A
Galilea
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¡¡¡Ha
resucitado!!! ¡¡Jesús es el Señor!!
Durante
la Vigilia Pascual (que “vivimos” por primera vez en Roma), me emocionaba a
cada momento: los gestos, cada detalle cuidado con esmero...
Hubo
algo en el Evangelio que me impactó: el encuentro de Jesús con las mujeres.
Su
saludo es ya impresionante: “¡Alegraos!”. A veces nos cuesta imaginar a Jesús
risueño y alegre, ¡pero a Él le encanta la alegría! Es su primer deseo al
resucitar, que estemos alegres. Y ese fue precisamente el saludo del ángel a
María, años atrás: “Alégrate...”. Cuando Dios comienza algo nuevo, lo que desea
es nuestra felicidad, ¡desea nuestra alegría!
E,
inmediatamente, llega la siguiente palabra: “Id a decir... que vayan a
Galilea”. Las mujeres reciben la alegría de Cristo, ¡y al instante son
enviadas, comienza la misión!
Esto
me ha hecho pensar muchísimo. Apenas hay un momento de reposo, de “sentarse a
disfrutar”. Cristo las envía sin esperar ni un minuto.
De
pronto el Señor me lo iluminó. Él nos conoce bien... y sabe cuál es la manera
de que crezca nuestra alegría.
El
sol no luce para sí mismo. Las flores nunca disfrutan de su perfume. Un árbol
jamás come sus frutos: lo mejor de cada uno de ellos es un don para los demás.
E incluso Cristo: resucitó “para nuestra justificación”.
Jesús
es el amor en persona. Y Él nos demuestra que solo el amor es nuestra verdad:
soy realmente yo misma cuando amo. El pecado nos llevó a preocuparnos por
nosotros mismos, pero Cristo ha vencido al pecado, al egoísmo, a la muerte. Él
nos llena de paz, de amor, de alegría... para que, a su vez, nosotros lo
entreguemos a los demás. Él sabe que nuestra curación es la felicidad del otro,
que la alegría más bella es la que procuramos a los demás.
En
ese punto, he de reconocer que me quedé un poco bloqueada, porque la palabra de
Jesús dice que debemos ir “a Galilea”. ¿A qué se refiere exactamente?
Había
oído muchas interpretaciones, pero en la Vigilia el Papa dio una visión nueva
que me encantó: “Galilea es el lugar de la vida cotidiana”. Así pues, ¡Jesús
nos promete que le encontraremos en el día a día!
Hoy
el reto del amor es otear con Cristo tu Galilea. Te invito a que, en tu
oración, hagas un repaso de los ambientes, las personas, las actividades que
forman parte de tu vida cotidiana. En esta mañana, entrégaselos a Cristo, para
que puedas verlos como tu lugar de encuentro con Él. Pídele ojos para
descubrirle, pues Él ha prometido que está, ¡y quien es la Verdad, no puede
mentir!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
