Con motivo del
coronavirus, los párrocos "pastorean" de otra manera para mantenerse
en contacto con sus feligreses
Retransmisión de la misa en La 2 |
Nos llega a
la redacción de Religión Confidencial un texto de un sacerdote, párroco de una
iglesia de Madrid. En estos días en la que los templos están vacíos y no se
celebran misas públicas con motivo del estado de alarma, el
párroco se acuerda de sus feligreses, reza por ellos y sus familias.
Relata cómo vive estos días "tan
extraños" y cómo se ha unido a las nuevas tecnología para retransmitir por
las redes sociales la eucaristía en directo. También, imparte el sacramento de
la unción de enfermos en algún momento. Por su interés, publicamos su
carta.
Misa de 12.15 de los domingos
"Son
las 9.30 de la mañana y estoy en la Capilla del Santísimo, delante del
Sagrario. ¡Qué privilegio! Cuando empieza a
haber tanta hambre de Eucaristía puedo rezar aquí, y poner
en manos de Dios tantas y tantas cosas.
Me acuerdo de mis feligreses, y puedo
visualizar familias, personas. Me traslado con el corazón a la misa de 12.15,
la misa mayor en la que el párroco reza por el pueblo y puedo ver a todos, algunos
no han llegado a la hora en punto, pero es que movilizar a tanta chiquillería
no es fácil.
Puedo escuchar el silencio
en la consagración y me llena de alegría ver las colas del confesionario.
Me gusta bendecir a los niños cuando vienen a comulgar con los papás y algunos
abren la boca porque ellos también quieren recibir a Jesús. Hay alboroto ante
el podéis ir en paz.
Rutina de los domingos que ahora no se da
La rutina de
los domingos que hoy no se da. Todo se lo presento ahora al Señor. Hay en mí
una añoranza grande de volver cuanto antes a ese ritmo del amor de Dios que va
repitiéndose con novedad cada momento.
Ahora es complicado. Y trata uno de inventarse
lo que sea para que todo se haga más llevadero, para que la fe se mantenga encendida,
para que la esperanza no se apague, para que ese cariño entre todos vaya a más
y cada uno crezca en el amor de Dios incondicionalmente.
¡Qué días
tan extraños! El fin de semana anterior, aún pudimos
hacer alguna cosa: pude ir a llevar la comunión a un matrimonio y la unción a
una señora muy malita: y ver esos ojos suyos que se van apagando. Nunca se
acostumbra uno a esos últimos momentos. Pero hay en ella paz.
Misa desde la parroquia
Después todo
ha sido en cierto modo anómalo. Distinto. Unos jóvenes
se han prestado a transmitir la misa desde la parroquia. Y nos hemos lanzado.
¡Qué majos y generosos son...! Ha habido que ir ajustando el
sonido y todo lo demás, pero se ha ido consiguiendo.
El jueves hemos hecho una adoración con el rezo
del Rosario para pedir por todos, y se han podido meter canciones en directo.
Aunque no sean perfectas, se cantan con tanto sentimiento, con tanto cariño...
que suenan a cielo. Seguro que los ángeles están contentos.
Mientras tanto también hay que ir a lo más
material. Todo divino y humano al tiempo. He tenido que hacer la compra: estaba
todo en su sitio, pero otra vez la sensación extraña de estar metido en una
película donde todo resulta un poco incierto. Me han
llamado para otra unción y allá hemos ido.
Muy distinta a la del otro día, pero al fin
bien. ¡Cómo actúa el Señor! Eso de ser sacerdote es un privilegio de tal
calibre... Ve uno milagros que no se pueden contar,
pero que luego puede uno compartir con el Señor, como
ahora, delante del sagrario. Confidencias de tú a Tú.
Iglesia abierta
La iglesia
la tenemos abierta de 9 de la mañana a 20 de la tarde. Algunos vienen por aquí
a ver a Jesús en el Sagrario y me han pedido confesar. En los bancos finales de la Iglesia y con la
distancia de seguridad, claro, pero confesando. La confesión,
qué maravilla. Otro milagro del amor de Dios: “yo te absuelvo...” Cuántas
confidencias de amor hay en todos esos encuentros, y el sacerdote testigo
privilegiado de la acción de Dios. Otra vez más. Saborear el sacerdocio,
saborear la paternidad. Prestarle al Señor nuestros labios, nuestras manos,
nuestro corazón... para que la persona vea que Dios le quiere, que es infinita
misericordia.
El jueves la fiesta de San José, tan distinta a
otras veces. Pero celebrar con los ornamentos de fiesta, blancos, nos ha dado
un tono festivo que se agradece. El viernes por la mañana la misa y por la tarde Vía Crucis. Transmitido en directo
otra vez. Los chicos han echado el resto y han ido
enfocando los cuadros donde las imágenes nos permiten acompañar al Señor en su
camino de dolor. Ha sido muy sentido. Con cantos, con sentimiento...
Dios, pendiente de
nosotros
Y ahora, el
fin de semana otra vez. Celebramos en el altar mayor y el Señor que vuelve a ser
“obediente” a las palabras del sacerdote y se hace presente. ¡Qué grandeza la
de Dios que se hace tan pequeño que es alimento para el alma! Todo es tan
distinto a otros domingos. Hoy es domingo de alegría. Tomar aliento y darnos
perfecta cuenta de que Dios no se
hace de menos y está tan pendiente de nosotros que casi casi lo podemos
tocar.
Son los días extraños de un párroco que quiere
seguir siendo padre y pastor de los suyos. Pastorear de otra manera. Miro
a Nuestra Madre la Virgen y tan contento de que sea tan buena Madre. Ojalá
nosotros aprendamos a ser buenos hijos."
Fuente:
ReligionConfidencial