El
vaso de agua
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día, mientras trabajaba, estuve escuchando una charla. En ella contaban un
cuento que me pareció impresionante.
En
una bella ciudad, había una gran parroquia llena de vitalidad.
Una
mañana el sacerdote recibió una visita inesperada. Se trataba de un joven de la
parroquia que venía a darle una mala noticia:
-He
decidido abandonar la Iglesia, padre.
-¿Y
eso? -preguntó el cura, asombrado.
El
muchacho comenzó a enumerar todas las cosas que veía mal: que si este critica,
que si esa es una hipócrita, que los responsables son una panda de víboras...
-Así
no se puede, padre, no aguanto más -sentenció el joven- Así que me voy.
-Antes
de marcharte, ¿puedes hacer una cosa? -preguntó el sacerdote sonriente- Coge un
vaso, llénalo de agua hasta arriba, da siete vueltas alrededor del templo y,
después, vuelve.
El
joven lo hizo. Al cabo de un buen rato, llegó de nuevo a la sacristía.
-¿Se
te ha caído el agua?
El
joven sonrió ufano:
-Sabía que ibas a preguntarme eso... ¡No se me ha caído ni una gota!
-Sabía que ibas a preguntarme eso... ¡No se me ha caído ni una gota!
-¿Seguro?
-¡Por
supuesto! He ido con muchísimo cuidado.
-Magnífico
-sonrió el sacerdote- Y, dime... ¿a quién has visto mientras caminabas?
El
muchacho se quedó bloqueado.
-Er... pues... Iba tan concentrado mirando el vaso, que no he visto nada más...
-Er... pues... Iba tan concentrado mirando el vaso, que no he visto nada más...
-Exacto
-susurró el cura- Del mismo modo, solo es cuestión de que centres tu atención,
no en los fallos de los demás, sino en Jesucristo...
Al
instante vino a mi mente el evangelio en que Pedro quiere caminar sobre el agua
hacia Jesús. Lo impresionante de este pasaje es... ¡que lo logra! Pedro se
alejó de la barca, pero, en ese instante, a medio camino, desvió su atención.
Al
principio miraba fijamente a Jesús, pero, después, se fijó en las olas, el
viento, la lluvia... Dejó de mirar al Maestro, ¡y el mar quiso ahogarlo! Menos
mal que el Señor, “al instante”, le tendió la mano...
En
este tiempo de confinamiento, la convivencia estrecha deja al descubierto
muchas de nuestras pobrezas, ¡y corremos el riesgo de ahogarnos! Pero con
Cristo, este momento puede convertirse también en una oportunidad de estar con
los tuyos de una manera diferente, de dedicarles tu tiempo y tu atención, de
descubrir las maravillas que tienen dentro.
¿Y
tú? ¿Dónde pones tu atención?
Hoy
el reto del amor es mantener tu mirada fija en Jesús. Cuando haya algo que te
moleste o que no entiendas, fija tu atención en Cristo, haz en tu corazón un
acto de fe y de confianza. Cada situación, cada persona que hay en tu vida,
están en Sus manos. Con Él, cualquier tormenta se apacigua, y lo que parecía
ahogarnos, ¡se volverá un vaso de agua! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma