Pascua...
¿florida?
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Los
días de Pascua son muy especiales, y más aún en esta primera semana que
llamamos “octava de Pascua”. Todo se viste de blanco, ya nuestras capas negras
quedan guardadas, y normalmente todo se llenaba de flores: el altar, el porta
cirios, el sagrario...
Y
es que, otros años, de las procesiones del Viernes Santo nos traían enormes
centros de flores que quedaban realmente impactantes y anunciaban la fiesta que
celebrábamos. Y, sin embargo, este año esas flores no iban a llegar...
Pero
el Señor, que siempre sorprende, nos ha cambiado la mentalidad. La hermana
sacristana dijo que se bajaba a la huerta a ver si encontraba alguna flor; la
verdad es que, como aún no es época de grandes flores, no pensé que fuese a
encontrar nada... Sin embargo, al rato subió con muchísimos ramilletes de
flores, unas blancas y otras amarillas...
Pero
lo mejor era de dónde las había sacado. Resulta que en el huerto había unas
berzas ya viejas del año pasado, que se quedaron sin recoger y se habían
espigado... hasta dar flores: ¡todas aquellas flores eran de una berza
espigada!
¡Realmente
el Señor es sorprendente! No es que no fuéramos a tener flores, sino que nos
regaló unos ojos nuevos para ver otras flores que quizá, años atrás, nunca nos
hubiéramos fijado en ellas...
Cristo
ha resucitado, Él está vivo para ti, y quiere resucitar en tu situación
concreta... Sólo Él es capaz de transformar una “berza vieja” en ramilletes de
flores, Él es quien quiere transformar lo que parece inservible de tu vida y
convertirlo en un motivo por el que sentirse agradecido, Él quiere resucitar tu
vida, tus circunstancias, tus relaciones, tus días...
Este
año no es igual que el anterior, ni estás en la misma situación que hace unos
meses; quizá ahora te faltan esas flores grandes que echas de menos, sin
embargo, de esta situación el Señor te quiere regalar unos ojos nuevos para
descubrir otras flores donde nunca te habrías imaginado. Cuando lo tenemos todo
a mano, lo sentimos como “lo normal”; pero, cuando lo normal nos falta,
cualquier pequeña cosa se vuelve un motivo de asombro.
Hoy
el reto del amor es buscar esas pequeñas flores. Cuéntale al Señor qué es lo
que estás añorando en este tiempo de confinamiento, desde lo más importante a
lo más sencillo. Él te ama, y cualquier cosa tuya es importante para Él. Y
después pídele que te regale unos ojos nuevos para descubrir esas pequeñas
flores que Él te regala: desde una llamada que te anima en tu soledad, hasta un
detalle de cariño de tu marido o de ese hijo que más alejado sientes... ¡Déjate
sorprender por Cristo!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma