos buenos, que
anunciáramos su Evangelio hasta el fin del mundo, que nos amásemos... Todo esto
lo dijo durante su vida, pero, en el momento de mayor debilidad, de entrega
total de su vida, lo que hizo fue no quedarse para sí a su madre, sino que nos
la entregó.
Detrás
de todo esto hay un gran misterio. Y María, en ese momento culmen, lo recogió
en su corazón y lo lleva a cabo como el deseo más preciado de su Hijo antes de
morir.
Por
ello en María hay una gran vivencia de amor, y ella lo que nos va a regalar es
a su Hijo, nos va a mostrar el corazón de su Hijo, nos va a llevar por los
caminos de su Hijo. Porque a ella le entregaron el conocer el corazón de Dios.
Hoy
el reto del amor es pedirle a Jesús que te conceda el poder entrar en su
Corazón y comprender estos misterios que nos parecen imposibles e
incomprensibles, y lo son para nuestra debilidad, pero para Él es vida
entregada para que nosotros tengamos vida. Desde el corazón, ofrece tu perdón a
esa persona que desde hace tiempo tienes con rencor, y reza un misterio del
rosario acogiendo a María como el regalo que Jesús te hace.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma