LOS
DOS HIJOS
Conversión
Conversión
Mateo
21, 28-32
Sentido
histórico de la parábola. Tiene un sentido histórico muy preciso: la clave la
da la advertencia que dirige Cristo a los sacerdotes y ancianos del pueblo: Les
aseguro que los publicanos y las mujeres de mala vida llegarán antes que
ustedes al reino de los cielos.
Los
dos hijos representan dos tipos de personas: los fariseos, escribas y príncipes
de los sacerdotes por un lado; y los pecadores y publicanos por otro.
Estos,
después de resistir a Dios, se convierten y se someten a Él. Los otros,
diciéndose justos, no cumplen la voluntad divina. Esta es la razón de por qué
los “pecadores” precederán a los “justos” en el reino de los cielos.
Junto
al sentido propiamente histórico, la parábola desborda otro sentido más
universal e intemporal. Y es el sentido que nace, al margen del contexto, de la
actitud en sí y por sí, asumida por los dos hijos que protagonizan el relato de
Jesús.
Los
dos hijos tipifican, en efecto, una actitud alternada de conversión y
desconversión que es variante eterna del hombre.
La
mayoría de quienes se entregan a Dios no suelen hacerlo de modo definitivo y
perdurable. Con frecuencia la vida es un tejido de conversiones y
desconversiones.
Evidentemente
nuestro egoísmo y debilidad nos obligan a asumir la conversión como una tarea
de toda la vida. Una tarea, humilde y valiente a la vez, en pos de Aquel que
“no fue sí y no, sino solamente sí” (2 Corintios 1,19)
Dentro
de casa uno de nosotros hay un signo de contradicción: dentro de nosotros
pelean Cristo y el Anticristo. Es decir, las exigencias del evangelio que
entran en conflicto con nuestros instintos. Con nuestros reflejos animales, con
nuestras instancias biológicas. Hay una lucha entre el amor y el desamor, entre
la verdad y la mentira, entre la justicia y la ambición.
Nadie
puede elegir a Cristo sin que Cristo se le convierta automaticamente en signo
de contradicción. Acordémonos: “No he venido a traer paz, sino espada”. Y
siempre que le damos a Cristo un lugar en nuestra vida, está El luchando con
nosotros contra el Anticristo que hay en cada uno de nosotros.
Mateo 21, 28-32
¿Qué os parece? Un
hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a
trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después se arrepintió y
fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”.
Pero no fue. ¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?». Contestaron:
«El primero». Jesús les dijo: «En verdad os digo que los publicanos y las
prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a
vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los
publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no
os arrepentisteis ni le creísteis»
Fuente: ACI